Yamilka, al timón de su propia vida
- Por Yani Martínez Peña
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A veces, se necesita más valor para cambiar de senda en el momento correcto que para seguir de frente contra todos los obstáculos. A veces, la vida te tiende emboscadas en la vía y es en ese momento que, como movidos por una fuerza superior, extraordinaria, tomamos las decisiones más arriesgadas, esas que son como jugar a cara o cruz, o como borrón y cuenta nueva... esas que solo toman las mujeres atrevidas, como Yamilka.
"Cuando terminé el preuniversitario en el Varona, era militante de la Juventud. En ese momento hubo un llamado y me presenté para el servicio militar femenino voluntario. Me reclutaron en la brigada de la frontera en Guantánamo, donde pasé un año para poder optar por la orden 18, que me daba la posibilidad de continuar estudios superiores. Así inicié ese camino. Una vez terminado, pasé al pre militar en San Andrés y opté por estudiar en la Universidad de Oriente, donde cursé cinco años en la especialidad de Licenciatura en Psicología.
"Cuando me gradué, recibí directamente mi ubicación. Culminé como la orden 18 más integral del año 2000, lo que me permitió ser la primera en escoger. En ese momento estaba la oferta de insertarme en la Delegación Territorial de Aduanas, la cual acepté. Me trasladé a Holguín como adiestrada en el departamento de Recursos Humanos. En mi primer año de formación fui seleccionada para la reserva del jefe de departamento, lo que me abrió las puertas para mi preparación en todos los subprocesos de capital humano. Más tarde, fui nombrada jefa de Recursos Humanos, cargo que ocupé durante diez años.
"Al ser parte del consejo de dirección, tuve que superarme en otros aspectos. Decidí inscribirme en la escuela de automovilismo y obtuve las categorías cuarta y quinta, que actualmente equivalen a A y B.
"Alrededor del año 2010, ya tenía a mi hija mayor y se me hacía difícil compatibilizar mi horario en el aeropuerto con su cuidado, ya que era madre soltera. Vivía con mi mamá, pero los horarios eran complicados. Por ello, me reubiqué en la empresa Recapadora de Neumáticos, en el área de Recursos Humanos, como especialista en gestión de recursos humanos. Atendía la política de cuadros y la superación de la entidad. Como ya tenía experiencia en el área, la inserción fue más fácil y trabajé allí durante siete años.

Toda mujer sabe que los hijos nos cambian la vida, que cuando ellos están bien todo está bien, pero cuando algo les afecta perdemos el equilibrio y hasta no estar seguras de que están a salvo, nuestras metas quedan en un segundo plano.
"Cuando mi hija se recuperó, pude reincorporarme al mundo laboral. Cerca de casa estaba el seminternado Luis Peña, que en ese momento no contaba con un psicopedagogo. Hablé con ellos y logré insertarme, lo que me permitió equilibrar mi vida familiar con el trabajo. Durante esa etapa, realicé una Maestría en Orientación Educativa.
"Mientras estudiaba, establecí relaciones más cercanas con la universidad y tuve la oportunidad de quedarme como profesora de Psicología. Trabajé allí durante un año, pero no logré compatibilizarlo con otro empleo. Busqué un pluriempleo, pero los horarios no me permitían moverme entre instituciones educativas."
A veces solo se necesita entender que es momento de dar el timonazo definitivo, y buscar dentro de una las fuerzas para hacerlo.
"Consciente de mis habilidades, decidí explorar opciones laborales distintas. Sabía manejar y tenía toda la documentación en regla. Pregunté entre amigos si conocían alguna oportunidad para trabajar como conductora, pero me encontré con prejuicios. Me decían que debía ser alguien de confianza y que, al ser mujer, sería más difícil.
"Solo una persona de mi comunidad religiosa, me ofreció ser su ayudante en su triciclo de combustión. Me sugirió acercarme a la agencia Taxi Cuba y hacer los trámites correspondientes. Así lo hice y, con el tiempo, fui seleccionada para un proyecto de triciclos eléctricos. La agencia me dio la oportunidad de ser titular de un vehículo y así me convertí en chofer profesional.
"El contrato con la agencia no me permitía mantener mi vida docente, por lo que intenté buscar opciones para continuar con clases los fines de semana. Sin embargo, al evaluar la carga de trabajo y mis responsabilidades como madre soltera, decidí renunciar a la universidad."
A pesar de tomar los riesgos, las soluciones no son mágicas, siempre quedarán desafíos por enfrentar y con ellos el crecimiento personal es permanente.
"Uno de los principales desafíos fue reestructurar mi rutina para poder atender a mi hija. Tuve que trasladarla a una escuela más cercana, ya que mis horarios no me permitían llevarla ni recogerla. Además, cumplir con las exigencias laborales del contrato fue un reto: debía estar en la agencia a las 6:30 a. m. y cumplir con 16 vueltas diarias. Actualmente, realizo 23 vueltas.
"Otro desafío ha sido mi estado de salud. En los últimos meses he pasado por un proceso difícil, con ingresos hospitalarios y un sangrado que redujo mi hemoglobina a cuatro. Me han transfundido seis veces y, aunque ahora tengo hemoglobina en ocho, sigo trabajando con anemia. Esto me deja agotada, pero sigo adelante."
Parece un lugar común, cuando se intercambia con mujeres que se desempeñan en roles habitualmente ocupados por los hombres, preguntarles acerca de si han sido víctimas de estigmas o discriminación por su condición femenina; pero es necesario, porque en sus respuestas siempre aparecen nuevas formas de evidenciar este flagelo, que continúa latente en una sociedad como la nuestra.
"También he tenido que enfrentar prejuicios. Algunas personas creen que mi triciclo debe estar siempre impecable por ser mujer, y he tenido que responderles que mi vehículo puede ensuciarse igual que el de cualquier hombre, ya que realizo el mismo trabajo y esfuerzo.
"En cuanto a la discriminación en este oficio, persisten tabúes. Cuando fui seleccionada entre 20 hombres, muchos se sorprendieron al ver que tenía licencia de cuarta y quinta categoría. Incluso en la calle, las personas me tratan con términos masculinos como "socio" o "compadre", y cuando les corrijo, se disculpan.
"Un día, en un semáforo, una niña pequeña vio que yo manejaba y exclamó asombrada: "¿Qué hace esa mujer ahí manejando?". Le respondí que las mujeres también conducimos y que algún día su mamá podría enseñarle. Sus padres no reaccionaron, lo que me hizo reflexionar sobre cómo los estereotipos siguen transmitiéndose a las nuevas generaciones."
Al final del día, cuando Yamilka parquea a su amarillo compañero y regresa a su hogar, la espera su hija para quien tiene el orgullo de ser ejemplo de mujer guerrera. A sus brazos regresa siempre, con el placer que produce hacer lo correcto y servir bien a los demás.
"A pesar de las dificultades, mi trabajo también me ha traído satisfacciones. Muchas madres confían en mí para trasladar a sus hijos, y antiguos alumnos me reconocen y me piden ayuda con el transporte. Este tipo de confianza y reconocimiento hacen que todo valga la pena.
"Aun cuando no estoy ejerciendo mi profesión, sigo superándome. Estoy realizando estudios doctorales y, aunque algunas personas no lo entienden, mi deseo de aprender es lo que me ha permitido salir adelante en diferentes etapas de mi vida."
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