El sentimiento de culpa

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El sentimiento de culpa puede ser efectivo o nocivo y su complejidad depende de cada quien, según cómo maneje las emociones y sus valores éticos.

Por eso algunos reaccionan con obsesión ante determinada situación, mientras otros ni se inmutan.

Sin embargo, si experimenta conmoción por un motivo justificado es una señal de que tu cognición reacciona bien, a favor de evitar repetir un desliz y permite aprender a conducir determinadas reacciones conductuales.

La culpa es, para determinados estudiosos, como un sistema de alarma interno, que influyen creencias o impresiones de transgredir normas éticas personales o sociales, que originen daños o molestias a otras personas.

Al posesionarte, erróneamente, de la responsabilidad de una situación, o sobreestimar la angustia originada, esto es algo totalmente distinto y puede ser muy perjudicial, si no eres capaz de resolverlo.

Hay para quienes su culpa es excesiva, por ansiedad, depresión y trastorno obsesivo compulsivo, entonces este sentimiento irradia con mucha negatividad en el ser humano y es totalmente perniciosa.

Cuando no puede ser controlada disminuye la importante concentración y, casi siempre, tu productividad, con un deficiente estado de ánimo, desbocado estrés y defectuoso sueño.

De comportarse así, por determinadas razones, tus relaciones diarias y perspectivas generales pueden verse arduamente alteradas. Su efecto perpetuo se refleja como propensión a la culpa.

También, lamentablemente, se utiliza en muchas ocasiones para manipular a otros y, en determinadas personas, le obnubila analizar determinadas acciones con total objetividad. Debe conocerse que el acto causal puede ser real o imaginario.

Hay diferentes técnicas para tratar la culpa como la meditación consciente, practicar la atención plena, ser proactivo, busca relajación en la lectura, en tu música favorita, practica ejercicio con regularidad, aprende de tus errores, corrige el mal hecho y sigue adelante con la convicción que la perfección no existe.

Aprenda a aceptar la solución más razonable para las circunstancias y a mantener siempre la perspectiva para reaccionar del modo más positivo y con las mejores emociones.

Te recomiendo estas reflexiones de William Shakespeare, dramaturgo, poeta y actor inglés: “La culpa está tan llena de celos ingenuos que se derrama por temor a ser derramada”; y de Élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “La culpa es al espíritu lo que el dolor es al cuerpo”.

 Hilda Pupo Salazar
Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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