Martí como inspiración
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Tras intensas jornadas por lograr la adaptación al círculo, mi niña empezó a tener como primer incentivo ponerle flores y saludar a Martí; cuestión aprovechada por mí y a la que recurría ante cualquier circunstancia, desde una sana manipulación. Cuando brotaba la primera lágrima - A Martí no le gustaba que los niños lloraran; cuando se le marchitaba la mirada y “hacía bemba” - A Martí no le gustaba que los niños estuvieran tristes. Aunque a veces nada parecía consolarla, en muchas ocasiones, su devoción inocente al “Apóstol” , como suele decirle, tuvo el efecto analgésico contra la “mamitis infantil”.
- Por Yenny Torres
- Categoría: Opinión
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