Nación que empieza desde la casa
- Por Ania Fernández Torres
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Mi profesora de Economía en la universidad era una señora impecable, heredera de un ilustre apellido pinareño, que manejaba un Chevrolet descapotable y parecía un ángel hasta que abría la boca o te miraba por encima de los espejuelos como perfecta copia de María Félix en su papel más terrífico.
Pensé mucho en ella este miércoles, durante la reunión de la economía, que se efectúa en Holguín, casi siempre el último día de cada mes, para analizar el comportamiento de los principales indicadores económicos. Recordé algunas de sus disquisiciones más lapidarias como aquella de: “quien sabe administrar bien su casa puede administrar un país”.
No es que sea sencillo, aclaraba siempre antes de que nuestra profesora de Filosofía, hiciera “arder Troya” por lo de la parte y el todo, la causa y el efecto o la ley de la negación de la negación. Es que la economía doméstica, decía, es casi siempre reflejo de lo que ocurre a mayor escala y sobre esto pido que reflexionemos.
Porque muchos difícilmente llegan a fin de mes sin endeudarse con amigos o vecinos, tanto que cuando llega el salario o algún ingreso previsto como ya hemos puesto “la carreta delante de los bueyes” la espiral comienza otra vez y no es solo Pánfilo quien cuenta los quilos, vive pendiente de los mandados, de si sacaron algo en la casilla, centros de elaboración, las tiendas o mercados.
Ante el desabastecimiento y el bloqueo interno generado por los acaparadores hacemos largas filas y poco antes de comprar la mercancía deseada se acaba y ahí vamos por pura necesidad, como “viejo carretón para el muelle” “a morir” con los revendedores y pagamos, lo que es nuestro por derecho, el doble o triple de su precio.
Revisamos el closet, las cosas guardadas, equipos en desuso (deshacernos de inventarios ociosos) o hacemos trabajos extra (armar palillos de tendedera, hacer durofríos, ayudar en una finca, tirar una placa…) para buscar otra entrada de capital y equilibrar la balanza de las cuentas por pagar.
Si tenemos en casa niños, adolescentes o ancianos, para decirlo en términos globales los “gastos sociales” se incrementan, por cuestión de medicinas, meriendas para la escuela, repasadores, dietas específicas, e incluso algún dinerillo para recreación de todas las generaciones que componen tu estirpe con sus diferentes gustos, así también le pasa al país.
Quieres cobrar lo que te deben dentro de la misma familia, pero ahí ves que el otro está peor que tú, se te aprieta el corazón, quieres aplicar los infalibles principios de la economía aprendidos y tener disciplina financiera,pero es tu hermano o tu hijo que tiene pérdidas porque a él tampoco le pagaron.
Eso sin contar que hay quienes tienen un vecino pendenciero, al que le molesta tu perra o el cerdito “criado a mano”, la música de tu paladar, el gasto excesivo de agua de tu pozo, la lavadora por la madrugada, tus amigosy una larga cadena de etc increíbles y “te acosa el cara pálida”. Así también le pasa a Cuba con el vecino a 90 millas.
Él debe y el haber, en las famosas cuentas T de la contabilidad, si es que las puedes hacer en la esfera doméstica, generalmente son una entropía y pasas el dinero de un bolsillo a otro para garantizar lo imprescindible, eso también se vive en todos los niveles cuando se te rompen los planes y la tonelada de níquel, por ejemplo, te la pagan al 75 por ciento de loplanificado.
Ningún argumento de este comentario es una justificación, es una realidad palpable en casa, al menos en la mía y en la de muchos de mis amigos, quienes solicitan un punto de partida para solucionar el problema científico :¿Cuál economía hacen los eternos fiesteros, los de paladar en paladar, los llenos de cadenas o los de la bicicleta ayer, la moto hoy y el Lada mañana…?
Sagrada sea la ganancia si es del sudor de la frente o incluso si les cae del cielo extranjero pues que “San Pedro se lo bendiga” pero si es de sangrar mi bolsillo, el de mi hermano o la bolsa colectiva familiar (presupuesto del Estado) es hora que se tranque el juego.
Porque suele estar llena de misterios la mente humana, este miércoles, mientras se hablaba de ingresos cedidos, participativos, cuentas por pagar y cobrar y superávit, pensé cómo respondería a estos dilemas mi profesora Enma, quien consideraba que: “la nación se construye desde el hogar, la familia y defender la economía colectiva es defender esa nación que empieza desde tu casa”.
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