El eco de la moda en la infancia

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Con batas largas, medias de encaje y lazos en el pelo me vestía mi madre hace unos años, a pesar de que no me agradaba esa vestimenta. Recuerdo que usaba sus tacones y me pintaba a escondidas con el lápiz labial rojo que tanto me gustaba. Muchas veces me castigaron, pero aún así quería vestir según los patrones de la juventud.

No entendía por qué no podía usar zapatos altos o maquillarme como mi hermana de 16 años. Siempre la típica escusa “si te pintas ahora no lucirás a los quince” o “eres demasiado pequeña”. Pensaba que eran caprichos de mis padres, pues a otras niñas les era permitido. Sin embargo, ahora comienzo a darle importancia a mis limitaciones impuestas por aquellos actos ingenuos.

En la actualidad esto parece no importarles a muchas familias. Cada vez es más común escuchar un reggaetón en cumpleaños infantiles, vestir a los niños como adolescentes o adultos, que una pequeña de tres años diga tener cuatro novios u opacar la inocencia infantil con maquillaje.

Si bien las modas cambian, es una realidad la tendencia actual a la hipersexualización, es decir, la obsesión de resaltar los atributos sexuales por encima de las demás cualidades que pueda tener un individuo, lo cual conlleva a una preocupación constante por la imagen corporal.

Teniendo en cuenta el papel protagónico de los medios de comunicación en nuestros días, es razonable que el impacto de las modas y los cánones de belleza divulgados por perfiles virtuales afectan a niños y adultos. Anuncios televisivos, la apariencia de cantantes, el vestuario de los modelos y actores y demás factores dan paso a tendencias muchas veces inapropiadas para los más pequeños.

Este fenómeno, por lo general, afecta más a las niñas, pues se ha vuelto un chiste que vistan a la semejanza de los mayores y exhiban conductas sensuales o provocativas, incluso en redes sociales.

Según especialistas existe el riesgo de que niños y niñas se estén saltando su infancia y no se trata solamente de omitir etapas naturales del desarrollo, es muy probable que empiecen a realizar actividades inapropiadas a su edad.

Problemas alimentarios como anorexia y bulimia, cirugías estéticas a edades tempranas, el seguimiento de estrictas dietas o visitas al gimnasio en lugar de practicar juegos, son algunas de las consecuencias de estas malas conductas, que se derivan de la ansiedad producida ante la necesidad de lucir un físico acorde a los patrones de belleza actuales.

Preguntarles si tienen novio cuando sabemos que no es acorde con la etapa, puede despertar el interés por conductas sexuales en edades prematuras, lo cual suele resultar una aproximación más violenta y distorsionada de la sexualidad, pues carecen de la madurez necesaria para enfrentar este tipo de relaciones personales.

No se trata de encerrar a nuestros hijos en una fortaleza que los aísle de la realidad con tal de evitar una “adultez precoz”, sino de garantizar una infancia pura, inocente y libre de estímulos inapropiados para evitar así que las modas hagan mella en lo bello de ser un niño.
 

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