Solidaridad de y con Perú
- Por María Julia Guerra
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Actualmente para batallar por la vida y la salud en la guerra que se libra contra la COVID-19 se encuentra en Perú una brigada médica del Contingente internacionalista cubano Henry Reeve.
Entre los 85 profesionales de la salud están los holguineros Yailin Torres Sánchez, Luis Tenny Coca Pérez, médicos; Dania García Matamoros, Elizabet Sian Pérez, Arisbely Victoria Muriño Aguilar, Idamilda Calderín Arcalla, enfermeras; Anier Lescay Martín y Yordenki García Pavón, enfermeros.
Como hace 50 años han ido a brindar su solidaridad, profesionalismo y altruismo con el humanismo de la medicina cubana. El 31 de mayo de 1970 un violento sismo devastó la región norteña de Áncash y los territorios aledaños.
En aquella ocasión no solo fueron los galenos y enfermeros, técnicos de la salud, sino constructores que levantaron cinco hospitales, y desde la Isla les llegaron 100 mil bolsas de sangre cubana, incluida la del Comandante del Jefe Fidel Castro.
La solidaridad con Perú también es un gesto de reciprocidad con los peruanos. Un hecho poco conocido de esa solidaridad se produjo durante la Guerra Grande (1868-1878), Leoncio y Grocio Prado, hijos del general Mariano Ignacio Prado, quien fuera presidente del Perú en los períodos 1865-1868 y 1876-1879, vinieron a pelear por la independencia de la Isla caribeña.
Una acción, que bien daría para una novela histórica, es la protagonizada por Leoncio: el apresamiento del vapor español Moctezuma el 7 de noviembre de 1876 y su conversión en buque corsario para hacerle la guerra en la mar a los colonialistas españoles.
Leoncio y un grupo de patriotas cubanos llegaron a Puerto Plata, Santo Domingo, abordaron el Moctezuma en calidad de pasajerosy después de navegar cuatro horas, se apoderaron de la nave e hicieron prisioneros a la tripulación y los pasajeros. Prado se hizo cargo del buque, levantó acta del hecho, procedió a cambiarle el nombre por el de Céspedes y lo convirtió en corsario con pabellón cubano, que representaba a la República en Armas.
La historia del Céspedes, es larga y difícil. Las autoridades españolas no lo pudieron rescatar. El 4 de enero de 1877, cuando parecía que esto sucedería, en el puerto Gracias a Dios, de Honduras, la acción decidida de Prado y otros patriotas permitió alijar el armamento y otros pertrechos de guerra e incendiar el barco.