El valle del mango
- Por Alvaro Sánchez Portelles
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Fotos: Álvaro Sánchez Portelles
La etapa estival es sinónimo de recreación en toda Cuba, huele a salitre y se siente como un abrazo entre parientes. Sin embargo, para los pobladores del Valle de Santa Rosa, un pintoresco asentamiento ubicado en el municipio de Rafael Freyre, tiene otro significado. Allí no se traduce en el añorado descanso después del trabajo o en disponer del tiempo para visitar lugares nuevos, sino en un acontecimiento que da vida a la zona y moviliza a los campesinos y sus familias: la cosecha de mango.
Recorrer el terraplén que se extiende por más de 15 kilómetros sobre la falda del cerro Galano, una reserva natural protegida, llama la atención de los forasteros. El motivo es la cantidad de árboles de mango sembrados a ambos lados del camino, que conecta a “Rafael Freyre” con Báguanos, pues todas las casas del lugar cuentan con varios de estos frutales, sin importar la extensión de su patio.
Por su categoría de valle, la zona se encuentra rodeada de lomas, y mientras los fanáticos de la automovilística señalan al Lada y al Moskvich como “los carros del cubano”, aquí están de moda los carretones de bueyes. También circulan las volantas o lambadas, bicicletas, motores, motorinas, autos modernos... pero el predominio de las carretas se debe a su utilidad para transportar la preciada cosecha.
El campesino Roberto Gámez Gámez estaba montado en una de ellas, cuando contó que hace algunos años trabajaba por la región de Villa Clara, en brigadas de chapea, pero sufrió una isquemia cerebral y ahora permanece cerca de su familia. Vinculado a la CPA Victoria de Girón, siembra yuca, boniato, pepino, tomate y frijol; sin embargo, el mango es la joya de la corona, entre sus cultivos.
Roberto Gámez Gámez
Con él prepara champola para engordar a sus dos puercas y al lote de lechones, alimenta a la yegua, la potranca y la yunta de bueyes. También garantiza la merienda, y tiene respuesta inmediata para la frase más repetida en el día: “Abuelo, tengo hambre”. Dice que su esposa Xiomara lo procesa en todas las modalidades: compota, jugo, batido, en almíbar y hasta elabora el popular “arroz con mango”.
Para salvar la cosecha
Antes del año 2000, existía descontento entre los campesinos de la CPA Victoria de Girón, pues se desaprovechaba la mayoría de la cosecha, recordó Beltrán Guerrero Batista, su presidente en aquel momento. La falta de aseguramientos como el combustible y el mal estado del terraplén dificultaban transportar la fruta hasta la fábrica de conservas Turquino, en la ciudad de Holguín, para ser procesada.
Minindustria Variedades Galano
La promesa de resolver aquel problema parecía una utopía en 1998, pero el apoyo de un proyecto español de cooperación internacional, le dio un giro a la historia. “Nos pidieron escoger qué cosas eran más necesarias, entre todas nuestras dificultades. La construcción de una fábrica propia, donde moler el mango, encabezó esa lista”, relató Beltrán.
Así comenzaron los preparativos para la obra, en el barrio de Camayén, y el 20 de mayo del 2000 la demanda de los campesinos se materializó con el nombre de Variedades Galano. Además de la minindustria, el proyecto propició la creación de tres “tranques” en el río Camayén e igual número de microvaquerías; 36 kilómetros de cerca perimetral, para acordonamiento del ganado; una casa de capacitación para los trabajadores de la cooperativa y siete estaciones de bombeo.
Beltrán Guerrero Batista
Variedades Galano diversificó su propósito social y comenzó a moler todo tipo de frutas, años después. A la materia prima local, se sumaron producciones de otras partes de Holguín e incluso de Oriente. Como resultado, hoy comercializan pulpa, mermelada, barras frutales, membrillo, vino, encurtidos, puré de tomate y sirope, enumeró Luis Ángel Rodríguez Sarmiento, su administrador.
“Los productos tienen diferentes destinos; por ejemplo, la Empresa Militar Agropecuaria Holguín-Las Tunas, la Empresa de Productos Lácteos Holguín y TecnoAzúcar Holguín, a través de producciones cooperadas. También se ofertan en nuestra comunidad y en la feria agropecuaria de Santa Lucía (ciudad cabecera del municipio Rafael Freyre), los fines de semana”, aclaró.
A pesar de esto, la infraestructura de la minindustria ha variado poco, en 25 años. La mayoría de los procesos se realizan de forma manual y requieren de gran esfuerzo físico. Destacan avances como la instalación de una bomba de líquido viscoso, para llevar la pulpa hasta el tacho, pero desperfectos como el estado técnico de las calderas (se encuentran a la mitad de su capacidad), disminuyen considerablemente la producción.
“Debido a la situación económica del país, no tenemos la posibilidad de adquirir equipos nuevos, en estos momentos. Resolvemos los problemas con constancia e innovación, para poder seguir adelante. Tenemos muy buenos mecánicos y buscamos alternativas, entre todos”, añadió Rodríguez Sarmiento.
Relevo asegurado
Dentro de Variedades Galano apenas se descansa por estos meses. El sonido intenso de las máquinas da ritmo al ir y venir de los trabajadores, en sus quehaceres. Hay más ajetreo, más acción y más empleos para jóvenes como Yulieski Zaldívar Cruz y Daikel Estrada Marrero. Ambos forman parte de los 30 obreros contratados para incrementar la plantilla de la minindustria, durante el pico de cosecha.
Según explicó Yulieski, muy pocos muchachos del valle están vinculados a empleadores estatales. La zona dispone de varios consultorios médicos y escuelas, una panadería, una farmacia y una terminal de ómnibus, pero muchos prefieren labores mejor remuneradas.
Entre ellas se encuentran las mencionadas brigadas de chapea o construcción, que operan en distintas partes del país. Por su parte, Daikel dijo que allí trabaja gran parte de su familia, como su mamá, sus tíos, sus primos y, antes de jubilarse, su abuela.
Margarita Acosta Brau, seleccionadora de mango, ha sido testigo de la laboriosidad y unidad del colectivo, por más de 12 años. Garantiza que, aunque se distribuyen en dos turnos de 10 horas, no decaen en ánimo. Tal vez, se debe a las jaranas entre compañeros, que se escuchan a pesar del ruido de la expulpadora. Mientras tanto, el tachero Alexis Calzadilla Gámez asegura que gozan de gran aceptación en todos los escenarios debido a la calidad de sus productos.
Alexis Calzadilla Gámez
Una fruta en peligro
El valle de Santa Rosa no escapa de fenómenos mundiales como el cambio climático o el calentamiento global, pues según Beltrán Guerrero, este año se ha vivido una sequía sin precedentes, en la zona. Sus consecuencias son visibles en los frutales, donde los árboles más antiguos ya comienzan a marchitarse y cubren el suelo de hojas secas.
La sequía afecta al valle de Santa Rosa
“Si no llueve pronto, se perderá una parte de la cosecha. Por lo general, dura de junio a septiembre, porque no todas las variedades maduran a la vez, pero este año puede terminar antes de tiempo. La fruta que estamos recogiendo en estos momentos es más pequeña y con menos calidad”, alertó.
El verano quedará atrás y también el mango. Sin embargo, para campesinos como Beltrán y Roberto no terminará el trabajo, pues deben recuperar lo perdido. Seguirán plantando nuevos brotes, para sus hijos y nietos, con la esperanza de que el valle y la gente buena que lo habita no pierdan su sabor.