Holguín, Taller Literario para contar fantasía y ficción
- Por Heidi Calderón Sánchez
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Fotos de la autora
Como iniciativa de un grupo de jóvenes apasionados con el complejo camino de escribir ficción, surgió en Holguín el Taller Literario de Fantasía y Ciencia Ficción, para encauzar las necesidades creativas de nuevas generaciones que buscan amparo institucional en la Casa de Cultura Municipal Manuel Dositeo Aguilera, centro que, al igual que otras de su tipo en Cuba, acoge iniciativas de arte comunitario.
La Peña de Literatura de la mencionada institución devino en debut para mostrar las creaciones. El escritor y periodista Rubén Rodríguez González asistió como invitado y ofreció una conferencia sobre el arte de contar cuentos desde la Ciencia Ficción y la Fantasía.
“Me parece interesante y fructífero que tantos jóvenes creadores se organicen en un grupo creativo temático como este”, acotó el escritor, “hasta donde sé, es la primera vez que esto ocurre en Holguín, pues la tendencia histórica, en materia de creación literaria, ha apuntado hacia la temática realista”.
La idea de crear un nuevo espacio se gestó desde el habitual nido de narradores noveles que es el Taller Literario Pablo de la Torriente Brau, que ha rendido frutos y del cual han tomado parte muchos de los más prestigiosos escritores holguineros.
Talía Ricardo Castro, quien es coordinadora y una de las creadoras del nuevo taller, declaró a ¡ahora! digital: “Notamos que hay muchas personas que aman el género de la fantasía y la ciencia ficción, inicialmente éramos un grupo en redes sociales que simplemente hablábamos de estos temas, luego hicimos el primer encuentro presencial, y ya lo convertimos en espacio fijo de todos los meses”.
“Analizamos cuentos nuestros, también leemos literatura cubana y universal, al final de cada encuentro queda un ejercicio creativo o tarea pendiente para el próximo taller y así surgen ideas, nos obligamos a explorar formas nuevas de narrar, maneras ingeniosas de mezclar fantasía y ciencia ficción con otros géneros”, comenta la joven escritora.
Joselín Pupo, jefe de departamento de Literatura de la holguinera Casa de Cultura, comenta que el recién surgido espacio no cuenta aún con el respaldo de un local fijo donde poder reunirse, pues al igual que el taller “Pablo” debe efectuarse en otras instituciones, o incluso la vivienda de alguno de sus miembros, pues la Casa de la Cultura de Holguín se encuentra sometida a una prolongada reparación.
“Lo mejor que tiene el surgimiento de este taller es que nace del interés de sus propios miembros y que son jóvenes, ese es nuestro mayor objetivo, crear afición, en este verano hemos hecho diversas actividades que responden a esos intereses, y cuando comience el próximo curso escolar estaremos ejecutando diferentes tipos de intervenciones que propicien el intercambio y la lectura con los estudiantes”, comenta el promotor.
“Hay muchos niños y jóvenes que escriben y a veces no saben de la existencia de los talleres literarios, donde ellos pueden encontrar orientación, es necesario identificarlos para poder ayudarlos, y si todos no llegan a ser escritores no es lo importante, surgirán buenos lectores, que también es necesario”.
El Sistema de Casas de Cultura de Cuba, surgido desde enero de 1978, cuenta con un entramado de instituciones que acogen el arte en todas sus vertientes y brindan un espacio a los niños, los jóvenes y los aficionados, sin distinción y a lo largo de toda la geografía cubana, por lo que este trabajo ha logrado ser reflejo de las expresiones populares más autóctonas y diversas. Estas Casas han sido hábitat de la comunidad, han contribuido a cultivar arte mediante cursos, exposiciones, presentaciones de artes escénicas y muchas otras actividades.
José Luis Betancourt Carbonel es uno de los participantes en taller de Ciencia Ficción y Fantasías de Holguín, “Yo siempre he sido una persona muy cerrada,” cuenta el joven, “cuando llegué no sabía que existía esta forma de estudiar la literatura, entré muy frío y la verdad es que he crecido de manera completa, no solo en la literatura sino también emocionalmente, me ha ayudado porque en el grupo nos complementamos de muchas formas, sabemos dar opiniones respecto a nuestros escritos sin que nadie se sienta mal”.
La única forma de aprender a escribir es mediante la práctica, por eso funciona el unirse en talleres y acompañar el proceso creativo que requiere costumbre, ayudar al aprendiz a escucharse, encontrar su propia voz; “en estos espacios surgen motivaciones, ideas, se establece una conexión muy favorable entre escritores, algo que ayuda a encontrar soluciones de manera repentina”, así lo expresa el escritor Rubén Rodríguez mientras lo escuchan con avidez los jóvenes, confiados todos en esta forma de creación conjunta.