La salud es lo primero
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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Si bien hace unos años trajeron preocupación y no pocos estados de opinión aquellas pancartas ubicadas en casi todas las instituciones sanitarias que alertaban que “Los servicios de salud en Cuba son gratuitos, pero cuestan”, junto a una lista de cuánto era el valor en pesos cubanos de determinados servicios médicos, hoy se hacen más notorios criterios e inquietudes de muchos, ante la situación afrontada con la disponibilidad de insumos, medicamentos y otros materiales básicos, para garantizar una atención óptima en hospitales, policlínicos, clínicas estomatológicas y otros centros.
Claro que la inmensa mayoría entendió que el objetivo de esa campaña de comunicación, ciertamente, tenía como principal propósito que la población y, también, el personal del sistema sanitario nacional conociera y se sensibilizara, aún más, con el alto costo que tiene para el Estado garantizar el acceso universal, gratuito y sin distinción a la medicina revolucionaria en Cuba, donde se destinó para sus gastos 76 mil 37 millones de pesos, el 24 por ciento del presupuesto del Estado.
Sin dudas, esta es una de las principales conquistas bien ganada desde el Triunfo de la Revolución y que cuenta con el respaldado de la Constitución de la República de Cuba en su artículo 72 que señala: “La salud pública es un derecho de todas las personas y es responsabilidad del Estado garantizar el acceso, la gratuidad y la calidad de los servicios de atención, protección y recuperación”.
De ahí que trabajar para garantizar un sistema de salud que responda a las necesidades del pueblo cubano sigue siendo el compromiso del Partido, Gobierno y el Ministerio de Salud Pública, muy a pesar de la difícil situación económica afrontada por el país desde la pandemia de COVID-19 y el recrudecimiento consecuente del bloqueo económico, financiero y comercial de los Estados Unidos, que sí existe, aunque algunos lo nieguen.
Precisamente, por esa política genocida del país norteño, Cuba se ve impedida de adquirir tecnologías, materias primas, reactivos, medios diagnósticos, medicamentos, dispositivos, equipos y piezas de repuesto, los que muchas veces está precisada a adquirir en mercados geográficamente lejanos o a través de un tercer país, hecho que repercute en los costos e incide de manera muy directa en el sistema sanitario y por ende en los enfermos y población en general.
En este contexto, no son pocas las iniciativas y alternativas instrumentadas para contribuir a paliar la problemática y así mantener la vitalidad de los servicios médicos y, de alguna manera, otras actividades del sector. Una de ellas fue acceder a la entrada al país, como equipaje acompañado y exento del pago del impuesto aduanero de medicinas e insumos médicos, sin carácter comercial.
Medida que se ha agradecido y ayudado a una gran parte de la población; no obstante, no pocos han tomado este beneficio para lucrar con el dolor y el bolsillo de muchos, que hoy desesperados buscan desde calmantes, antibióticos, antihipertensivos, tranquilizantes, ansiolíticos, jeringuillas, bisturí, vendajes, anestésicos, material de vendaje en enyesado y estomatológicos hasta un etcétera largo, que hoy inunda el mercado negro de conjunto con no pocos fármacos de producción nacional.
Claro está que ante un enfermo en la familia se busca la manera de encontrar el medicamento o lo que haga falta; como lo hizo hace unos días una conocida, que ante el rostro inflamado por una muela que le venía dando guerra no tuvo otra alternativa que acudir a una de las profesionales que hoy ejercen la actividad odontológica de manera particular y pagó 3 mil 500 pesos, porque le reconstruyeran la pieza y una limpieza.
Lamentablemente, este no es un caso aislado, así muchos están resolviendo, hace algún tiempo acá, sus premuras estomatológicas y otras necesidades apremiantes de salud, como los medicamentos para enfermedades crónicas no trasmisibles, entre ellas la hipertensión arterial o la diabetes mellitus y otras tantas; además de intervenciones quirúrgicas que si bien, sí se realizan en los centros asistenciales, ha existido la tendencia a solicitar a pacientes determinados materiales para llevarlo al salón de operaciones.
Esto ha traído el malentendido que personas digan que la cirugía le costó 25 mil o más pesos, porque acudió al mercado negro a comprar lo que le solicitaran o porque un familiar le mandó de afuera lo requerido y en esos lugares cada insumo, material tiene su factura, por cierto, bastante alta; sin contar el precio de una consulta médica y otras actividades.
Por esto, recordamos hoy aquellas facturas simbólicas, que sí tienen vigencia, así debe entenderse y puede también que hoy cualquiera de los precios aparecidos en ellas sean superiores, por como ha cambiado la economía mundial, pero en nuestro país el acceso a cualquier centro asistencial sigue siendo un derecho y los servicios médicos son totalmente gratuitos.