Sagrada Familia

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familiaPhoto: Revista VivePor cosas del destino y del periodismo conocí a Tay, una joven de 32 años con una hija de 20. Contrario a los que muchos pudieran pensar, ella no dio a luz a los 12 años. Tay, cuando era apenas una adolescente y llegó a la mayoría de edad, asumió la tutoría legal de su prima, quien con cinco años quedó huérfana de madre y padre.
 
“Tengo tres hijos: una hembra y dos varones”, me dice, y ante mi curiosidad, me cuenta de aquellos días en que la muerte de su tía fue un duro golpe para su familia materna, que asumió la crianza de la pequeña, hasta que Tay, al cumplir los 18 años, se convirtió en su tutora legal.

“Imagínate, empezaba a construir mi propio camino, que desde ese momento, fue el de ella también”, comenta. Pero Tay insiste en señalar que no estuvo sola, el resto de la familia se esmeró y esforzó para que la pequeña tuviera una vida normal, desde un respaldo psicológico, hasta el vínculo con la escuela, la orientación constante y educación adecuada.

Dice que su abuela de 74 años es el centro y el pedestal de la vida familiar. “Siempre nos ha inculcado buenos valores y esa necesidad de compartirlo todo”, afirma Tay, mientras recuerda cada encuentro, intercambio de regalos, cumpleaños, las bromas y hasta los grandes acontecimientos alrededor de hechos aparentemente insignificantes.

Todo esto ha influido en que aquella pequeña, hoy es Educadora de Círculo Infantil y se proyecta para superarse y empezar estudios universitarios. “Ella es una versión mejorada de mí, la aconsejé para que tratara de evitar los errores que yo había cometido por falta de orientación, y estoy agradecida por lo receptiva que ha sido y la confianza que me demuestra”, expresa emocionada.

A algunas mujeres, como Tay, simplemente la maternidad les llegó por situaciones “no comunes” y asumieron su rol. Otras, tienen la oportunidad de decidir el número de hijos que desean tener y el momento de hacerlo, como un derecho y oportunidad alcanzados por las féminas.

De ahí, que las sociedades, inclusive la cubana, pondere la tan necesaria planificación familiar, teniendo en cuenta el control y realización de la reproducción humana, ya sea mediante el conocimiento y utilización de los métodos anticonceptivos, así como de tratamientos para la infertilidad.

Afirman los especialistas, que un buen proyecto de planificación familiar ayuda a reducir la mortalidad infantil, previene las ITS, evita embarazos involuntarios o de riesgo, así como hijos e hijas no deseados. También permite a las personas tomar decisiones bien fundamentadas respecto a su salud sexual y reproductiva, a lo más conveniente para su bienestar físico y mental.

Brinda, además, la oportunidad de que las mujeres mejoren su educación, ejerzan autonomía y puedan participar más en la vida pública. La tendencia es tomar la decisión de tener un hijo en presencia de un embarazo, cuando debería ser planificado y decidido con anterioridad.

Pero independientemente del momento en que se disponga traer un hijo al mundo o asumirlo como tal, la familia alrededor del pequeño debe manifestar actitudes responsables y buenos valores. El ambiente familiar debe propiciar el debate, la confianza, la libre expresión, compartir lo que los hace iguales pero también diferentes, donde cada quien encuentre paz, cariño y comprensión.

Cada día es vital el papel de la familia en la orientación y educación de los individuos que se insertan en la sociedad como ente activo, pues la escuela no debe ser la única encargada de formar hombres y mujeres de bien. Familia-escuela-sociedad es una relación de trabajo en conjunto que aglutina a todos los involucrados en la formación de las nuevas generaciones.

Sin importar raza, orientación sexual o prejuicios sociales, la familia tiene el poder de enfrentar “tormentas” y superar obstáculos, pues no en vano, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la asume como “...el elemento natural y fundamental de la sociedad...”.

Por ello, nos sobran motivos para recurrir a “ella” en busca de fuerza y amor, sonrisas y regaños, apoyo y consejos, y disfrutar, como Tay, del poder que emana ese núcleo que todos llamamos familia.
 
 
María Caridad Martínez Peregrín
Author: María Caridad Martínez Peregrín
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Licenciada en Periodismo y futura Máster en Historia y Cultura. Me gusta el deporte y la cultura, pero escribo más sobre industrias, alimentos y el comercio. Además de periodista, aveces me transformo en gastronómica y actriz adolescente.

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