Fidel, Fidel…eternamente Fidel

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Era una noche fría, matizada por la impaciencia ante la falta de jonrones de nuestros Cachorros. El Estadio repleto, como de costumbre, pero la gente comenzaba a marcharse y decidimos unirnos a la decisión de no apreciar la derrota. Justo a la salida suena el teléfono para dar una noticia más helada que la propia noche -Murió Fidel- ¿Fidel?- Sí, Fidel Castro, acaban de informarlo.
 
Entonces me empapo con la lluvia de preguntas que nos hacemos todos ante la pérdida de un familiar: ¿Cómo sucedió? ¿Por qué él? ¿Cómo será la vida a partir de ahora? En fin, demasiadas ideas a la misma vez y un dolor profundo, lágrimas. No moría el jefe, sino el líder; no el anciano, sino el padre; no el político, sino el más humano; no se trataba del nombre, sino de la leyenda; no del hombre, sino de la historia.

A esa hora tenía que hacer como todos en este oficio, en el que las emociones se impulsan hacia la hoja en blanco y no podemos estar tranquilos hasta echar afuera en forma de sintagmas el sentimiento. Con el temor de que las palabras no se ajustaran al molde del corazón. Con la responsabilidad de simplificar todo lo que representa Fidel.

Creo que cada uno llegamos hasta la capital con el pensamiento y apelamos a la formación de sentidos. Por la fuerza arrolladora de su concepto, inmediatamente surgieron las letras y melodías, los poemas y consignas. El pueblo se mantuvo “Cabalgando con Fidel” en cada velada de tristeza.

¿Birán, la Sierra o Santa Ifigenia? ¿Qué sitio tendría el honor de resguardarlo? Cualquiera hubiese sido adecuado, porque pertenece a cada rincón de este archipiélago; pero su lugar estaba junto a Martí, en el camposanto santiaguero. Luego emprendió su peregrinar por toda la Isla, en sentido inverso a su caravana de la Libertad; pero igualmente triunfante, inmortal.

Fue la más triste cobertura, la noticia que se resiste a ser cierta. Esperamos impacientes el instante de su paso a nuestro frente. Miles de personas formaban cordones en las aceras. Disímiles iniciativas: Niños vestidos de barbudos, ancianos con un pecho de medallas, jóvenes con rostro de banderas, gente gritando, llorando, agradeciendo…

Conocimos cada detalle de su recorrido, hasta que finalmente las rosas blancas y la fuerza de su presencia se pronunciaron ante nosotros. Escuchamos tantas veces aquel lema: “Fidel, Fidel, qué tiene Fidel…” y no acabamos de descifrarlo. Es una energía sobrehumana, magnética, indescriptible. No eran sus cenizas, era Fidel desde otra dimensión. Fueron jornadas intensas a todo perímetro.

Luego se refugió en una piedra guerrillera y hasta allí millones lo saludan. Otra vez aparece noviembre sin ti, pero contigo. Pasa el invierno, pero permaneces en lo más cálido de nuestro pecho. Sigue la vida con sus juegos y pese a los strike, desde lo que edificaste, sigues levantando las gradas y anotando carrera para nuestro equipo; para esta Cuba que pinta Viva Fidel con fuegos artificiales y asegura que la muerte no es pretexto: sigues recorriendo como en aguas y en un Granma nuestras decisiones, nuestros sueños y la férrea voluntad de continuar. Hasta Siempre Comandante. Noviembre vuelve para recordarte eterno.

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Comentarios  

# Maribel Flamand 25-11-2019 19:43
A pesar del tiempo para asimilar su partida, tu comentario me estremeció. Gracias Yenny por mantenerlo eterno.
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