Martí omnipresente

  • Hits: 5315

Monumento y OfrendaFoto: Alexis del Toro.

En un mayo lluvioso y triste, hace 126 años, Cuba perdía al mejor de sus hijos, devenido luego en su Héroe Nacional. El héroe cubano no fue un experimentado general, vencedor de grandes batallas, no fue un curtido estratega victorioso en grandes contiendas.

Caído en su primera incursión bélica, fue, en cambio, un apóstol del amor, y preclaro adalid en la lucha por la soberanía y la independencia de una soñada patria que no llegaría a ver ni tener.

Jamás confió sus esperanzas a cuestiones materiales o elementos de mercadería. Consciente de que el decoro y la dignidad humana eran poseedores de un valor incomparablemente superior, expresó un anhelo refrendado en el preámbulo de nuestra constitución:

“Yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”.

Enemigo tenaz de las prácticas corruptas diría en su célebre lectura en Steck Hall:

“Seamos honrados, cueste lo que cueste. Después, seremos ricos. –Solo las virtudes producen en los pueblos un bienestar constante y serio”. Y a los clubes del Partido indicaba: “La pobreza pasa: lo que no pasa es la deshonra que con pretexto de la pobreza suelen echar los hombres sobre sí”. Y sentenció en su cenital ensayo Nuestra América:

“El lujo venenoso, enemigo de la libertad, pudre al hombre liviano y abre la puerta al extranjero”.

Martí nos enseñó que “Ser bueno es el único modo de ser dichoso” y que “Ser culto es el único modo de ser libre”, porque la cultura es antídoto eficaz para combatir las ambiciones, el egoísmo, la avaricia, la mentira, la deslealtad, y las miserias humanas todas. En carta a María Mantilla indica que:“Es deber humano causar placer en vez de pena”.

Batallador incansable en el terreno de las ideas, reveló dónde estaba el gozo verdadero. Decía:
“No hay deleite mayor que el de ver a los hombres batallar con libertad y fe por lo que les parece verdadero,-así como no hay espectáculo más doloroso que el de los hombres sumisos, por la ignorancia o la pasión,o el interés, a la voluntad ajena”. Y apuntaba: “Se pelea cuando se dice la verdad”.

Profundo conocedor de las complejidades y sinsabores del mundo, desarrolló un fecundo apostolado no exento de incomprensiones y dolores personales. A pesar de ello se despidió de su madre diciéndole “(…) bendígame, y crea que jamás saldrá de mi corazón obra sin piedad y sin limpieza (…) No son inútiles la verdad y la ternura”.

No hubo instantes de sosiego en la vida de José Martí, no tuvo algún momento que no significase un duro batallar contra las siempre latentes condiciones adversas, pero asumió sin lamentarse cada situación. De su comportamiento estoico da fe lo que dice a Juan Bonilla:

“(…) No se vive para hoy, mi querido Juan, sino para mañana. Toda la vida es deber. Para esta vida es la espina, y para la otra será la masa del pescado.” Llegó a decirle al hijo que estaba: “Espantado de todo”, pero lejos de asumir un pesimismo estéril declara: Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti. En esa misma dirección dice a los niños que “Los versos no se han de hacer para decir que se está contento o se está triste, sino para ser útil al mundo, enseñándole que la naturaleza es hermosa, que la vida es un deber, que la muerte no es fea, que nadie debe estar triste ni acobardarse mientras haya libros en las librerías, y luz en el cielo, y amigos, y madres”.

El arrojo de Martí en Dos Ríos no fue un acto de valentía ni de inteligencia, cualidades que sobradamente poseía el Maestro. Fue un acto de honestidad con la arenga que había realizado el mismo día en ese campamento. "Hacer es la mejor manera de decir", había dicho en Venezuela, y en eso supo demostrar exquisita coherencia. Esa misma coherencia se refleja nítidamente en su lírica:

¡Verso, nos hablan de un Dios
Adonde van los difuntos:
Verso, o nos condenan juntos,
O nos salvamos los dos!

Las conjeturas sobre el suicidio chocan con dos momentos epistolares del 25 de marzo: La carta librada ese día a su amigo dominicano Federico Henríquez y Carvajal: "Yo evoqué la guerra y mi responsabilidad comienza con ella en vez de acabar”, y a Doña Leonor declara la esperanza de poder acompañarla: “(…) Abrace a mis hermanas, y a sus compañeros. Ojalá pueda algún día verlos a todos a mi alrededor, contentos de mí. Y entonces sí que cuidaré yo de usted con mimo y con orgullo”.

Nuestro Héroe jamás mentiría a los niños. A ellos expresó: "LA EDAD DE ORO no se quiere morir, porque nadie debe morirse mientras pueda servir para algo, y la vida es como todas las cosas, que no debe deshacerlas sino el que puede volverlas a hacer. Es como robar, deshacer lo que no se puede volver a hacer. El que se mata, es un ladrón".

Que la ruta trazada por él, sea permanente brújula de la nación, en medio de la tempestad y la bonanza, manantial capaz de saciar  toda sed de justicia y filantropía, porque Martí es síntesis de amor, inteligencia y compromiso con la verdad. Nos revela el placer del sacrificio en medio de “ la ingratitud probable de los hombres”.

Su generosa dación seduce, su servicio enaltece. Es un privilegio inefable saber que es compatriota nuestro. Vayamos de la admiración a la convicción: Leerlo edifica, conocerle es bueno, imitarle mejor. El holocausto de Dos Ríos, es una invitación permanente a preservar sus ideas no solo con palabras, sino con nuestros actos cotidianos en la familia, el trabajo y la sociedad.

Defendamos a Martí desde el ejemplo.Su memoria no puede ser mancillada. En nuestra historia hay sobrados ejemplos de defensa del ideario martiano, porque hubo “jóvenes que en magnífico desagravio vinieron a darle su sangre para que él siguiera viviendo en el alma de la patria”. Y como para él “Patria es humanidad”, en el combate que hoy libra el mundo contra la pandemia de la COVID-19, una vacuna cubana lleva con orgullo el nombre del protagonista del poema dramático que escribiera en vísperas de cumplir 16 años: Abdala.

Enséñanos, Martí, a ser mejores personas; enséñanos, apóstol del amor y la vida, a querer a Cuba como tú la quisiste, porque “Los malos no triunfan sino donde los buenos son indiferentes”. Enséñanos a amar la justicia, para decir contigo:

Con los pobres de la tierra
Quiero yo mi suerte echar:
El arroyo de la sierra
Me complace más que el mar

Artículo relacionado:

José Martí y abril


Escribir un comentario