Consagración en La Bendecida
- Por Lourdes Pichs Rodríguez
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Fotos: Alexis del Toro
Yanier Fajardo Rabelo pronuncia con orgullo su nombre y apellidos, acotando que Rabelo es con B, pero con más elocuencia habla de lo logrado en su casi caballería de tierra en usufructo en cuatro años de dedicación al cultivo de productos varios, aunque su pequeña finca, como él la llama, es una caja de sorpresa, porque allí hay de casi todo lo que se puede producir y criar.
Este productor asociado a la CPA Cristiano Naranjo, localizada en Jagüeyes, a cuatro kilómetros de la cabecera del municipio de Calixto García, es de hablar pausado y correctamente. Estudió Licenciatura en Derecho en la Universidad de Holguín, además se graduó de electrónica y contabilidad; sin embargo, quiso seguir la tradición familiar de sus abuelos y padres, campesinos de corazón y manos laboriosas, porque “siempre me gustó el campo, aquí nací y me crié”.
“Cuando nos entregaron este sitio nos insertamos en la producción de frutales y cultivos varios, pero dentro de la propia finca, que le falta una hectárea para la caballería, tenemos un módulo pecuario con cerdos de capa oscura incluyendo una reproductora.
“Este año ya logramos 50 cabezas de este mamífero; además contamos con gallinas, guanajos, patos y ocas, para la vigilancia, ellas forman un escándalo ante la llegada de alguien; con ovejos de varias razas, que comenzamos ahora, pues lo de nosotros es la tierra, de la que hablaré más adelante”, aclara mientras dirige la vista hacia los campos.
En ese predio, distinguido por el verdor de las plantas de plátanos, yuca, boniato y ajíes; la tranquilidad del lugar y el empuje de hombres y mujeres dedicados a sacar lo mejor de la tierra, Yanier junto a unos 24 trabajadores también sacan adelante una miniindustria rústica, cuyas producciones se comercializan en unidades de comercio del municipio, además en “Rafael Freyre”, Holguín, Cacocum, “Urbano Noris” y Mayarí.
“La tecnología empleada fue hecha por nosotros, porque esta es una finca rústica, pero aun así logramos producir 10 toneladas de condimentos y de puré de tomate en este año. La materia prima fundamentalmente sale de aquí, por eso abaratamos los costos y el precio de los productos es bajo”.
De sorpresa a sorpresa nos lleva este hombre de fuerte complexión y dueño de una filosofía digna a seguir. “Fuimos iniciadores en ¨Calixto García¨ de la cría de peces de agua dulce. Cuando el compañero Jorge Luis Tapia dijo en una asamblea hay que criar peces, ya yo tenía mi estanque, de casi tres hectáreas sembradas de tilapia, carpa, tenca blanca y manchada, entre otras especies de agua dulce.
“En 2024 capturamos cuatro toneladas. En este ya vamos por una, pero la sequía nos ha afectado y no hemos podido sembrar aún”, se lamenta aunque no pierde el optimismo.
Explica que no capturan peces de gran tamaño, casi siempre son pequeños, aproximadamente de un kilogramos en seis meses. Las producciones se comercializan a la población del municipio a través de la Granja Urbana, al precio de 50 pesos la libra, aprobado por Consejo de la Administración”.
“Estamos insertados también en la apicultura. Contamos ya con 25 colmenas. Las primeras extracciones las haremos después del verano”, apunta.
Yanier ha dejado para casi el final la tierra, a esa a donde entró junto una pequeña fuerza para trasformar un triste panorama de abandono en una fuente de riqueza incalculable. “Hoy tenemos entregadas 11 toneladas de vianda al Estado, entre plátano burro, yuca y boniato. Además, ahora contamos con 600 matas de limón en fomento y comenzamos con ajíes, más de 14 mil plantas están con más de 30 centímetros de alto. Pero hay más planes, porque ya iniciaron la construcción de una casa típica de cultivo protegido.
“Esta es una finca normal”. La afirmación de Yanier llega seguida de una detallada explicación: “Una finca normal cubana debe ser esa que produce, sin grandes construcciones y logística, como la que tuvieron mis abuelos, que fueron ganaderos, pero a mí me gusta más hacer producir la tierra”.
“También parto del principio de tener la tierra que pueda explotar y sea realmente rentable, porque si abarcas mucho terreno, cuando vienes a ver mucha tierra y poca producción. Así he visto muchos casos. No es la cantidad, sino el deseo de hacerla producir.
“Aquí todo se trabaja a bueyes, no utilizamos maquinarias, los productos empleados son biológicos, han estado escasos, pero lo hemos conseguido fuera de provincia. Tengo tres pozos para el regadío, esas fuentes las construimos nosotros, porque la primera cosecha se perdió toda por falta de agua, entonces dijimos, esto no nos vuelve a pasar y hoy contamos con esa fortaleza”, destaca.
La Bendecida es una finca rentable. “No puede crearse un proyecto agrícola que no sea bajo esa premisa”, afirma y pone el ejemplo de la miniindustria, donde han producido 10 toneladas de condimentos y puré y, además, cumplido con las entregas de viandas al Estado en lo que va de año. Sin embargo, lo que más llama la atención es que el salario promedio mensual de cada uno de los 24 trabajadores es de 24 mil pesos en las labores agrícolas y entre 12 mil y 14 mil por la miniindustria.
Yanier detalla que les paga semanal y además les garantiza fuera de costo la vianda, el almuerzo, merienda y aparte les sufraga la seguridad social y cubre los certificados médicos.
El lugar ha sido visitado por diferentes dirigentes del Partido y el Gobierno de la provincia y el país, una de las últimas, estuvo encabezada por el vicepresidente Salvador Valdés Mesa, quien dialogó mucho con él. “Me preguntó qué necesitaba para producir y al decirle que nada se quedó extrañado, por lo cual me dijo: ¿cómo tú logras producir todo esto? Después me dijeron que en la reunión resumen de la provincia se refirió a La Bendecida como un ejemplo de cómo se pueden hacer grandes cosas cuando el empeño impera”.
En La Bendecida Yanier se levanta todos los días a las seis de la mañana con una planificación de seis tareas diarias a cumplir, si alguna no la llega a ejecutar esa queda para el siguiente, pero siempre son seis, en su casi totalidad son labores del campo, para con deseos y voluntad vencer cualquier obstáculo.
“Hoy los campesinos tenemos lo que quizás en muchos años no poseíamos, tenemos más que antes, más posibilidades y producimos más, y el que no lo logra es porque le falta voluntad y esta es imprescindible para producir”, sentenció.
Casi en la despedida confiesa: “Esto que ustedes ven es un sueño. Me tildaron de loco en un momento cuando dije cómo iba a concebir esta finca rústica. Y contesté que sí se podía y ya ven, aquí están los resultados palpables y a la vista de todos y lo mejor es que aquí nos sentimos en familia, sin lujos ni grandes comodidades, porque me gusta andar liviano, así soy feliz”.
Y sí, por lo que vimos y la paz que se respira en La Bendecida, a Yanier, su esposa y compañeros de trabajo les sobran razones para vivir sino felices, al menos complacidos y tranquilos.
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