“Recibir el Premio Dávalos es una bendición”

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Fermin entrevista palabras al viento 01Fotos: Cortesía del entrevistado y archivo

Para el narrador oral y actor Fermín López, director de la compañía Palabras al Viento, el premio llegó un día como los demás, de mucho trabajo, de mucho estudio y, esa noche, fue al teatro sin sospechar…

Todavía con la resaca hermosa del triunfo en el corazón, confiesa su orgullo por haber recibido este lauro, que otorgan el Consejo Provincial de las Artes Escénicas en Holguín y el Complejo Cultural Eddy Suñol, a una vida dedicada a las tablas en cualquiera de las especialidades.

“Lo atesoraré con mucho cariño, porque te reconoce el trabajo que has hecho en tu vida, dedicado al oficio que amas. Llegué al momento en que mi carrera ha dado frutos y florece todos los días. Este premio implica un compromiso con mi público, con mis narradores, con mis actores; el esfuerzo para que cada día los espectáculos logren su excelencia”, declara.

“Recibir este premio que lleva el nombre de Alberto Dávalos, un excelente director y una persona fantástica, con quien tuve oportunidad de trabajar en varias ocasiones, es una bendición”, añade.

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Miembro de la Uneac, Hijo Ilustre de la Ciudad de Holguín, ganador de varios premios de actuación y dirección y presencia obligada junto a su colectivo artístico en los diversos eventos de la provincia, Fermín López Hernández conversa en exclusiva con www.ahora.cu y cuenta sobre sus orígenes, sus logros y retos.

- Nací en un barrio que se llama Palmarito de Bocas. Mi casa estaba entre dos montes de madera preciosa. Salía para la escuela en la mañana, regresaba a las 12 del día y ya casi no veía a nadie más hasta el otro día en la mañana, que me iba para la escuela. Estaba solo en la casa con mis padres y sus hermanos, que pasaban cuando venían de realizar las labores agrícolas.

Ese tiempo que pasé correteando por aquellos montes, en que convertía los charcos en mares, donde echaba mis barcos de papel; escuchar el canto de los pájaros, ver el sol salir por detrás de la Sierra de Gibara, el sonido de la lechuza en las noches, y que al cabo de los años todo eso formara parte de mis cuentos, que yo todas esas vivencias pudiera narrarlas en cada una de las historias, me hace muy feliz.

Hasta llegar a la secundaria básica viví en ese aislamiento, natural para las personas del campo, donde las casas quedan distantes. Cuando llegué a la secundaria básica era como si mis compañeros hablaran otro idioma, porque yo no conocía a ningún personaje de los muñequitos o quiénes eran los actores famosos de las películas.

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¿Cuánto influyó Velasco, ese pueblo que es puro realismo mágico?

- Para mi formación, Velasco y su Casa de Cultura son todo. Aprendí mucho porque esa Casa tenía un equipo técnico maravilloso y todo el que llegaba con ganas de aprender podía hacerlo. Aprendí sobre luces, cosas de tramoya, aprendí con los técnicos de sonido… Su equipo de trabajo fue mi mejor escuela. Cuando empecé a trabajar allí, el gran promotor cultural Félix Varona todavía estaba vivo y tuve la oportunidad de que viera mis primeros ensayos. Velasco es una tierra de artistas, dirigí mis primeros espectáculos en su Casa de Cultura y disfruté cada momento y cada espacio que me brindaba.

Nombres en tu carrera, maestros, la gente que te hizo...

- Hay una persona muy importante en mi vida, que me impulsó al mundo del arte, mi guía de pioneros Idania Barea, una mujer con una sensibilidad increíble y con una belleza natural; en sus actividades declamé las primeras poesías. Mi primera maestra fue la gran actriz Norma Arencibia, a quien le debo la mayoría de las cosas que aprendí en el mundo del teatro y también de la vida, porque estuvimos mucho tiempo juntos, y tuvimos oportunidad de dialogar mucho. Fue importante el tiempo que trabajé con el maestro Nelson Dorr, quien sabía que yo quería dirigir y me aclaraba cada duda. Luego, en el mundo de la narración oral, llegaron a mi vida las maestras Mayra Navarro y Elvia Pérez. Del taller que tuve con el maestro africano Jasane Couyate, quedé claro de qué quería hacer y cómo lo quería hacer.

¿Cómo sacar adelante esa compañía que es mucho más que palabras y viento?

- Palabras al Viento, más que una compañía, es una familia, con todos los componentes de una familia. Son personas que se aman, que tienen diferentes criterios, que reaccionan de distintas maneras ante las situaciones de la vida; incluso cada uno puede defender un estilo distinto dentro del mundo de la narración oral. Pero en el momento de hacer los trabajos grupales nos acoplamos.

Palabras al Viento es un central y una unidad militar: un central porque todas las piezas están engranadas, si falla una pieza, no produce azúcar; una unidad militar, por la disciplina. Siempre les digo que la humildad y la capacidad de conmoverse ante las pequeñas cosas de la vida no las podemos perder.

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La compañía sale adelante porque no dejamos de trabajar nunca y porque constantemente estamos pensando en nuestro público, en cómo hacerlo feliz, en cómo hacerle llegar un producto que le permita soñar, y a nosotros, hacer realidad el sueño.

¿Qué supone dirigir actores, técnicos, gente como uno? Dicen que eres dulcemente estricto...

- Dirigir es bastante difícil; dirigir actores es un poco complicado; dirigir a los técnicos es más complicado aún. Con los actores haces trabajo de mesa y van entendiendo el espectáculo, tu concepción de montaje, a dónde quieres llegar. Sin embargo, al equipo técnico que va a ponchar luces, que va a tirar el sonido, que va a hacer la tramoya, tienes que enamorarlo y hacerle entender lo importante que es la obra y a dónde tú quieres llegar con ella, que no lo vean como una simple representación. Tienes que comprometerlo con el espectáculo y demostrarle la grandeza de eso que están haciendo.

Soy muy estricto con los tiempos. Cuando llego al teatro, ya lo llevo todo pensado; no me gusta improvisar y más en un espectáculo que, supuestamente, ya está listo para poner en escena. También soy estricto con el sistema de entrenamiento que tienen mis narradores y con su superación personal, porque eso va a permitir la excelencia de nuestros espectáculos, el respeto a nuestro público y a la obra de nuestros autores.

¿Eres un hombre de retos, capaz de montar un espectáculo para niños en pocas semanas, o un hombre de método?

- Me encantan los retos, en varias ocasiones he sido retado. Los más grandes han sido impuestos por Ediciones La Luz; otro fue con La luna en el paño, por el poco tiempo que tenía para montar el espectáculo. Sin embargo, he creado un método para montar mis propios espectáculos y mis narradores lo conocen al dedillo.

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¿Cuánto tiene que ver la intuición con tu repertorio?

- En mi carrera la intuición es todo y también la primera impresión, que creo mucho en ella; o sea, cuando llega a mis manos un libro, un cuento, la primera palabra, la carátula del libro, las imágenes que veo cuando leo las primeras líneas de un texto. Es todo mezclado, es intuición con la primera impresión, que me permite ir creando un espacio fabular donde voy a mover a mis personajes.

Delinéame el montaje de una obra cualquiera, a partir de la selección de un texto...

- Tengo una manera muy particular de montar los espectáculos, un estilo muy propio y es una mezcla del teatro con la narración oral. Primero, hacemos el trabajo de mesa con todos los pasos pertinentes, pero a la hora de montar respeto las técnicas de la narración oral. Ellos no se aprenden el texto de memoria; para llegar al ensayo se aprenden la idea del texto y me encanta trabajar con su universo de palabras y su universo gestual; o sea, darles la posibilidad de que elaboren el texto, pero ya en el proceso de montaje voy realizando aperturas a otras manifestaciones del arte: la danza, las artes plásticas, la música… siempre trabajando con las potencialidades que tiene cada uno de ellos. Aunque parezca que nos estamos alejando al texto original, no es así; nos estamos acercando porque, al no sentirse presionados, ellos vuelven al texto original constantemente, a consultarlo, y sienten cada vez más la necesidad de decir.

¿Cómo les influye ese trabajo comunitario que incluye hasta una biblioteca propia?

- Contar cuentos de la biblioteca en ‘La hora del cuento’ es un entrenamiento. El trabajo comunitario que hacemos ha enriquecido nuestro repertorio porque, en la comunidad, las personas están en su entorno, se muestran desinhibidas, y cuando acabas de contar, ellos también quieren contar o te hablan de personajes que existieron o existen en la comunidad. La raíz del narrador oral está en el cuentero popular. La biblioteca es como nuestra segunda casa.

Sus espectáculos resultan poco ortodoxos, pues utilizan atrezo, escenografía y explotan lo escénico de una manera próxima al teatro...

- El estilo que obedece a la escuela ortodoxa es el del narrador oral vestido de blanco y negro y sin moverse mucho. En el caso nuestro, hemos incluido la escenografía, la utilería y la imbricación con otras manifestaciones artísticas dentro del espectáculo, por eso nos ven como “experimentales”. Como dice la maestra Elvia Pérez, un narrador oral debe empezar por donde utilice solamente la palabra sin ningún artificio y luego tiene la oportunidad de poner todo lo que desee en sus cuentos.

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¿Por qué incursionan hacia lo dramático para adultos?

- Siempre hemos querido trabajar para todo tipo de público. Comenzar a trabajar para adultos fue un reto, pero también era una necesidad. Deseábamos trabajar obras importantes, nuestro público necesitaba escuchar estos cuentos, descubrir autores que escribían para adultos. Hicimos varios trabajos de ese tipo, pero fue con Bodas de Sangre, de Lorca, donde hice un arreglo para la narración oral que tenía varios momentos de teatro, un trabajo difícil porque, en pocos segundos, ellos tenían que dejar de interpretar el personaje y convertirse en narradores. Después, trabajamos Confesiones, inspirado en el libro de los abrazos de Eduardo Galeano; estos dos espectáculos y Alabanzas para una ciudad nos dieron la seguridad para seguir trabajando para adultos. Fueron espectáculos que disfrutamos mucho, por la riqueza de sus textos y por la complejidad de los montajes.

Recién abrieron una peña café erótico, ¿qué podemos esperar de él?

- El Café@erótico fue un espectáculo que montamos hace muchos años y decidimos retomar. Tenemos montados varios cuentos eróticos, que varían en cada peña. Como la mayoría de los cuentos están contados en primera persona, el público tiene que descubrir si la historia le ocurrió a quien lo está narrando. Es un espacio lindo, las personas disfrutan mucho. Por supuesto, se brinda café, y es una manera de promocionar libros que tratan esta temática y a sus autores.

Si alguien ha tenido una vivencia y quiere que sea contada, nos la puede hacer llegar a nuestra sede, la trabajamos y la narramos en el próximo espectáculo. Por supuesto, tiene que ser algo erótico.

Mantienen un vínculo peculiar con instituciones de la literatura, como Ediciones La Luz, ¿por qué?

- Palabras al Viento es una compañía privilegiada, por la relación que hemos logrado establecer con las editoriales de nuestra provincia y con el Centro Provincial del Libro. De La Luz ha salido la mayor parte de la riqueza de nuestros espectáculos, de nuestros textos. Nos ha posibilitado establecer vínculos estrechos con sus autores y estamos incluidos en infinidad de proyectos que se gestan desde la editorial. No todos los narradores orales, en Cuba y en el mundo, tienen esta posibilidad. Con Ediciones Holguín también tenemos las mejores relaciones, además de todo el apoyo del Centro Provincial del Libro y la Literatura, que nos ha permitido promocionar, además de la literatura, nuestro trabajo. Estamos eternamente agradecidos.

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¿Por qué su sede al pie de la loma? ¿Cuál es la mística?

- Hace 15 años, no teníamos dónde ensayar y nos encontramos este espacio, que eran los camerinos abandonados del anfiteatro de la Loma de la Cruz. Fuimos conociendo a los vecinos, que empezaron a creer en el trabajo que queríamos hacer. Nos fuimos enamorando de aquel sitio, los comunitarios hicieron que nos sintiéramos parte de ellos y fuimos creciendo día a día. La Loma de la Cruz y cada una de las personas que allí habitan nos abrieron los brazos y nosotros, en 15 años y como buenos hijos, hemos querido devolverle con cuentos y cariño esa hospitalidad.

¿Qué impulsa a Palabras al Viento?

- Nos impulsa que, a veces, con una sola palabra podemos arreglarle el día a alguien o hacer sonreír a un niño. Este oficio nos permite creer que una hormiga puede comerse la cúpula de una catedral de un solo bocado. Nos impulsa el deseo de mantener el arte de contar cuentos a viva voz y que las historias no mueran, sino que viajen de pueblo en pueblo, de parque en parque, y de generación en generación.

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