Atletas rotos del aire
- Por Reynaldo Zaldivar (Colaborador)
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Foto: Archivo
En 1918, la paloma mensajera Cher Ami, sorteando los disparos de los alemanes y el ataque de los entrenados halcones de caza, llevó un mensaje que salvó a casi doscientos soldados. Llegó a su destino, a pesar de haber recibido un disparo en el pecho, quedar cegada de un ojo y tener una pata colgando de un tendón.
Fueron miles las palomas que nunca llegaron a su destino, mensajes que jamás se leyeron, vidas que no pudieron salvarse.
Las palomas de vuelo tienen muchos factores que amenazan su vida y la llegada al destino final. El clima, los depredadores, el agua caliente en los centrales azucareros… en fin: los colombófilos acostumbran decir que el único amigo de la paloma es su dueño.
En la provincia Holguín existen actualmente 1794 miembros de la Asociación de Colombófilos de Cuba, donde se agrupan aficionados de la cría y el cuidado de las palomas mensajeras. Numerosos son los problemas que los aquejan: el alto costo de los alimentos, los tratamientos médicos casi inexistentes… pero todos afirman que el enemigo número uno son los cazadores furtivos.
Estos se ubican con frecuencia en los embalses de agua situados en la línea de vuelo y esperan el momento para asestar su golpe.
Paloma herida por cazadores furtivos.
Mientras las palomas compiten no comen. Pero cada cierto tiempo necesitan tomar agua. La prolongación de la sequía ha dejado cada vez menos lugares donde este liquido se embalsa. Esto brinda a los cazadores furtivos la posibilidad de determinar con acierto el lugar donde las palomas de vuelo bajarán a beber. Con armas de fuego o trampas de construcción manual, intentan eliminar el mayor número posible.
Numerosas son las palomas que llegan rotas, sangrando, faltándole alguna parte del cuerpo, como si rendirse no fuera opcional. Imaginen un atleta que recibe una afectación en el cuerpo. A veces se imposibilita por meses. A veces de por vida. Lo mismo sucede con las palomas: la mayoría de estos ataques las dejan imposibilitadas de su carrera como atletas. El golpe más duro sucede cuando mueren a las puertas del palomar o en las manos de su dueño.
Esta paloma falleció después de hacer un vuelo desde Florida hasta Guisa en Granma, el motivo fue un impacto de bala. El animalito estuvo seis días luchando por la vida y prefirió venir a morir a casa. Fotos: Cortesía del autor
Orestes Leyva Ávila, delegado de esta asociación en Holguín, asegura que se han firmado actas con el Cuerpo de Guardabosques, el Club de Cazadores, la PNR y otras organizaciones para la colaboración en la lucha contra la cacería y el maltrato a las palomas. Pero los asociados continúan reportando pérdidas cuantiosas.
Se han tenido que tomar medidas alternativas, asegura Alejandro Jiménez Campaña, asociado de categoría A. “En días de vuelo, en pequeños grupos se cuidan embalses y presas para cerciorarse de que no haya cazadores o trampas. Esto tiene sus limitantes, puesto que hay que regresar rápido para estar presente cuando lleguen nuestras palomas. También contactamos, por medio de las redes sociales, con grupos de apoyo en otras provincias que hacen lo mismo y se dirigen a los lugares con más probabilidades de peligro”.
Felix Vega me enseña un video en Facebook donde aparecen unos muchachos jóvenes festejando haber atrapado, con un artefacto casero, algunas palomas. El pecho de otra con una herida en la que caben tres dedos de un hombre. Aparecen otras fotos y otros hechos cada vez más desgarradores. “Un halcón puede comerse una paloma. Pero un cazador puede matar 20 de un solo golpe”, termina diciendo.
El maltrato animal es un factor que predispone a la violencia social y, a la par, una consecuencia de la misma. Nos corresponde a cada uno de nosotros la decisión de alejarnos del torrente de crueldad que avanza, sin escrúpulos, sobre la humanidad. Todo el que no da importancia al abuso, en todos sus aspectos, está incubando una bomba de tiempo que tarde o temprano se volverá contra si.
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