Hipólito Velázquez y Erenio Pérez: historias tras bambalinas

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Hipólito Velázquez Erenio Pérez 5Erenio Pérez e Hipólito Velázquez, tramoyistas fundadores del Teatro Comandante Eddy Suñol de Holguín cuentan a ¡ahora! digital su historia tras bambalina. Fotos: Carlos Rafael y Cortesía de los entrevistados

 

Se abre el telón y comienza el espectáculo. El público queda absorto. Al terminar la función vítores y aplausos resuenan en la sala. Tras bambalinas otros artistas secan el sudor de su frente. No fueron pocos los tropiezos que enfrentaron Hipólito Velázquez y Erenio Pérez para cambiar en el momento justo cada decorado, y cuidar la ambientación exacta para el buen desenvolvimiento de la obra. ¿Su oficio? Tramoyistas.


Más de seis décadas lleva Erenio Pérez como tramoyista del Teatro Comandante Eddy Suñol. Fue Raúl Camayd, el primero que advirtió en el joven de unos 17 años de edad su constancia y capacidad de trabajo, y lo invitó a formar parte, tras el triunfo de la Revolución Cubana, del Teatro Lírico Rodrigo Pratts.


“En esos años yo trabajaba en el equipo técnico del Club Liceo, cuya sede estaba en el local que hoy ocupa la Biblioteca Alex Urquiola, y siempre me preocupaba porque los artistas tuvieran al alcance todo lo que necesitaban para su presentación, y Raúl siempre me decía que cuando fundara el Teatro Lírico yo estaría con él”.

 

Hipólito Velázquez Erenio Pérez 1Hipólito Velázquez


Y así lo hizo. Junto a Camayd fue uno de los primeros en poner “manos a la obra” y acondicionar la sede para luego, participar en el montaje de espectáculos como “Los gavilanes” y “Los descamisados”, de los primeros que marcaron la trayectoria artística de la compañía.


Similar sucedió con Hipólito Velázquez, quien natural del poblado de Fray Benito se vio obligado a abandonar su provincia natal durante la dictadura de Batista, por sus labores como repartidor de propaganda clandestina, y marchó rumbo a La Habana, donde vivía su hermano, tramoyista del Ballet Alicia Alonso, quien le enseñó el oficio.


Durante unos 10 años trabajó en muchos de los teatros capitalinos entre ellos el García Lorca, el Mella y el Martí con figuras de gran prestigio como Rosita Fornés, Armando Bianchi, Rita Montaner y Enrique Arredondo. Hasta que en el año 1966 regresa a Holguín para trabajar en el insigne Teatro Comandante Eddy Suñol por petición también de Raúl Camayd.

 

Hipólito Velázquez Erenio Pérez 6Hipólito Velázquez junto a su esposa Delia Fonseca


Los “aprietos” vividos en estos años también son recordados por Hipólito Velázquez, quien en cierta ocasión en plena obertura de la Orquesta, durante la zarzuela “La viuda alegre” al querer abrir el telón se le parte la soga, y de inmediato tuvo que hacer una seña al director para que extendiera el opening, mientras él escalaba más de 30 metros de altura y reparaba con precisión la cuerda para que el telón corriera sin complicaciones.


Sin embargo, sus habilidades no quedaron solo tras bambalinas, pues siempre que fue necesario intervenir en escena como “camarero” o “pregonero”, lo hizo gustoso, e incluso, llegó a interpretar junto a Juana Bacallao un skecht en el que desempeñaba el papel de su marido.


Su segunda casa es la definición exacta que estos hombres otorgan al Teatro Comandante Eddy Suñol, en cuyos pasillos peinaron canas y descubrieron el reto de ser abuelos.


De hecho, la familia de Hipólito Velázquez no concibe su vida sin las tablas. La voz de su esposa Delia Fonseca en algún momento formó parte del coro del Teatro Lirico y luego, se desempeñó como acomodadora de sala y taquillera de la edificación Art Decó.

 

Hipólito Velázquez Erenio Pérez 7Hipólito durante una de las presentaciones en el Teatro Comandante Eddy Suñol en la que intervino como camarero


El mayor de sus hijos- Jorge Luis- es técnico de sonido del Teatro Lirico, el segundo –Guillermo- aunque no se hizo artista, trabajó por muchos años como administrador de la Orquesta Sinfónica de Holguín, y la más pequeña –Grisel- no deja de sorprender al público holguinero en cada una de las puestas en escena de su compañía infantil “Ronda de los sueños”.


Aunque los hijos de Erenio no hicieron su camino en el mismo mundo de los telones y bambalinas que escogió su padre, muchos han sido las generaciones a las que ha formado, labor que aun le parece insuficiente dado por la inestabilidad de los trabajadores en las tramoyas y que tal vez, mejoraría de existir una escuela que enseñe este oficio, en el cual más que las manos Hipólito Velázquez y Erenio Pérez pusieron el corazón.

 


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