El guajiro de Ranchuelo
- Por Rubén Rodríguez González
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No sabemos en qué pensaba Amado Trinidad Velasco un día como hoy de 1955. Sus declaraciones a la revista Bohemia, un año antes, ofrecen algo de luz acerca de su estado emocional: “Lo he perdido todo: dinero, posición, fama, influencia, amigos. Solo me quedaba esta niña, a la que yo quiero con delirio y que ahora me han quitado también. Estoy destruido. No puedo soportar más dolor. ¿Hasta dónde se puede acorralar a un hombre?” (1).
El 14 de febrero de 1954, Bohemia publicaba dos grandes reportajes con matices sensacionalistas y despliegue fotográfico, donde se revelaba el litigio entre el otrora magnate de la radio y su ex esposa, Flor Ángel Cañizo, por la hija de ambos, Consuelo (Chelo), por la cual Trinidad sentía especial apego y que, según se lee, había sido secuestrada por su progenitora, quien finalmente se hizo de su custodia.
Luego de su quiebra, el “Guajiro de Ranchuelo” se había retirado a su finca San José, en las afueras de Guanajay, donde se dedicó a un negocio de flores, y ocasionalmente compareció en programas de radio y televisión. Vecinos de allí le recuerdan de esta última etapa, como un hombre afable, aunque ya no vestía los sempiternos trajes elegantes de sus tiempos de gloria, sino de manera sencilla.

En 1954, el Gobierno Provincial le había otorgado la Orden San Cristóbal de La Habana, por sus aportes a la radiodifusión y la cultura nacional, pero nada podía detener el ocaso de un gran hombre.
Vayamos a sus días de gloria, varios años atrás, cuando la meteórica carrera de Amado Trinidad Velasco, proveniente de una familia de empresarios del sector tabacalero, no tuvo parangón.
Nació el 20 de noviembre de 1893, en la finca el Purial, en La Esperanza, actual provincia de Villa Clara. Hijo de un comerciante de tabaco, heredó junto a sus hermanos la tradición y el negocio del padre. En 1921, fundaron la firma de cigarrillos Trinidad y Hermanos, cuya propaganda radial fue el inicio de su profundo idilio con la radiodifusión.
En 1939, Amado vendió a sus hermanos su parte en la firma cigarrera y compró la CMHI, emisora local de onda larga, que anexó después a la COHI, de onda corta, e inició una programación, que fue logrando popularidad, primero en la provincia de Las Villas; luego, en toda Cuba, con éxitos como la serie Las aventuras de Pepe Cortés, cuyo éxito fue tal que la habanera CMQ le escamoteó a su guionista e intérpretes.

Posteriormente, Trinidad emigró a La Habana, donde adquirió la red interprovincial RHC (Radio Habana Cuba), del publicista y radialista Félix O’Shea y el ingeniero Cristóbal Díaz, con la cual fusionó su Cadena Azul; sus antiguos propietarios se mantuvieron como socios. Así nació la primera cadena radio-telefónica del país, que inició sus trasmisiones ese año en sus estudios de Prado 54, esquina a Capdevila, donde hoy está el hotel Packard.
La inauguró en grande, con un programa artístico que cerró la calle Prado: la Orquesta Riverside, La Cosmopolita, Cuban Star y Ernesto Lecuona, la agrupación Hermanos Pérez de Santa Clara, los Tríos Galante y Meridiano, los solistas Ignacio Villa (Bola de Nieve), el tenor español Agustín Godoy, las cantantes Sarita Bravo y Celia Abreu, así como el conocido actor Aníbal del Mar, que encarnaba el popular personaje de Chan Li Po en la serie radial de Félix B. Caignet.
La RHC Cadena Azul se convirtió en el mayor negocio mediático de la época, del que Amado era el único propietario. Hábilmente, desplazó a los anunciantes de las industrias menores hacia emisoras de poco alcance y concentró a las empresas receptoras, almacenistas y distribuidoras de productos extranjeros.

La agenda de Trinidad se basaba en loables propósitos: destacar la cubanidad, proteger al artista nacional, situar al artista cubano en el sitial merecido, trasmitir la mejor música y ofrecer un arte superior a través de las ondas radiales. En consecuencia, pagó salarios elevados a los artistas, músicos y personal técnico, que contrató con carácter de exclusividad, realizó espectáculos por todo el país y creó la revista Ecos, perteneciente a la cadena radial.
Figuraban en su nómina exclusiva 40 cantantes, 34 actores, 18 locutores, 20 escritores de radio, 10 orquestas y 10 compositores, entre los cuales estaban Iris Burguet, René Cabel, Miguelito Valdés, Joseíto Fernández, Barbarito Diez, Rita Montaner, Leopoldo Fernández, Aníbal de Mar, Otto Sirgo y Rosendo Rosell, además de varias estrellas internacionales que vinieron a Cuba, como Alberto Gómez, Jorge Negrete, Pedro Vargas, Tito Guízar y Libertad Lamarque.
Espacios como Las aventuras de Chan Li Po, de Félix B. Caignet, y la Novela del aire, que escribía Caridad Bravo Adams, estuvieron en la preferencia del público. También expreso promotor de la cultura campesina, la RHC Cadena Azul trasmitió Las aventuras de Manuel García, El rey de los campos de Cuba, La novela guajira, con obras originales de Onelio Jorge Cardoso y de Dora Alonso; y espacios como Remanso guajiro; Atalaya Criolla, dirigida por el propio Trinidad, y Controversia deportiva, con Radeúnda Lima, Celina González y Adolfo Alfonso.

No es de extrañar que lograra rápidamente el favor del público nacional y que, durante la década de 1940, Cadena Azul desplazara del primer lugar en audiencia a la CMQ, que por entonces era propiedad de Ángel Cambó y Miguel Gabriel. Sin embargo, su adquisición por el santiaguero Goar Mestre, empresario exitoso, conocedor del medio radial y muy vinculado a los capitales norteamericanos, pronto cambiaría ese orden de cosas.
En principio, Goar Mestre se alió con Amado Trinidad para eliminar a los propietarios originales de CMQ, pero esa misma fórmula la aplicó después con su socio, así quedó como principal dueño de la radio cubana y posteriormente de la televisión, que conformarían, junto a otras empresas, el más poderoso holding de medios de la Isla.
Entonces se declaró la Guerra del Aire, cuando ambos empresarios comenzaron a competir por las audiencias utilizando todos los medios a su alcance, como obsequiar radios que solo sintonizaban la emisora del donante, planes de regalos o el robo de talentos al contrario. Por esa razón programas como La tremenda corte y artistas como la española María Valero, pasaron de la Cadena Azul a CMQ.
La trasmisión de la radionovela El derecho de nacer, entre 1948 y 1949, fue un factor determinante en inclinar la balanza a favor de la CMQ. La novela de Félix B. Caignet -rechazada anteriormente por la RHC, en un lamentable error de cálculo- se transformó en un fenómeno mediático nacional, que desbancó a sus rivales en el éter y logró un 50.63 por ciento de audiencia, récord mundial en ese momento.

La guerra estaba prácticamente perdida, las empresas anunciantes se pasaron a la emisora rival y el aparatoso despliegue de dinero mediante el cual Amado Trinidad pretendió acabar con el otro competidor mermó considerablemente sus fondos. Según estudiosos, junto a los gastos empresariales, estaban los del propio dueño de Cadena Azul y su esposa, cuya entrada como vicepresidenta entronizó el despilfarro y el descontrol; al mismo tiempo, Amado se endeudaba en préstamos para reflotar su empresa y algunos de sus colaboradores comenzaron a robarle.
Sus acciones para traer la televisión a Cuba fracasaron, pues en 1950, Gaspar Pumarejo se le adelantó al guajiro de Ranchuelo y al propio Mestre. En 1952, las encuestas ubicaban a la RHC como una emisora de segunda. Sus intentos posteriores de patrocinar la televisión en colores fallaron también por falta de capital.
No le quedaba mucho por hacer. En 1952, Amado vendió la RHC al empresario estadounidense Bed Marving (supuestamente testaferro del presidente Batista), que le cambió su nombre por la Cadena Azul de Cuba. Menos de un año después, fue adquirida por inversionistas nacionales; sin embargo, en 1954 se retiró del aire por problemas económicos, dando paso al Circuito Nacional Cubano (CNC).

Caballerescamente, declaraba para Bohemia: “A pesar de nuestra natural rivalidad en los negocios, yo siempre me llevé bien con Goar Mestre. La RHC comenzó a decaer cuando vino la TV. Este es un negocio peligroso” (2).
El 11 de agosto de 1955, Amado Trinidad Velasco se suicidó en su finca. Irónicamente, su velatorio se realizó en la funeraria Caballero, ubicada en 23 y M, frente al colosal edificio Radiocentro de la CMQ, de Goar Mestre. Se le reconoce justamente como uno de los precursores de la radio en Cuba.
El Diario de la Marina publicó este epitafio:
“Figura cimera de la Radiodifusión nacional, a la que dio su esfuerzo, entusiasmo y mejores días. Escribió el sólo un ciclo radiofónico con fuertes relieves populares. Fue un hombre de pueblo y el pueblo lo escuchaba y seguía. Ofreció momentos de amplias proyecciones. Provocó en el sector radial una fuerte competencia, que motivó la superación artística de los programas y la elevación del estándar económico de los artistas. La RHC se situó a la altura que él se propuso situarla” (3).
De su primer matrimonio con Otilia Fernández Navarro, Trinidad tuvo otros hijos: Luis, Ramón y Luisa María. Sus descendientes viven todavía en Cuba y otros países.
(1) Revista Bohemia, 14 de febrero de 1954
(2) Ibidem
(3) Ecured. Enciclopedia colaborativa cubana
(4) Mayra Cue Sierra: “Amado Trinidad y la cultura campesina”, en www.envivo.icrt.cu.
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Comentarios
Mi padre fue agente de la revista Ecos (de la RHC Cadena Azul) y le llegaban ciertos comentarios. Uno de ellos se refería al abandono de su esposa quien supuestamente marchó a México con Miguel Acebes Mejías. Pero lo que más daño le hizo fue la separación de sus hijas. Se conocía de otra relación de él con una muy conocida cantante.
Existieron comentarios de que triunfó en los negocios, pero bastante alocado y se metía en operaciones riesgozas.