Taylor Swift contra gigantes que quieren regresar en el tiempo
- Por Mariluz Mora
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Taylor Swift y la narrativa de los medios como un debate entre lo democrático y lo republicano en una América del Norte cada vez más desequilibrada.
La relevancia de Taylor Swift en la industria musical mundial es algo innegable desde hace más de una década –desde que se llevara a casa el Grammy a Álbum del Año, en 2010, por Fearless, el segundo de su discografía– y mucho más considerado que lleva casi 20 años en el mercado. Esto, más una trayectoria de 12 discos (el próximo a lanzarse este 3 de octubre) ha consolidado su nombre más que en el de una artista, en una marca. Es importante resaltar toda la estrategia comercial que existió tras el 2020, con el anuncio de las regrabaciones de sus 6 primeros discos, luego de que todos estos másters fueran comprados por el magnate musical Scooter Braun.
Todo este contexto conduce a un punto: tras dos décadas de carrera, el nombre de Taylor Swift es un producto. Un símbolo de compra y venta. Como mismo, una de las figuras más influyentes actuales. 12 Grammys, la artista más premiada de los IHearts y AMAs, el tour más taquillero de la historia y 4 veces Álbum del año, además de la película-concierto más vendida de la historia (superando números de Queen, Rolling Stones, Beyonce) su relevancia es innegable. Llamadas swifties (jugando con el apellido de la cantante) el fandom de la artista está reconocido mundialmente por ser uno de los más grandes del mundo. 115 millones de oyentes (Número 1 en Spotify)... de los cinco continentes. Así de poderoso es el nombre de Taylor Swift.
Entonces, es importante cuestionarse todo lo que rodea su nombre. Desde las alabanzas hasta los ataques. Durante el 2023, cuando Swift estaba inmersa en su último tour, una noticia se disparó en medios de todo el mundo: el gasto disparatado de sus jets privados a la hora de viajar por el mundo. Se dispersaron estadísticas, cuentas y declaraciones de "fuentes allegadas". El daño de Taylor Swift a la capa de ozono se convirtió en el tema de conversación de la mesa norteamericana... mientras aspectos como la débil administración de Biden, la guerra entre Rusia y Ucrania, incluso el gasto de otras celebridades, mucho mayor y más significativo, quedaba fuera. ¿Por qué solo contra Taylor Swift?
No era la primera vez. La problemática feminista, la campaña Black Lives Matters, marchas LGBT, el juicio de Blake contra Baldoni y demás... la noticia siempre es por qué Taylor Swift no ha hablado. Por qué Taylor Swift no ha solucionado. ¿Dónde está su dinero?
A veces en las noticias destacan sus buenas acciones. Más de 2 millones de dólares donados por toda USA. Recolecciones para hospitales especializados en tratamientos cancerígenos. Visitas y firmas hacia organizaciones sin fines de lucro. Regalos anónimos a fans en condiciones vulnerables. A la gente no le suele interesar mucho estas y rápidamente pierden el interés. Lo que quiere el público promedio norteamericano es una excusa para cancelar (como se llama a la lluvia de críticas en redes sociales, destinada a bajar la popularidad de determinada personalidad) a Taylor Swift. Misteriosamente y porque como la misma artista declarara en una entrevista a la revista Vogue, en el 2015 ("Lo más importante en este mundo es encontrar un buen abogado") no ha logrado su cometido.
Pero la cuestión, el punto, de todo esto, va hacia lo que Taylor representa. Taylor, que en las últimas elecciones presidenciales expresó explicitamente su apoyo a Kamala Harris. Taylor, que en 2020 celebró públicamente la elección de Biden. Que desde 2013, cuando alzó su voz sobre la importancia de ejercer el voto ha expresado sin cuestas que es abiertamente demócrata.
Entonces, ¿Por qué no cuestionarse que existe una guerra cognitiva hacia la figura de Taylor Swift, la marca, el concepto y la artista? Ese es el inicio de toda guerra. El cuestionarse cada principio.
Cuando, a partir de su primer día de campaña, Donald Trump atacara directamente a Taylor Swift por ser soltera, sin hijos y ya a mediados de sus 30. ¿No quedó claro quien era el adversario? A la narrativa tradicional y el fenómeno norteamericano (MAGA: make America Great Again) que defiende el patriarcado, el capitalismo en su forma más tradicional, los roles de género sacados de tiempos pasados, el racismo, la homofobia y xenofobia; no le conviene una figura como la de Taylor. No le conviene que exista un frente tan fuerte como el que su mercado representa, que reúne, en especial, los sectores que ellos repuden. MAGA quiere regresar en el tiempo, a encerrar a la mujer en casa, deportar al inmigrantes, encarcelar a la comunidad queer, a regresar al modelo de familia tradicional. Taylor Swift significa modernidad, seguridad y sobre todo, la voz alta de mujeres. Millones de mujeres. Justamente las que MAGA quiere silenciar.
Habrá que detenerse en algún momento a separar el campo de batalla. A determinar quién representa a quién. A cuestionarse, una y otra vez, el por qué. Solo así habremos de identificar las causas y frentes de esta guerra... y quizás encontrar las vías para acabarla.