Holguín en clave coral
- Por Alionuska Vilche Blanco
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Fotos: De la autora
La primera vez que crucé el umbral de la familia Monier fue en medio de la jornada de celebración de la Fiesta Iberoamericana, en octubre del año pasado. Por entonces, ya casi se concretaba la primera edición de Vocalis –realizada en noviembre–, ese sueño compartido, que comenzaba a tomar forma en la ciudad.
No recuerdo si fue antes o después del evento que entrevisté a Leidy Laura Brown Monier, pero sí tengo grabada aquella tarde lluviosa cuando, cubierta por una capa, llegué hasta el aula de la escuela de arte donde ella enseña. Me atreví a sentarme al piano bajo su mirada cálida, mientras sonreía ante mis torpes intentos y conversábamos sobre su trayectoria y el legado artístico de la familia. Fue allí donde constaté los altos valores del arte que la estirpe Monier trasmite de generación en generación, una herencia que se percibe no solo en la técnica, sino también en la unión y la pasión con que viven la música. Así lo pude comprobar tanto en aquel encuentro con Leidy, donde interactué brevemente con María y Milagros Monier, ambas dedicadas a la labor educativa en la escuela de arte.
Ese espíritu familiar y colectivo fue el que dio vida a la primera edición de Vocalis, un festival que, merecidamente, fue nominado al Premio Suceso Cultural del año 2024 en Holguín. En este 2025, Vocalis ha regresado con una calidad aún más elevada, consolidándose como un evento imprescindible para la ciudad y para la música coral cubana. Si algo distingue a esta segunda edición es el enriquecimiento palpable de su programa teórico: paneles y conferencias han abierto espacios para el análisis y el intercambio, permitiendo que artistas, estudiantes y especialistas dialoguen sobre la historia, los retos y las posibilidades de la música vocal contemporánea.
La excelencia de los conciertos ha sido indiscutible. Cada agrupación, desde las más jóvenes hasta los conjuntos de consagrados, ha dejado claro que Vocalis es un escenario de alto nivel. Se destacó la presencia de jóvenes artistas como Milaydis Elisa Obret Monier, estudiante de Dirección de Orquesta en el ISA e hija de Milagros, quien no solo compartió su experiencia sobre la interpretación de una obra barroca en el panel teórico, sino que, además, asumió la dirección orquestal durante la gala de clausura. Su intervención demostró una madurez profesional y una sensibilidad artística que auguran un futuro prometedor. Recuerdo que durante el panel, Milaydis habló del rigor, el reto de la profesión, de cómo la dirección de orquesta es, ante todo, un acto de entrega y liderazgo, argumentos que se vieron reflejados en su desempeño sobre el escenario.
No menos relevante fue la participación de Conrado Monier, representante de una generación de artistas que ha sabido dejar huella en la música cubana. Su intervención en el panel sobre la influencia del jazz y el son en la música vocal recordó que la riqueza de nuestro acervo musical reside en la fusión y el diálogo entre tradiciones. La presencia de figuras como él en Vocalis es imprescindible.
La gala de clausura, celebrada en la Biblioteca Álex Urquiola, fue el espacio donde cada agrupación holguinera –Feeling Voices, Orfeón Holguín, Vocal Monier, entre otras– aportó su propio color y energía. Feeling Voices, fiel a su estilo, demostró por qué es siempre un punto alto en cualquier cartelera. La labor de los demás conjuntos, la Coral Universitaria, el Coro de Instructores, el Proyecto Vocal Ánima y la participación de los estudiantes de la Escuela de Música y la Escuela de Instructores de Arte enriquecieron la gala y dieron muestra de la diversidad y vitalidad del movimiento coral en la provincia.
Deseaba conocer a la Camerata Romeu y este evento me dio esa oportunidad. Aunque su directora, Zenaida Romeu, no pudo asistir, el virtuosismo de las jóvenes integrantes conquistó al público de tal manera que los aplausos parecían no tener fin. Para Milagros Monier, organizadora del evento, y para quienes estuvimos allí, la Camerata fue un regalo largamente esperado. Mención especial merece la Orquesta Sinfónica de Holguín, cuya presencia, según palabras de Milagros, elevó la clausura a una categoría superior.
La noche, tejida de voces, instrumentos y aplausos se tornó aún más significativa con la entrega de reconocimientos. El festival Vocalis distinguió al investigador musical holguinero Zenovio Hernández, por su aporte al conocimiento y la difusión de la música vocal. También se reconoció a la intérprete y profesora Leidy Laura Brown Monier, ejemplo de entrega y formación para las nuevas generaciones; a Raúl Obret Monier, concertino de la Orquesta Sinfónica e hijo de Milagros; y de manera especial, al maestro Conrado Monier, gesto que celebró la continuidad y el compromiso de quienes sostienen el arte desde la docencia y la interpretación.
Como bien dice el lema que ha guiado esta edición: “La voz hace sonreír al corazón”. Y en esa sonrisa colectiva, en ese latido compartido, quedó la promesa de que Vocalis volverá en 2026, porque la música, como la familia Monier, sabe cómo reinventarse y renacer. Que sobreviva y crezca es una necesidad para Holguín y para el país.