“Todólogos”

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youtuber

Les llamo “todólogos” pues, sin muchas veces poseer la preparación requerida, han devenido promotores culturales, agentes de ventas, especialistas en comunicación, relacionistas públicos, cosmetólogos, oradores motivacionales, especialistas de la moda, críticos de arte, comentaristas deportivos, analistas políticos, botánicos, paisajistas, nutriólogos, peluqueros y manicuras, geólogos, filósofos… en fin, aprendices de todo y maestros de nada.

Eso sí, estos chicos guapos -poseer una apariencia agradable es el primer requisito- tienen agallas para ponerse delante de la cámara de su teléfono o su PC y, con su cháchara impenitente, llena de guiños o mohínes, intentan convencerte de que es blasfemia comer carne y lo contrario, de que es bueno botar los tarecos en nombre del Feng shui; de las virtudes de las terapias energéticas; de que Madonna está acabada y Beyoncé es la última de las divas; de que nos visitan los extraterrestres; de que Barbie es mejor película que El ciudadano Kane, de que el mundo se va a acabar con el próximo eclipse; de que Israel sí y Palestina no, o viceversa; o de innumerables conspiraciones, como aquella de que las vacunas te inoculan un chip con el que te controla un perverso gobierno mundial reptiliano…

Así los ves, supermegasimpáticos, modernísimos y poseedores de la verdad absoluta. Te tratan como a un “amigui”, te permiten pasar al sanctasanctórum de su espacio y verlos cómo escogen ropa, van al gym, beben té o se ponen máscara de pestaña. Te hacen confidencias, cotillean, te convencen de que estás equivocado y ellos darán luz a tus ojos y te franquearán las puertas del conocimiento; o de que, por el contrario, eres un iluminado, o sea un igual. ¡Qué cool! Con todo respeto, cuando me llaman con el apelativo al uso: “mi gente”, yo me erizo.

Suelen ser deslumbrantes, aunque su proyección varía de acuerdo con la intención: pueden lucir amables, complacientes, ecuánimes y relajadísimos o, por el contrario, irritados, furiosos y tan exaltados, como si acabaran de beberse cinco litros de bebida energética “a trucu-trucu”. Pesados no; en las redes se puede ser cualquier cosa, incluso malo, pero nunca pesado; por eso les va tan mala tantas personas bien intencionadas pero carentes de una imagen atractiva o de habilidades comunicativas.

Los simpáticos y listos llevan las de ganar en su propósito de cambiar tu manera de pensar o reforzarla, por el extendido sofisma de que todo lo que está en las redes sociales es cierto. Suprimiendo cualquier oposición natural que te pudiera surgir en otra circunstancia, a los de las redes les das Me gusta y Me encanta, les haces tus amigos y confidentes, derramas lágrimas de profunda emoción al descubrir que te han sacado de tu miseria informativa, para mostrarte el camino por el que vas a seguirles hasta el fin de los tiempos. Sus beneficios dependen del número de adeptos y otras cifras interesantes, pero lo tuyo no son las finanzas ni las estadísticas, eso no tiene importancia porque te han salvado la vida, les han dado sentido a tus días, ¿no es cierto?

Mírenle los brillantes ojitos a un “convencido”, cuando, decibeles mediante, espuma por la boca, crispación del rostro, profusa gesticulación y gesto de profundo desprecio hacia tu persona, perjura que algo es cierto porque lo ha dicho un popular youtúber, instagrámer, tiktóker… en fin, ungurú de la moda, la dieta o la ideología. Porque, hoy en día, con una computadora con cámara y conexión a Internet y un poquito de información, puedes hacer milagros.

Aclaro: no estoy en contra de los beneficios de la tecnología y la información, ni descalifico per se a la masa generatriz de contenidos, de cuyos productos soy consumidor asiduo, especialmente los referidos al cine, la historia antigua, los dramatizados de televisión y la literatura, los análisis políticos y algo de farándula para desintoxicar. Lo que no me parece buena es la recepción a crítica de estos materiales, como si te lavaran el cerebro del conocimiento y la experiencia anterior.

Es importante saber quiénes somos, qué queremos y en qué creemos, pues las almas “vírgenes” de tecnología e información -dígase historia, política, arte, ciencia o religión- suelen sucumbir a los encantos de cualquier charlatán que anula su voluntad a fuerza de filtros y carisma.


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Comentarios  

# Ernesto 15-10-2023 22:11
Una fotografía a la realidad. Son miles de especialistas que se "atreve" a escribir y a opinar de cualquier tema. Yo al menos con lo que sucede en el deporte estoy altamente alarmado y preocupado. Cualquiera esgrime un micrófono y te da una disertación futbolística que Ud no sabe si "clonaron " a Menotti, a Guadioala o a Jorge Valdano. Recitan de memoria lo que leen en Marca, Mundodeportivo o ESPN y lo más preocupante, tienen las puertas abiertas en cualquier emisora o canal de TV...En redes sociales y otros medios digitales ??????....Síiiiii en abundancia y en cualquier tema....
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