
En los últimos días del año viejo y principios del nuevo las fiestas y reuniones familiares hacen a algunos olvidar determinados detalles cotidianos, como es mantener la vigilancia contra un enemigo oportunista y mortal, siempre al acecho del menor descuido, porque él no disfruta vacaciones ni entiende de tradiciones y mucho menos distingue de edad, sexo, color de piel o creencias religiosas; su misión es alimentarse para sobrevivir y reproducirse.