Un viaje para tocar la historia con las manos
- Por Mélany Quevedo Rojas
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El Movimiento Juvenil Martiano (MJM) ha desarrollado una intensa jornada de trabajo comunitario y profundización patrimonial en varios puntos del municipio Rafael Freyre.
Las actividades, que integran estudio, acciones culturales y recorridos por sitios históricos, comenzaron con la activación del proyecto "Por una sonrisa" en la comunidad Armando Mestre, de Santa Lucía. Esta iniciativa busca contribuir al saneamiento espiritual y fortalecer los lazos de intercambio entre las diversas juventudes que participan en la vida comunitaria, un recordatorio de que la transformación parte del trabajo colectivo en el barrio.

Posteriormente, la travesía del MJM se puso en marcha con el proyecto "Por los senderos de la Historia" en la localidad de Juan Cantares. Los jóvenes se trasladaron hasta el sitio de un enfrentamiento ocurrido en 1958 entre tropas rebeldes, al mando de Raúl Castro Mercader, y fuerzas del ejército batistiano. Allí, la historia cobró vida a través del emotivo testimonio de Rubicelda Martínez Quevedo, testigo presencial de los hechos siendo una niña, y del esclarecedor intercambio con el historiador de la zona, Ramón Rojas. Ambos resaltaron la trascendencia de aquel combate, que logró impedir el avance de patrullas enemigas por las vías vecinales. El recorrido incluyó un sentido homenaje a las víctimas del trágico accidente del 27 de julio de 2000, honrando especialmente la memoria de los niños y jóvenes fallecidos.

La jornada concluyó en Playa Blanca, donde un monumento erigido en 1952 marcó por décadas el punto que se consideró el primer desembarco de Colón en Cuba. Guiados por el conocimiento histórico actualizado, los participantes comprendieron cómo investigaciones posteriores precisaron el encuentro entre las dos culturas en las proximidades, en Cayo Bariay, sitio que hoy cuenta con un parque monumentario. Esta visita permitió una reflexión tangible sobre el devenir de la historia y sus interpretaciones.
Estas iniciativas evidencian cómo el vínculo de la juventud con los espacios y las historias fuera de los núcleos urbanos resulta de un valor incalculable. No se trata de un simple desplazamiento geográfico, sino de una conexión vital con las raíces, con la memoria viva de las comunidades y con los escenarios reales donde se forjó la nación. El trabajo comunitario se convierte así en la práctica que une el aprendizaje con el servicio, fortaleciendo el tejido social.

"Es muy difícil para los niños y los jóvenes de los municipios disfrutar de un programa regular de actividades culturales o de pensamiento. De ahí que el trabajo del MJM sea como una luz inapagable en el corazón profundo de la noche. Potenciar estas acciones es una necesidad. Y nosotros le ponemos a eso toda la fe del mundo", explicó Reynaldo Zaldívar, presidente del Movimiento.
El Movimiento Juvenil Martiano demuestra, una vez más, que su esencia va más allá de potenciar el estudio sobre la obra de José Martí. Se adueña, con paso firme, de la defensa del patrimonio inmaterial y del respeto por lo cubano en toda su dimensión. Al rescatar y venerar la memoria histórica local, desde los combates rebeldes hasta las complejidades del encuentro cultural, estos jóvenes no solo honran el pasado; están activamente construyendo y defendiendo la identidad nacional para el presente y el futuro.

