Sheyla Hernández: Con el judo hasta lo más alto
- Por Calixto González Betancourt
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Fotos: Alexis del Toro
Abrumada por tantos homenajes y feliz encontré en su hogar a la judoca Sheyla Samarian Hernández Estupiñán, la primera mujer holguinera con una medalla en Juegos Paralímpicos (categoría J2), luego de su plata reciente en París, en más de 70 kilogramos.
Había bullicio y mucho ajetreo en su casa, en el reparto Santiesteban de la ciudad de Holguín, pues los familiares de Sheyla seguían celebrando el gran resultado de la judoca, quien hizo un aparte para conversar con nosotros.
Hacia solo un rato que había llegado de un homenaje en la EIDE. Arribó a Holguín el pasado domingo, e inmediatamente recibió la entusiasta bienvenida, en hogar muy concurrido y la presencia de las máximas autoridades de la provincia y el municipio. Al día siguiente fue congratulada en la dirección provincial de Deportes y en el Gobierno del territorio.
Esbelta, amable y risueña, la joven de 23 años se refirió a su andar en el deporte, particularmente en el judo, a contratiempos y recompensas. Desde que comenzó a entrenar sobre la hierba hasta sobresalir en los tatamis más renombrados del mundo.
“Antes practiqué brevemente otras disciplinas, esgrima, voleibol, taekwondo...pero ninguna me satisfacía. Sin embargo, cuando cursaba el sexto grado en la escuela Loynaz Hechavarría, el profesor y árbitro de judo Rafael Cambar se fijo en mí, me vio con muy buena estatura para mi edad (11 años) y logró convencerme, aunque yo tenía poco entusiasmo para prepararme en esa disciplina”, rememoró Sheyla.
Como no existía instalación cercana disponible, sus primeros pasos en ese deporte fueron sobre el césped. Pronto mostró avances en la técnica y Cambar la llevó a un Provincial Pioneril, en el que se adjudicó el oro y seguidamente consiguió plata en lid efectuada en la EIDE, a donde fue promovida.
“No me gustaba estar en esa escuela, no había manera que me adaptara allí, pero mis padres me obligaron a seguir en ese centro, como avisorando que yo tenía futuro en el deporte”, recordó.
Permaneció cuatro años en la EIDE, atendida muy bien por el profesor Miguel Esquivel. Participó en cuatro juegos escolares nacionales, con una plata (13-14 años) en 66 kilos. La promovieron para el centro nacional Cerro Pelado. Seguidamente se adjudicó oro en cadete (15-17 años) y quedó en plata (78 kilos) en el Nacional Juvenil.
Luego pasaría por momentos difíciles. Fue al quirófano para resolver un problema en el codo de la mano izquierda, también sufrió lesión en una rodilla y le dieron baja del centro nacional por poco rendimiento.
Sin embargo, la exjudoca y entrenadora Ibis Dueña la rescató y la mantuvo en el Cerro Pelado. Seguramente la especialista determinó que un “físico” así no podía perderse y habían notado como si Sheyla tuviera dificultades para ver adecuadamente.
Narró cómo la sometieron a los exámenes correspondientes y se comprobó que padecía de una distrofia congénita en los ojos, que le disminuía notablemente la visión, por lo cual decidieron pasarla para el deporte de atletas con discapacidad. Había cumplido en ese tiempo los 18 años de edad.
Ya como parajudoca asistió a un Gran Prix en Bakú, pero no pudo competir, debido a que la Federación Internacional todavía no la había reconocido con su nueva clasificación visual. Resuelto ese obstáculo, tuvo su debut con la condición de discapacitada, al lograr plata en certamen con escenario en Inglaterra, pero volvió a lesionarse en una rodilla, lo cual le imposibilitó seguir competiendo de inmediato, ni clasificar para los Paralímpicos de Tokio 2020.
Su nombre se hizo mediático en 2022, cuando logró plata individual y bronce por equipo (más de 70 kilos) en el Mundial de Bakú. A partir de esos desempeños, fue un torrente, pues Hernández Estupiñán no se ha cansado de sumar medallas en diversas competencias internacionales, como plata en el torneo Parapanamericano de Edmonton, oros en Gran Prix de Azerbaijan y en los Juegos Parapanamericanos de Santiago de Chile 2023, todos en más de 70 kilogramo y sumó los puntos necesarios para asegurar una plaza hacia los Paralímpicos de París 2024.
Este año, antes de llegar a la capital de Francia, añadió plata, oro y bronce, respectivamente, en los Gran Prix de Alemania, Turquía y Georgia.
En la Arena de Champ de Mars, en París (más de 70) venció por ippon a la australina Taylor Gonsens y a la china Hongyu Wang; fue superada en la final por la brasileña Rebeca Souza, su víctima por el oro en los Parapanamericanos del pasado año.
Al terminar ese combate mostró alegría por su presea paralímpica, pero insastifecha, ya que iba por la corona. Su siempre ambición competitiva la hace grande y anuncia el futuro.
Sus padres Yudith y Edgar, hermano, abuelos y otros familiares no pueden esconder su orgullo por tener a una subcampeona paralímpica, igual que su esposo, el exparajudoca Yordanis Rodríguez (más de 100 kilos), bronce y quinto lugar, respectivos, en los Paralímpicos de Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020.
Dice que donde más descansa y se recrea es en la playa y aspira cursar una maestría en fisioterapia, pues es ya licenciada en Cultura Física. Ahora está de vacaciones, pero pronto reiniciará sus entrenamientos.
Ya ha ganado y perdido con las mejores judocas del orbe, de su clasificación visual: “Con mi judo yo no paro hasta ser campeona mundial y paralímpica”, sentenció Sheyla Hernández.
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