Cultivar el afecto
- Por Hilda Pupo Salazar
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Dar, sentir y recibir afectos aportan a una mejor estabilidad emocional y epistémica de cada persona, como un fenómeno psicológico que se identifican y asocian con sentimientos de ternura, amor y cariño.
Según especialistas, esa acción es en gran medida biológica, influida por disímiles neurotransmisores, a favor de regular las respuestas a estímulos afectivos, así como modular la regulación vehemente, a través de vínculos sociales, placeres, recompensas, motivaciones con regulaciones del estado de ánimo y bienestar.
De acuerdo con los estudios sobre la afectividad asigna una sensación subjetiva frente a cada acontecimiento de la vida y, por tanto, constituye una orientación para las conductas positivas, que inicia desde la misma relación existente con la madre durante la etapa fetal y en el mismo parto con el primer grito, luego en los iniciales años el niño(a) cautivan no solo la ternura sino valores y proceder más adecuados para conducirse en su existencia.
Luego ese afecto durante la niñez es muy influyente para definir la personalidad y determinante para consolidar una identidad tangible, a favor de una excelente autoestima, para encarar mejor desafíos y obstáculos con más confianza y mentalidad de victoria.
Y todo eso es posible porque alcanzas una complacencia intrínseca que contribuye a tu felicidad interna y confianza en ti, para enfrentar la vida, incluso en las más complejas adversidades, todo lo contrario, para quienes no recibieron constantemente afectos.
En la media que desenvuelves y amplías necesidades afectivas, empiezas a conocer diversos tipos de afectos: amistad, compañerismo, romanticismo, con experiencias trascendentes para saber por quiénes das, sientes o recibes ternuras y cómo las experimentas desde el mejor manejo de las emociones, entonces conoces las experiencias que te cincelan y desechas las nocivas.
Universalmente, el afecto se iguala a los sentimientos de unión hacia otros con expresiones: cariño, ternura o sensibilidad, desde palabras, acciones, sacrificios, sufrimientos… con la susceptibilidad que se experimenta, incluso, hacia lugares, mascotas u objetos, con una amplia escala de conmociones: alegría, amor, tristeza, enojo...
Los invitamos a reflexionar con: Gabriel García Márquez: “Cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre.” Santa Catalina de Siena, una laica dominica y mística venerada como santa en la Iglesia católica: “Como los pies llevan al cuerpo, así los afectos llevan al alma.” Stephen King es un escritor estadounidense: “No hay buenos amigos ni malos amigos, solo personas con las que uno quiere estar, necesita estar; gente que ha construido su casa en nuestro corazón” y a Jenofonte, historiador, militar y filósofo de la Antigua Grecia: “Solo a fuerza de favores se conquista a los espíritus mezquinos; a los corazones generosos se les gana con el afecto.”