Iraldo, la profesión en el alma
- Por Norton Lorenzzi Véliz
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El fallecimiento en esta semana del periodista Iraldo Leyva Castro, de la emisora Radio Juvenil, del municipio Calixto García, fue un suceso difícil de aceptar, aun conociendo que en los últimos meses su salud estaba afectada por una enfermedad.
Iraldo desbordaba tanta alegría, sencillez y humanismo, que era difícil creer que a los 67 años de edad se despedía de la vida cuando aún le quedaban metas y proyectos por delante. Fue un profesional en toda la extensión de la palabra, capacitado, instruido, perspicaz y con vocación para la narración y la divulgación del mundo deportivo.
Procedía de familias campesinas, nació el 19 de diciembre de 1957 en una zona rural del municipio Rafael Freyre y en su infancia aprendió las labores del campo, sin apartarse de la escuela y la lectura de la bibliografía que le cayera en las manos.
En la década de 1980 estudió técnico medio en Refrigeración en Bayamo. Al graduarse laboró en Holguín en esta actividad, pero el deporte era algo que lo apasionaba y se vinculó al movimiento de corresponsales deportivos voluntarios del Inder, que dirigía Manuel Pavón Sánchez y rápidamente se distinguió en esta labor.
Escribió muchas informaciones en la página del periódico ¡ahora! a finales de la década de 1980 y colaboró con la emisora provincial Radio Angulo junto a los comentaristas y narradores deportivos Ernesto Rondón Jorge, Ramón Duchalde Terán y Eliades Gómez Portelles, con los cuales adquirió mucha experiencia en este medio. Fue fundador, en mayo de 1990, de la primera emisión de la Revista Deportiva del Domingo, que dirige José Antonio Chapman Pérez.
Por sus dotes del campo, los fines de semana se desempeñaba en la narración de Rodeos en la Feria Agropecuaria del Valle de Mayabe, donde alcanzó méritos a nivel nacional. Participó en certámenes nacionales e internacionales en la Feria Nacional de Rancho Boyeros, en La Habana.
En 1993 se unió como profesional a la emisora Radio Juvenil, de Buenaventura, municipio Calixto García y en este medio estuvo por más de 30 años. En esta localidad estableció su vida familiar y allí fue un hijo privilegiado y querido. En sus últimos veinte años de vida se dedicó a otra de su vocación: la composición musical. Su obra como autor la conforman casi 50 piezas y entre esta sobresale el himno del municipio.
Con la muerte de Iraldo se va un gran amigo, que conocí desde muy joven, y una excelente persona que llevaba la profesión periodística en el alma y la cultivó en su seno con pasión hasta los días finales de su existencia.
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