Nidia Jiménez de Castro, médico del alma
- Por Claudia Patricia Domínguez
- Hits: 2198
La joven sagüera Nidia Jiménez de Castro Cisneros no tiene bata blanca, en su casa no hay un título que diga “Doctora en Medicina” pero sabe muy bien que no hay mejor tratamiento para el alma que la misteriosa escapada hacia un mundo imaginario que propicia la narración de un buen cuento.
Precisamente fue el arte de la narración oral y la posibilidad que da el teatro de escenificar cuantos sueños tengan los protagonistas lo que la cautivó cuando apenas cumplía los seis años de edad. La mayor responsabilidad recayó entonces en su prima Leticia López, de las primeras generaciones de instructores de arte, quien por la década del ´90 era la instructora de la especialidad de teatro de la escuela primararia Manuel Sanguily, en el municipio de Sagua de Tánamo.
“Recuerdo que me encantaba la manera en que motivaba a los niños a jugar al teatro y guiada por ella llegué hasta la Casa de la Cultura José Tey en la que estuve como aficionada hasta graduarme de noveno grado. Por aquella etapa yo solía decir y, aun hoy lo sostengo, que no podría haberme formado en otro oficio que no fuese el del instructor de arte”.
Aunque son muchos los buenos momentos que guarda en su memoria de la etapa de estudiante en la que aprendió de dirección escénica, gracias a la exigencia y dedicación de su profesor Carlos Bonaga no fue hasta que pisó, por primera vez, una escuela que supo había escogido el camino correcto.
“Cuando me enfrenté a esa cotidianidad del profesor que enseña arte porque siempre se nos explicó que no íbamos a ser artistas, sino educadores, capaces de formar el gusto estético en personas de todas las edades que me percaté cuánto me gustaba lo que hacía”.
“En general me encanta trabajar con los niños por la sinceridad con la que son capaces de entregarse al arte y en el caso de aquellos que provienen de la enseñanza especial he de reconocer que es incluso más gratificante porque les ayudas a descubrir, tanto a ellos como a sus familiares, que en la creación no existen barreras que te impidan alcanzar tus sueños ”.
Convencida de que lo esencial es invisible a los ojos desde hace unos dos años se dio a la tarea de crear el proyecto “Caritas felices” que agrupa a personas síndrome de down de entre 12 y 49 años de edad, cuyas limitaciones se concentran mayormente en el habla, la motricidad y el aprendizaje y actualmente impulsa otra iniciativa de carácter inclusivo al que se suman niños y adolescentes con parálisis cerebral infantil.
“El trabajo comunitario es la esencia del instructor de arte. Nosotros somos ese ente que de conjunto con los promotores culturales procuramos sembrar semillas cuyos frutos perduren en el tiempo, pues se trata de consolidar proyectos que en el futuro no pertenezcan a una persona en específico, sino que formen parte de las tradiciones del barrio.
“No se puede perder de vista que en una comunidad la más importante institución cultural es la escuela, en ella no solo se aprende a leer y a escribir, sino a conocer, sentir y disfrutar de las raíces de la cultura cubana; mientras que en los Consejos Populares el propósito está encaminado a descubrir, por ejemplo, a la abuelita cuyo tejido es único por las particularidades de su punteado o al campesino que en las tardes se sienta a trabajar con la naturaleza muerta. Llevar estas experiencias en ambas direcciones constituye la esencia de nuestro quehacer”.
Nidia, desde sus funciones como presidenta de la Brigada José Martí de Sagua de Tánamo desde hace siete años no puede ocultar sus muchas expectativas con el rescate de la escuela de instructores de arte, programa que ya inició con los preparativos para el proceso de captación de los interesados en formar parte de estos “Médicos del Alma” como bien los llamó Fidel.
“Saber que en unos años contaremos con una nueva generación de instructores con una metodología y forma de pensamiento diferente es un soplo de vida para el movimiento que nos emociona mucho y, la Brigada de conjunto con los metodólogos de Casas de Cultura y los especialistas del sector de Educación estaremos colaborando en la captación y posteriormente formación de esos aspirantes”.
Para quien la vida es un gran teatro y todos somos personajes que al final de la función siempre queda una lección que nos lleva a ser mejores seres humanos, no es casual descubrir que su pequeño Edilson Castañeda de 11 años también lleve como parte de su información genética la vocación por las artes escénicas.
“Mi niño es lo más especial y travieso que tengo en la vida. Sinceramente no creo que haya ejercido en él una influencia directa, nunca se lo impuse, él se ha ido involucrando solo y eso me hace muy feliz, sobre todo, porque veo que más allá de los aplausos él disfruta la alegría que despierta en las personas cuando declama un poema o confecciona un títere y cuenta una historia”.
Fotos: Cortesía de la entrevistada.
“Reanimar las comunidades, fundamentalmente, aquellas de dífícil acceso es hoy uno de los desafíos más urgentes de los Instructores de Arte, pues no se trata solo de llegar con una brigada artística, sino volvernos parte del barrio y de su gente, esa es la esencia que soñó Fidel para nosotros y de la que vivo orgullosa y agradecida”.