Rubén Rodríguez, XXII Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar
- Por Milo García
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Foto: El Caimán Barbudo
Entre las cualidades de Rubén Rodríguez González descubrí que existe la constancia. Imagina, analiza, escribe, edita, envía una y otra vez, como si la vida dependiera de ello. Si se lo propone, puede escalar una montaña o ganar un premio literario, por suerte, para proteger su integridad física en la caída de una empinada, nació con el don de la escritura, y de paso, no se rinde con facilidad.
Él es un importante escritor y periodista holguinero, galardonado con los Premios Alejo Carpentier, La Gaceta, dos premios de la Crítica Literaria en los años 2008 y 2023, quien se destaca por su extensa lista de intereses desde obras para adultos hasta la literatura infantil y juvenil, quien no tiene reparos en saltar desde el más puro realismo hasta la más etérea ficción.
Recientemente, recibió en la provincia de La Habana el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar con el texto "Las codornices", una historia sobre la crueldad que se oculta detrás de las acciones cotidianas. Según el escritor, conviven las desigualdades, la sensibilidad, el reto de vivir y sobrevivir.
"Es una historia realista, de contrastes, que se desarrolla en la Cuba actual, aunque pudiera ocurrir en cualquier otra parte. Se trata de un texto sencillo, directo, incluso breve y sin artificios ni despliegue técnico, aunque encierra un profundo dramatismo", comenta el autor.
Foto: Tomada del perfil de Facebook de Abdiel Bermúdez
-¿Por qué "Las codornices"?
-Tiene que ver con la historia que se cuenta. Hay que leer el relato para saber más...
Cuando Rubén escribe lo hace de un tirón, el tiempo generalmente depende de la complejidad del argumento o de cómo visualiza o concibe la historia. Sobre este texto en particular confiesa: "Fluyó con naturalidad y salió de una vez, sin contratiempos; lo cual ocurre cuando tengo bien construidos los personajes y correctamente definidos el conflicto y su resolución".
Luego de cinco intentos en el mismo certamen, logró dos menciones, dos pasadas sin penas ni glorias y por último el gran premio. "Si fuera a comparar este cuento con los anteriores, diría que no trata la temática amorosa como Manzanas verdes y El año del cerdo, ni posee la complicación formal de Trivialidad, ni cuenta con el elemento fantástico como Anatomía de la tempestad".
"Quizás ahí radica su mérito, en su apego a las características del cuento tradicional, en la sencillez de su estructura y la parquedad de elementos formales a los que se acude para narrar, así como al empleo del diálogo. Pero de esto mejor pudiera hablar el jurado".
Como excusa a su insistencia se declara admirador del autor de "Rayuela", un profundo estudioso de las técnicas narrativas y un cultor exquisito del género fantástico: "Me puse esa meta profesional e insistí tozudamente. Aprecio la exigencia del certamen y su valía. Al cabo de varios intentos, tengo armado un libro de cuentos con las obras destinadas al Cortázar".
Rubén confiesa que es perfeccionista y un crítico implacable de su obra, que aún no se libra del síndrome del impostor. ¿Qué aporta un premio? Probablemente no mucho, pero a veces funciona como una valía interna, una justificación de por qué hacemos lo que hacemos, en ocasiones evita la pérdida en laberintos mentales en donde no sabes ni quién eres.
"Lo más importante es el disfrute pleno, casi morboso que significa la escritura para mí, una fuente inmensa de placer y felicidad, con independencia del tema abordado y el tono narrativo elegido. No me resulta angustioso escribir, si fuera así, no lo haría".
¿Quién ganó El Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar? Un amante del café y las madrugadas, un editor de exquisito gusto que disfruta colocar los signos de puntuación en el lugar que pertenecen, un escritor que, aunque se camufle, es lo que escribe, un eslabón fundamental de esta casa: el periódico ¡ahora!.
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