Visiones del carnaval: el jurado opina
- Por Oreste Saavedra*
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Contradictoriamente a lo que me dictaba la razón accedí a la solicitud de ser jurado del paseo del Carnaval holguinero en esta edición. La experiencia que viví y las impresiones de las fiestas populares de mayor masividad en nuestra ciudad me llevaron a reflexionar sobre nuestra identidad y la manera en que asumimos y reflejamos nuestras tradiciones artísticas.
Este viaje cultural comienza el viernes 16 de agosto. Serían aproximadamente las 8:30 pm. Todo listo en la tribuna de la presidencia. La música ambiente demasiado estridente, como va siendo habitual en este tipo de eventos. El jurado ocupa sus puestos y nuestra primera disertación no es sobre el programa, que por cierto todavía no ha llegado a nuestras manos, sino sobre la selección musical del sonidista – con tantos ritmos diversos que tiene nuestra música no sabemos del por qué la preferencia por el merengue electrónico foráneo o reconocidas melodías ajenas al espíritu del momento, eso sí, muy “joviales y actualizadas”. De pronto un cambio en ambiente, suenan los VanVan, Karachi, Fabré y Habana de Primera…ahora sí estamos encontrando el tono.
Llama la atención la notable afluencia del público ávido por observar lo que acontece. Aparecen los primeros invitados y los sonidos de la conga nos invaden. Otra vez la amplificación de la música en vivo vuelve a ser deficiente. Son notables los desbalances instrumentales de los conjuntos que ocupan el espacio designado para acompañar los paseos y comparsas: las voces nunca se escucharán con claridad y potencia; las cornetas chinas corren suertes dispares, en ocasiones ensordecedoras y otras totalmente ausentes; las intervenciones de los instrumentos de viento resultará desafortunada ¿Qué pasa con los asistentes técnicos del audio? ¿no se percatan que cada formato requiere una ubicación de la microfonía y ecualización diferente?
Hacen su aparición los paseos y carrozas llenos de colorido y alegría. Rememoro las imágenes de mi infancia cuando se bebía en “pergas” y había serpentinas, pese a las limitaciones se mantiene el ambiente festivo.
Este tipo de desfile se compone por cuadros, intercalando a las agrupaciones o compañías invitadas y los concursantes oficiales. Llega por fin una copia del programa a nuestras manos. Considero que la dirección artística y general fue acertada, en aras de mantener el espectáculo. Siempre pendientes a que no decayera el equilibrio y los momentos de clímax, dando un orden correcto a cada participación para no agobiar al espectador; pero deben cuidarse las incursiones innecesarias en el área de presentaciones que, como escenario artístico, debe ser exclusivamente para los artistas y figurantes. Miembros de la organización con sus walkies “coordinando”, por momentos innecesariamente y transitando con total desenfado por la avenida; en ocasiones hasta caminaban delante de la procesión, tan cerca del grupo que parecían un miembro más. Estas manifestaciones entorpecen el desempeño y distraen la atención.
Otro aspecto a considerar debía ser el tiempo de presentación ante la tribuna de cada participante. En todos los casos fue excesivo. En principio debía ser el mismo para cada ejecución, buscando igualdad de condiciones en el concurso y como respeto al público y a la convocatoria liberada por el Comité Organizador. Además como presentación artística muchas veces la estructura y coherencia fue insulsa o demasiado pretenciosa, y ya sabemos que el que mucho abarca…
Sin embargo, llamó poderosamente la atención la adecuada selección del contenido de manera general. Y aquí cabe mencionar, a la comparsa de Pueblo Nuevo y al Paseo de Vista Alegre. Felicitaciones para los encargados de la selección de las temáticas abordadas. La primera, haciendo un minucioso y exquisito recorrido por la ascendencia de tradición hispana del complejo del punto (término musical que agrupa los géneros de la música campesina) con total apego a las tradiciones y respetando los bailes y usos del folclor. Con buen gusto y equilibrada variedad sobre todo en las coreografías y la selección musical.
La segunda por la presencia de la herencia de la vertiente ancestral africana y haitiana de los ritos Congo, el Palo, la Tumba Francesa y otros. Fue además la mejor música en vivo y la muestra de mayor espectacularidad de ejecución y dominio escénico.
Dio gusto ver tanta juventud y la presencia de nuestros niños en desempeños adecuados. En ocasiones sus ejecuciones fueron superiores en entrega y deseos a la de compañías profesionales, sobre todo en el caso del cuerpo de baile de la Escuela Vocacional de Arte, integrados al Paseo Alegría y Juventud. Las palmas para ellos, por la originalidad de su propuesta, su apego a la campaña por los 300 y el respeto con que abordaron íconos de nuestra identidad como ciudad.
La integración social también dio pasos promisorios. Otra nota agradable fue la incorporación de la ANSOC y los proyectos comunitarios. Sin embargo, notamos que debe trabajarse con mayor atención en la preparación de personas con discapacidades que históricamente han desfilado en estos eventos, para que no desentonen y empañen el esfuerzo colectivo.
No obstante, hay que prestar atención y no debe descuidarse que la excelencia está también en el acabado general, en la uniformidad de los movimientos y en la entrega en la escena, sobre todo si intervienen artistas profesionales.
Otras propuestas no estuvieron a la altura esperada. En el arte, como en la vida, para aportar y renovar hay que tener conocimiento de causa. Es imperdonable que se muestre un toque religioso alejado del rigor, el respeto y los elementos en el lugar que le corresponden. Momentos musicales con acabado deficiente: desafinados, descoordinados y con sonoridades manidas y reiteradas. Así mismo en el caso del bloque de los pregones. Una cesta con gajos y manojos de hojas portadas por muchachas que bailaban ¿conga? con globos de cumpleaños amarrados en la pierna o la cabeza es la estampa más grotesca y alejada de los hermosos pregones que interpretaban nuestras negras, mulatas, blancas y que sirvieron de inspiración tanto al Manisero de Simons, como a Frutas del Caney de Felix B. Caignet, el Frutero o el Zunzún de Lecuona y muchas más en las inigualables voces de Rita Montaner, Bola de Nieve, Esther Bojas, Omara Portuondo, Brenda Navarrete o Laritza Bacallao.
El caso de las carrozas fue otro. Si bien la estructura y diseño de las misma no se puede cambiar (Holguín no cuenta con equipos propios y estos deben ser rentados) debe cuidarse que el diseño de vestuario y la ubicación de los bailarines y figurantes que la ocupan debe estar acorde a cada una de ellas, de lo contrario o las carrozas opacan a sus ocupantes, o sencillamente se abarrotan de personal sin ningún aporte estético.
También debe cuidarse el concepto de espectáculo que brindan cuando se detienen a realizar la presentación. Debe existir armonía entre lo que sucede sobre el carromato y lo que se muestra en la calle. Muchas veces no fue así. Otro aspecto es el papel que se le da a la agrupación o solista vocal invitado. ¿Para qué tenerlos todo el tiempo si solo cantan uno de los temas y los otros lo “doblan” de manera deficiente? Solamente una de ellas honró al solista dándole el protagonismo al poner los temas musicales en función suya.
Si hay presencia de nuestros jóvenes ¿no deberían ser con temáticas acordes a su generación? ¿por qué empeñarse en simular un cabaret? No estoy abogando aquí por el desarraigo de las tradiciones, pero o se hace con todo rigor o se adecuan los temas juveniles a nuestro contexto. El esnobismo de un tema, o elemento (como el cañón de burbujas) debe encontrar una justificación creíble.
Aquí recomendamos al Comité Organizador la exigencia (casi con carácter de obligatoriedad) de que cada participante cuente con un director artístico aprobado por la Dirección de Cultura Provincial. ¿Para qué? Pues así muchos de los problemas técnico-artísticos y otros conceptuales pudieran evitarse. Un espectáculo no es la suma de momentos artísticos. Es el crecimiento de un mensaje, de una idea que se quiere compartir a través del arte. De esa manera nos hubiésemos evitado ver carrozas que perdieron el rumbo entre la bruma del cliché de la temática de lo cubano y lo decorativo. Nuestra cultura es más que un baile, un personaje de referencia, tres colores o un sonido contagioso. Somos un sentir vibrante, puro, inequívoco, profundo y eterno. Una amalgama de todo y a la vez una manera de ser, de asumir la existencia y de enfrentarnos a la vida con un toque de distinción. Por eso hay que ir a las esencias, a lo neurálgico, a lo veraz.
En el caso del apego y rescate de las tradiciones, la sugerencia estaría dirigida a la Dirección de Casas de Cultura para redoblar el trabajo metodológico que debe ser prioridad de todos. Si se baila que se baile bien; si se crea, que se investigue primero. Hay que beber de lo heredado para poder aportar, cambiar, renovar. Contamos con destacados investigadores y promotores culturales de vasta experiencia. Démosle el lugar que merecen.
Las noches siguientes mostraron momentos de crecimiento notables. Los espectáculos fueron refrescados en variantes que buscaron entretener y mostrar otras aristas del quehacer cultural. Una fórmula correcta para un espectáculo que se repite por tres noches y que en ocasiones se olvida.
Si bien el espectáculo en general logró salir airoso, está en nuestras manos hacer todavía más. Somos convocados a pensar como país; pero si no ponemos nuestro empeño y creatividad en función de la sociedad y nuestra responsabilidad individual en nuestro puesto de trabajo, el esfuerzo se hace vano. Se extrañaron las maniobras acrobáticas de antaño de la Motorizada de las fuerzas del orden. No tenía sentido hacerles transitar abriendo el cortejo.
¿Por qué mostrar a unos muñecones deprimentes? Para colmo me entero, de buena tinta como se dice en buen cubano, que son rentados. ¿Cómo es posible si tenemos una pléyade de artistas plásticos y de instituciones de prestigio como el Fondo de Bienes Culturales, el Centro Provincial de Artes Plásticas, la UNEAC, la Empresa de Servicios al Arte, Movimientos de Aficionados de nuestras Casas de Cultura y hasta los estudiantes de la Academia de Artes Plásticas?
Hay que recordar que está en juego la salvaguarda de uno de los recursos más valiosos de nuestra nacionalidad: la Identidad. El carnaval no debe quedar solamente en cada agosto. Hay que incentivar, promover, gestar. ¿Por qué no crear una oficina (como tiene Romerías de Mayo) que se ocupe el año entero de esta tarea? Así tendríamos a los espectáculos premiados en esta ocasión en nuestras Semanas de la Cultura, las Romerías, la Fiesta Ibero e incluso en el “habanero” Festival Internacional de Cine de Gibara.
Urge devolverle el lugar a nuestras tradiciones, que es salvarnos como país; y también luchar contra la globalización y la desmedida penetración cultural.
Todas estas luces y sombras pueden ser de utilidad para lograr una sociedad mejor, más popular, más culta y sobre todo, más comprometida con el privilegio de ser hijos de una Patria libre y hermosa. Mi mirada crítica está dirigida hacia determinadas poses de facilismo, la simulación y la pseudocultura. El arte no admite concesiones. Por esta vez las luces fueron más, ojalá y no se apaguen nunca.
*El autor es el Director de la Orquesta de Cámara de Holguín
Comentarios
Hablas del tiempo de ejecución ante el jurado, detalle que siempre criticamos en nuestros trabajos. Previo al desfile se realizan reuniones con los directores de comparsas y carrozas y uno de los elementos que se les impone es el tiempo, pero el terreno cada cual hace, indisciplinadamente, lo que quiere, no advierte que ahí también el tiempo es oro, y la demora se transforma en tedio para el espectador.
Las carrozas, todas, con la excepción de la FEEM, tienen directores artísticos o asistentes avalados o evaluados, pero falta creatividad pensar para el carnaval, se lleva a la carroza el mismo espectáculo del cabaret, e incluso una de las mejores premiadas presentó el mismo espectáculo que el año pasado, sin cambiarle siquiera el nombre.
No sabía que también los muñecones eran alquilados. Como ya expresé en un comentario Holguín es una provincia con industrias sideromecánicas importantes, condiciones hay para tener nuestras propias carrozas, un reclamo viejo que no encuentra solución.
La idea de la oficina del carnaval tampoco es nueva, Hermilio Polanco, por muchos años presidente del jurado, holguinero por ciento, lo planteó muchas veces, junto con el museo del carnaval, pero tampoco encontró oídos receptivos.
Nuevamente gracias, fue un placer leerlo.
Cierto, el audio sin consideración alguna a la vecindad -donde predomina la ancianidad - comenzó sus pruebas el jueves casi a la media noche, teniendo que personalmente personármele y tras llamar a la PNR paralizaron la operación.
Acotaría una vez más: trasládese y hágase más grande la grada al frente del jurado, donde se subutiliza el área con una tarima destinada a dos conductores, dejándose de ingresar finanzas e imposibilitado al trabajador espectador, a disfrutar del evento.
Coincido, tenemos que dejar de gastar nuestro presupuesto alquilando carrozas, baste una indicación del gobierno territorial y las podremos alquilar nosotros.
Finalizó, solicitando se razone en no acelerar el paso de los participantes frente al jurado la noche de la premiación, pues limitan de ver el espectáculo íntegramente a los observadores del mismo, que con seguridad no habían tenido otro momento.
Cordialmente,
Un hombre que ama la cultura del detalle.
Claro no apruebo por esto la chavacaneria ni el mal uso de este escenario para dar una imagen lejos de la realidad y de nuestro modo de ser.
aprovecho para exponer mi desacuerdo con lo publicado por el representante de la universidad de holguin respecto a los criterios del jurado, tanto el artistico como el de la prensa, integrado por destacados profesionales, si el veredicto no coincide con las aspiraciones de los participantes, no es culpa del jurado, es un motivo para pensar mejor como hacer las cosas.
Ojala y el próximo año sus comentarios sean escuchados y se brinde un mejor espectáculo.