La chica del Turismo
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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Ella se define como una joven risueña, sencilla, deseosa de hacer y soñar; incansable, sin imposibles, a veces intensa y a la vez emprendedora.
Como acuariana que es, la distinguen su simpatía, inteligencia, originalidad, laboriosidad, independencia y, sobre todo, su visión futurista.Con todos esos atributos esta muchacha de 28 años de edad, Rosalia Pupo Velázquez, es una de las tantas jóvenes que prestigian al sector del Turismo en la provincia de Holguín.
La manera peculiar de tu hablar llama la atención...por eso, pregunto, dónde naciste y háblame de ese medio familiar en el que creciste.
Nací en San Rafael, pequeño barrio, muy tranquilo, de gente sencilla de las afueras de la ciudad de Holguín. Allí transcurrió mi infancia en un ambiente muy agradable.
Ser de esa comunidad, cercana, pero en las afueras, hizo que de forma jocosa me llamaran la guajira. Puedes imaginar ya, mi respuesta: ¡¡¡¡a mucha honra!!! jajaja.

La infancia en el campo siempre es muy diferente a la de los niños de la ciudad; sin embargo, ahí también, de alguna manera, crecemos con otra forma de ver la vida, un poco más amantes de las cosas sencillas y más humildes también.
Nuestros fines de semana transcurrieron en el hogar de los abuelos en el Mijial, en nuestra finca…Las temporadas de mango y aguacate en las vacaciones y otras frutas y muchos animalitos fue un paraíso para nosotros. Allí nos reunimos todos aún, como hacen casi todas las familias de campo. Ese es uno de los recuerdos más hermosos que tengo de la infancia.
¿Qué estudiaste y por qué?
Estudié Licenciatura en Turismo. Desde la secundaria básica me resultaba interesante. Seguí los pasos de mi prima Dianna, quien ya trabajaba en una agencia de viajes. Estudiar esta carrera me parecía algo grandioso, pensaba en diseñar viajes, estancias, lo cual se unía a mi inclinación por los idiomas extranjeros.
El Turismo, como profesión, te obliga a crecerte y aprender constantemente, es un sector muy dinámico, en cambio y evolución, no solo creces como profesional, sino que te conviertes en mejor persona, con el solo hecho de saber manejar tu postura, apariencia y carácter frente a las tantas dinámicas diarias.
A la vez aprendes a manejarte mejor, al mismo tiempo que te conduce a ofrecer las más agradables y convincentes respuestas; te obliga a actualizarte con mucha frecuencia; tiene que gustarte servir a las personas con la más alta profesionalidad y en todo momento.
Recuerdo una vez caminaba junto a mi madre por el paseo costero del Club Amigo Atlántico Guardalavaca durante un viaje libre a la playa y durante ese andar encontré espléndida el área de la actual villa, aquello me pareció un sueño y muy lejano de poder llegar allí.
Por razones del destino y la vida misma, ahí comencé a trabajar una vez graduada y lo que en un momento fue una utopía se convirtió en mi itinerario diario de trabajo, y bueno… me daba mucho orgullo ver que lo que me pareció por muchos años inalcanzable, se había convertido en mi lugar de trabajo.
Y es, precisamente, en el “Atlántico”, donde me dieron la bienvenida a mi etapa profesional, una vez graduada en 2019, pues el trabajo de diploma lo había desarrollado allí, referido al diseño de un bar especializado en café, tabaco y ron, fomentando las experiencias turísticas gastronómicas del cliente con los productos gastronómicos que más nos identifican.
Entonces ese hotel ha sido decisivo en tu formación profesional…
Exactamente, porque la acogida, el entrenamiento e inducción fueron claves para mi formación inicial. La Casa Grande, como le decimos muchos que pasamos por allí, me marcó de una manera muy especial y hoy la mayoría de mis amistades y personas que admiro compartimos profesionalmente ese lugar.
No es el hotel más lujoso de Guardalavaca, pero sí debo decir que en esta instalación hay una gran familia. El calor humano de su colectivo es imposible de olvidar, la sinergia, simplemente es “la casa lejos de casa” de muchos. En ese ambiente recibí valiosas herramientas de trabajo y de comportamiento general, por parte de su equipo de trabajo y directivos. No pudiera mencionarlos a todos, pues sería triste dejar alguno fuera, a ellos y, particularmente, al capitán de aquel barco debo gran parte de mi formación.
¿Cómo llegas a Gibara?
A Gibara llegué luego del Atlántico. Fue como el lugar donde poner en práctica lo aprendido. Me propusieron un nuevo reto profesional y decidí arriesgarme a dirigir un grupo voluminoso de trabajadores por vez primera.
Dirigir allí ha sido un reto inmenso, un aprendizaje constante, sobre todo por la gran oportunidad de compartir, en diferentes momentos, con colegas muy bien preparados y mucho mayores que yo, que han ido ofreciéndome la oportunidad de aprender de ellos.
Cuando no se ha dirigido antes en ese nivel, todo cuenta, cada día, cada suceso se vuelve una huella de aprendizaje y una se queda con eso grabado en la mente.
Esta ciudad marina ha sido mi primera experiencia profesional como directora y pudiera escribir mucho de ello, hoy me río un poco, pero mirar atrás este año y ocho meses ha significado mucho para mí.
Dejar claros los objetivos y cómo lo queremos lograr es esencial. Me gusta mucho llegar a nuestra gente, hacerle comprender, de manera bien motivada, cada vez que queremos lograr alguna meta y la importancia de trabajar todos juntos para alcanzarlo. Podemos saber de todo o casi todo, pero imposible materializarlo con excelencia si no estamos juntos, respaldados por un equipo, cada uno con su impronta y creatividad, en fin, que para brillar somos necesarios todos, ahí radica parte del éxito de nuestro trabajo.
Y qué decir cuando el equipo logra un éxito y ver cómo uno también contribuye a su crecimiento y preparación profesional, se siente inmenso placer cuando vez los resultados, esa es una de las mejores satisfacciones que experimentamos en el trabajo con nuestro equipo. Motivarlos es parte esencial de laborar en colectivo, ellos saben que la parada es alta y que siempre se puede ser mejor.
¿Qué más te agrada de la Villa de los Cangrejos?
De Gibara me agradan muchas cosas, sobre todo su olor a mar, mangle y esa bahía dibujada con barquitos, que pareciera una postal. Esta ciudad marina es dueña de un misterio que atrapa a quienes la visitan y en mi caso particular paso mucho tiempo allí.
Amo los contrastes del paisaje, la extrema tranquilidad, la mezcla de sus construcciones patrimoniales, las hermosas vistas panorámicas. Gibara es emoción, que la provoca su historia, cuevas, comida típica hasta el festival internacional de cine.
La gente de Gibara también es muy peculiar, son carismáticos y orgullosos de su tierra; eternos apasionados. Los lugareños son muy buenos en la cocina, con un don especial para ello. Son de fuerte calor humano y excelentes anfitriones.
¿Cómo te planificas el día, la semana para llevar adelante la responsabilidad de dirigir la actividad turística en el destino Gibara?
Mi día empieza con muchos buenos días a los trabajadores a cada paso de recorrido por los hoteles, por área. Siempre que es posible les dedico unos minutos a nuestros clientes, para conocer su satisfacción durante la estancia y de igual modo estar presente en sus despedidas.
Chequeamos el día, en todos los aspectos empresariales, planificamos la semana próxima, conversamos mucho con la gente y, sobre todo, observamos cómo marcha nuestra operación para ajustar y mejorar, de ser necesario. Recorro varias veces la ciudad, andando nuestras instalaciones. Tratamos siempre que cada iniciativa sea superada una y otra vez. Dejar una huella distintiva y original en quienes nos brindan la oportunidad de visitarnos es nuestro deseo.
Satisfacciones y decepciones
Satisfacciones muchas. Haber crecido personal y profesionalmente en este sector, es también parte de esos premios emocionales que poseo. Tener la oportunidad de crecerme en Gibara en tiempos de emprendedores, también le da mucha significación a la experiencia vivida en esa ciudad mágica.
Es muy agradable haber estado rodeada de tantas personas queridas que disfrutan nuestros éxitos y es por ello que le debo mucho a mi familia querida y a los amigos que uno quiere como familia.
Ellos me han allanado mucho el camino, su apoyo ha sido fundamental, por eso la balanza se inclina más a la felicidad y menos a las desilusiones.
¿Preferencias?
Me encanta la cocina, particularmente la repostería. Adoro elaborar dulces, todo lo que se relaciona con los cocteles, tragos, tabacos y café me fascina mucho, así como sus combinaciones.
Disfruto la gastronomía en toda su expresión. Para mí, los días de mayor presión, los alivia hacer algo en la cocina y ahí le dedico un rato a los fogones del hotel y me vuelvo otra más de la cocina tras ponerme el delantal.
El mar me encanta, el mar es mágico para mí. Me deleita escuchar a la gente contar historias de antes, de otros tiempos y vivencias, me agrada estar acompañada.
Tengo pasión por la fotografía, por eso no pierdo la oportunidad de hacerlas. El mejor tiempo siempre es con la familia, ese es el bálsamo perfecto.
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