De vagos y vagancias
- Por Isis Sanchez Galano
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Dicen que la pared de la esquina tiene “tatuada” su figura -también la de sus “amigos” de ocio- y que el más impensable subterfugio “meroliquero” ya le queda chico, pues hasta un “pedacito de cielo” puede vender.
Ningún vecino recuerda los tiempos en que era distinto, cuando dedicaba sus horas al trabajo y estaba dispuesto a servir a los demás. Ahora nadie lo reconoce y él mismo tampoco lo hace, porque su mundo se redujo al “invento”, al “a ver que cae”.
Así transcurre la vida para Omar, Carlos o Pedro, personajes que toman vida a lo largo y ancho de la geografía holguinera y que en edad de trabajo, pululan en la esquina, en el parque… o dentro del hogar sin hacer nada productivo.
Un recorrido por cualquier lugar del territorio en horas laborales, demuestra que la vagancia es una expresión visible que reina frente a nuestras casas, bajo nuestras narices y cual “cáncer devorador” motiva a cientos de desvinculados, pero incita también al ausentismo, la impuntualidad y el desinterés en el que trabaja, a la falta de calidad en los productos ofrecidos y los servicios prestados, indisciplinas que lamentablemente lastran la buena voluntad de otros.
En el año 1831 se hacía alusión en la literatura del país a este fenómeno cultural, histórico y genético, que portamos los cubanos tal parece que en la médula. José Antonio Saco insigne intelectual bayamés, juntó sus conocimientos en “Memorias sobre la Vagancia en la Isla de Cuba” en la que explicó sus causas y propuso las ideas más oportunas para atacarla en su origen.
Desde este estudio sociológico, es obvio que si todos los ciudadanos inactivos estuvieran vinculados cada día a formas especificas de empleo, el saldo productivo y económico fuese mayor para la nación.
Lo cierto es que durante años, el Estado cubano ha mantenido sin distinción o diferencia alguna, a esas personas que nada o muy poco aportan a la Revolución, que nunca sudan la camisa y, en cambio, viven mejor que aquellos que trabajan de sol a sol. Su existencia irrita al digno, al laborioso.Muchos se preguntan: ¿Para qué trabajar si el zángano vive igual o mejor que yo?
Entonces, ¿por qué no buscar una fórmula urgente para ponerlos a hacer algo útil?
Según diversos criterios, la holgazanería “no se cura con el mayor fuego o con el hielo más frío” y que retomar la ley adoptada en el país durante la década de los 60 contra ella, no va a resolver el mal. Primero, porque los tiempos son diferentes y segundo, los problemas también, y ante nuevas dificultades, deben erigirse nuevas soluciones.
No obstante, vale preguntarse: ¿Qué hacer para que el trabajo se vea realmente como una necesidad y un deber ciudadano?; ¿cómo se puede atraer a los desempleados a sectores necesitados de fuerza laboral como la agricultura, la construcción u otras? y por último, ¿qué tiempo más habrá que continuar denunciado esta situación para que la preocupación existente en todos surta efecto y se dé una respuesta a este tema como la que se espera?.
La necesidad de darle, de forma paulatina, valor al trabajo, es una verdad como roca, mas no se trata solo de una cuestión de remuneración económica y estímulos materiales; el reto es que, adictos por el vicio de obtener dinero fácil, los desocupados actuales dicen que nunca más trabajarían con el Estado, aunque ganen mucho más.
Pero esto, vislumbra otros de los bordes hirientes del fenómeno.
Por un lado, estoy segura que en el hijo del vago difícilmente se manifiesten mañana sentimientos de identificación con el trabajo. Si desde la infancia tuvo ventajas y privilegios gracias a un padre que sin doblar la cintura “tiene de todo”, ¿cómo reprenderlo después cuando rehuya de sus deberes escolares o de la disciplina colectiva? ¿Será educativo para el pequeño presenciar estas actitudes?.
Por otro lado, la aparición del criterio oportunista, del sujeto malintencionado que “caldea la situación”, que le hace juego a los enemigos internos y externos con sus opiniones, que sin dejar de ser verdaderas, no son expresadas en el lugar, en el momento ni con la forma correcta.
Nuestro Héroe Nacional en una oportunidad refiriéndose al trabajo afirmó: “La Suerte anda mirando a ver qué surge y el Trabajo siempre con el ojo listo y el ánimo fuerte, hace que surja algo. La Suerte se está en la cama, deseando que el cartero le traiga la noticia de una herencia, mientras que el Trabajo se levanta a las seis, y con la pluma o el martillo pone los cimientos de un seguro bienestar. La Suerte se atiende al fracaso, el Trabajo a la buena conducta… ¿Qué os gusta más, la Suerte o el Trabajo?”.
Vastas las palabras del Apóstol, por tanto, no podemos legarles a hijos, nietos y vecinos la actitud del holgazán, del parásito. Estas manifestaciones reales, no pueden deformar la conciencia de la sociedad. Decididamente, no.
Comentarios
Muy atinado su comentario, le hace honor a su belleza (con todo respeto). En mi humilde opinion eso que sucede ahora porque lamentablemente nuestro pais lo ha dejado hacer....quien para eso, el propio pais...Cuando nos demos cuenta que el igualitarismo en el siglo 21 es dañino.....pudo funcionar en otro momento historico, pero ya paso.
Gracias por leer mi comentario
DEBATE SOBRE LAS TRANSFORMACIONES DE LA CONSTITUCION DE LA REPUBLICA
DrC. Leopoldo Hernandez [censored]man. Profesor Titular. Doctor en Ciencias Sociologicas. Universidad de Holguin.
Nuestra inrevencion esta dirigida a agregar o enriquecer el contenido de este documento.
En el articulo 42 de las Disposiciones generales se plantea que los derechos de las personas solo estan limitados por los derechos de los demas, la seguridad colectiva y el bienestar general,etc. Este es el caso del trabajo como derecho y deber, pero sin ser obligatorio( El fenomeno de la vagancia).
En el titulo II: Fundamentos economicos en el articulo 31 se platea y cito: El trabajo es un valor primordial de nuestra sociedad. Constituye un deber y un derecho y un motivo de honor de todos las personas en condiciones de trabajar. Es, ademas la fuente principal de ingresos que sustentan la realizacion de proyectos individuales, colectivos y sociales.
Este articulo es enriquecido posteriormente en el capitulo II: Deberes y derechos en los articulos 75 y 76, pero estos solo hablan del trabajo como un derecho.
Ya se que existio una ley contra la vagancia y fue abolida por lo de los derechos humanos, pero en el caso concreto de la Cuba actual y futura que es la que proyectamos con un bloqueo economico agudizado y sin perspectiva de acabarse, con un envejecimiento poblacional y con un numero cada vez creciente de jovenes y personas en general que en edad laboral se dedican al trapicheo, a revender y a vivir de alguna forma del trabajo y las necesidades de los que si aportan, pero ademas recibiendo el apoyo del estado como por ejemplo con la canasta basica en gran parte subsidiada y que es tan cuestionada, especialmente por los que no producen, es una necesidad que se establezca como una obligacion.
Ya desde 1825 Jose Antonio Saco advertia en su libro Memorias sobre la vagancia en la isla de Cuba y cito:
• La vagancia es como una enfermedad moral, un cancer social devorador de valores, es el caldo de cultivo de la corrupcion, la especulacion, el robo y la indiferencia social(yo le agregaria para hacerlo mas actual y de la contrarevolucion).
• No puede un pais tener riquezas verdaderas, ser opolento y feliz sino se promueve el culto al trabajo.
• Es un gobierno debil el que carezca de medios para emplear a los ociosos, de fuerza para contenerlos y de energia para castigarlos.
Para resumir mi intervencion abogo porque se ponga explicitamente la obligatoreidad de trabajar como mismo existe la obligatoreidad del servicio miltar para defender la patria ya que considero que ser util es la mejor forma de hacerlo Pero de todas las cosas socialmente perjudiciales que se generan con la vagancia la que mas me preocupa es la influencia nociva que tiene en la formacion de las nuevas generaciones que ven al lumpen lucrar y al profesional, al trabajador, pasar limtaciones.