Tatuajes, cultura y estética

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tatuajeFoto: Ladyrene Pérez/ Cubadebate.

Cuando tenía alrededor de siete años, vi por primera vez un tatuaje. Esa mañana, mi hermano mayor se tatuó a escondidas de nuestra madre la inicial de su pareja, pero no tardó mucho en cubrir la letra con un Sol, posterior a la ruptura.

 En aquel momento, el conocimiento sobre esa práctica artística era más limitado y los prejuicios alrededor de la misma se evidenciaban en incisivos comentarios. Hoy día, el panorama es diferente, a raíz del desarrollo tecnológico y el mayor entendimiento cultural logrado por la sociedad.

Desde el punto de vista conceptual, un tatuaje es una forma de modificación corporal, que consiste en alterar de manera temporal o permanente el color de la piel, sobre la cual se plasma un dibujo, patrón, figura o texto. Dicho procedimiento se realiza con agujas u otros utensilios destinados a inyectar tinta en la dermis de una persona.

Desde tiempos antiguos, los tatuajes han formado parte de la cultura. La experiencia más longeva de una modificación tatuada data del año 3255 a.C. y pertenece a la momia denominada Hombre de Similaun. Ese descubrimiento se produjo en los Alpes austro-italianos y reveló que la momia contaba con 61 tatuajes de líneas en formas paralelas en los brazos y piernas.

A principios del siglo XX, se evidenciaron los primeros indicios de lo que luego sería una moda consolidada, pues los marineros estadounidenses comenzaron a tatuarse su embarcación, anclas, gaviotas, faros, entre otros diseños relacionados con la vida en alta mar. Este estilo, nombrado Old School o Vieja Escuela, es uno de los más deseados por los “adictos a la tinta”.

Entre los estilos de tatuar también se encuentran: el neotradicional, evolución del vinculado a la marinería; el puntillismo, basado en un trabajo de punteado constante, que no lleva color en su diseño; el black&grey, distintivo por plasmar en la piel los diseños realistas, basados en tinta negra; y los carcelarios, utilizados por presos o pandilleros para ser reconocidos entre sus cercanos o expresar su forma de vida.

Mientras se realiza un tatuaje, la epidermis es traspasada por pequeñas agujas que fijan la tintan en la dermis, lo que causa diminutas heridas en la piel que deben ser cuidadas e higienizadas, como mínimo, tres veces al día hasta que cicatricen por completo. Además, los utensilios empleados, como agujas, portatintas y guantes deben ser desechables, para velar por la protección de la salud.

En Cuba la cultura del tatuaje ha avanzado rápidamente, con el paso de los años. Gracias a los esfuerzos realizados por tatuadores, clientes y demás personal, esta actividad está oficialmente permitida dentro del marco legal del país y quienes la practican lo hacen bajo la categoría de grabadores.

A pesar de que en el siglo XXI aún quedan personas con una visión llena de prejuicios sobre el mundo del tatuaje, esta práctica es una manera de expresar sentimientos, manifestar el arte y liberarse de concepciones tradicionales, dando al cuerpo un toque pintoresco y lleno de vida.


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