Camilo Cienfuegos: Fuerza y poesía

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Camilo Cienfuegos

 

"Camilo fue el compañero de cien batallas, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa... Camilo era Camilo, Señor de la Vanguardia, guerrillero completo que se imponía por esa guerra con colorido que sabía hacer”.

 Ernesto Guevara

 

Aquel sábado, 6 de febrero de 1932, nacía el tercer hijo de José Ramón y Emilia en una casa en la barriada de Lawton (calle Pocitos No. 228); con una especie de bendición, por el carisma y buenos sentimientos que marcarían la vida corta, pero intensa que tuvo.

 

Al niño capaz de ahorrar el dinero de la merienda y donarlo a través del Comité de Ayuda que presidiera su padre, a los pequeños huérfanos de la Guerra Civil Española, le sobrevino el joven inclinado por el arte que ingresó a la Academia “San Alejandro”. El que además de su adorado béisbol, jugó voleibol, nadó, montó bicicleta. Bailador. El que trabajó en una tienda habanera como mozo de limpieza, dependiente. El que fue sastre, ayudante de cocina... El hombre justo, amable y valiente que por donde pasara iría encantando a todos.

 

Le sucedió el combatiente y revolucionario, que participó en diversas manifestaciones y escribió para el periódico “La voz de Cuba” un crítico artículo contra Batista. El que estuvo preso, fue torturado, fichado por los sicarios del régimen dictatorial, padeció destierro, continuó su labor en el exilio.

 

El último elegido para subir al Yate Granma. No tenía suficiente entrenamiento militar, pero al ser enviado al campamento de Abasolo, Estado de Tamaulipas, y prepararse en guerra de guerrillas y práctica de tiro demostró agallas, que puso en práctica junto a sus compañeros en Alegría de Pío, el 5 de diciembre de 1956, su bautismo de fuego.

 

El que logró el respeto del enemigo, demostrado cuando tomó el cuartel de Columbia y los militares de la tiranía lo aplaudieron.

 

El que cuando sus hombres tratan de sacarlo herido del escenario de lucha, ordena que lleven primero a otro combatiente herido, y grita: “O lo cargan ustedes o lo cargo yo”.

 

El que recibe de manos de Fidel la orden de conducir la columna número 2 “Antonio Maceo” desde la Sierra hasta la provincia de Pinar del Río, para extender la gesta libertadora al occidente del país; y en esa travesía junto al Che, además de las largas caminatas, los heridos, y el cansancio, tuvo que lidiar hasta con un pequeño ciclón que azotó la zona; y durante 31días de marcha solo comió 11 veces.

 

El que tras el triunfo de enero formó parte del alto mando del Ejército Revolucionario como su jefe supremo; y enfatizaba en sus discursos la importancia de la unidad.

 

El que dicen era muy enamorado. El hombre de las mil anécdotas, como lo llamó el Che; que se ganó epítetos como “El Comandante del Pueblo”, “Señor de la Vanguardia”, “Héroe de Yaguajay” o “Héroe del sombrero alón”; y que Vilma Espín, considerara “lleno de fuerza y poesía”.

 

El que montó en el Cessna 310, número 53, rojo y blanco, y con solo 27 años, se hizo mar, por su igual inmensidad; rompió con su sonrisa el tiempo hecho recuerdo; y cada octubre con la misma humildad y sencillez, se vuelve un ramo de flores en la mano de un niño.

 

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