José Leyva Leyva: un loco enamorado de su trabajo
- Por Maribel Flamand Sánchez
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“Si un hombre es llamado a ser barrendero debería barrer las calles incluso, como Miguel Ángel pintaba, o como Beethoven componía música o como Shakespeare escribía poesía…” Martin Luther King
Salvando la distancia, el barrendero de mi historia limpia las calles de su Holguín con el mismo talento, que aquellos ilustres cultivaron sus artes, aptitud donde radica la génesis de la condición de Personalidad Destacada de la Provincia, que ostenta desde el 29 de diciembre pasado y que aún no consigue asimilar. Tal es su modestia.
Mi entrevistado no tiene que ver con el protagonista de la comedia mexicana El Barrendero, interpretado por Cantinflas en 1982 y que más que limpiar la suciedad con la escoba, se la pasaba coqueteando con las empleadas domésticas del vecindario donde trabajaba.
Tampoco tiene muchas historias que contar como el barredor argentino, que encontró y devolvió las carpetas robadas a Marcelo Gallardo, director técnico del club de fútbol River, donde este contenía todos los apuntes y estrategias, para una superfinal entre su equipo y el Boca.
Sin embargo posee una elocuente historia de consagración al trabajo materializada en jornadas no predeterminadas por horarios, sino por el apremio de una ciudad que necesita mantenerse aseada. Por eso el protagonista de estas líneas, José Leyva Leyva, sí tiene mucho que ver con el barrendero, que inspiró el son de Cándido Fabré, ese que se levanta tempranito en la mañana, “al cantío de los gallos sin que le toquen campanas”… y sin otras pretensiones que ver su ciudad limpia, algo que hasta lo más indolentes agradecen.

Le dicen El Rápido, alias que también tiene su historia: “Trabajé un tiempo en las Noches Holguineras, a pocas horas de terminadas las actividades tenía todo limpio; era y sigo siendo rápido en lo mío. Por eso el entonces director de Comunales en el municipio de Holguín me puso El Eléctrico, pero cuando conocí al director provincial, Félix Abreu, este me llamó El Rápido, y así me quedé”.
En la zona 10, en el reparto Peralta, la misma desde que decidió hacer de la limpieza de las calles su oficio, el 27 de junio del 2011, tiene su teatro de operaciones. Arterias principales de la ciudad, como Frexes, Martí, Luz y Caballero y Aricochea, entre la avenida de Los Libertadores y Morales Lemus, reciben diariamente las “caricias” de su escoba que “coquetea” sistemáticamente con el recogedor y parece danzar al ritmo del sonido crujiente de las ruedas del carrito donde recoge la suciedad. Tal es la triada de sus aperos de trabajo.
Sorprenden la buena expresión de este hombre menudo y bajo de estatura que asegura haber llegado al 12 grado estudiando en la Facultad Obrero Campesina. Narra que la selección como Personalidad se la debe a Jesús Sablón, subdirector de higiene en Comunales Municipal, y a Ibis, su jefa de área. Y en ello no solo consta el buen barrido “de sus calle”, como llama a las antes mencionadas: “He participado, dice, en la recuperación de los dos últimos ciclones que pasaron por aquí, periodos cuando no hay horarios ni días de descanso hasta que el trabajo termine. Además, siempre estoy disponible para limpiar otras áreas cuando así se determine y para cumplir otras tareas, como ha ocurrido”.
Pero no fue el de barrendero su primer empleo, antes fue operario en la Fábrica de Conservas Turquino: “Ocupé también un puesto relacionado con la higiene, pertenecía a una brigada encargada de limpiar los equipos cuando concluían los tres turno de trabajo. Allí me mantuve 14 años con un trabajo satisfactorio. Luego laboré, como custodio, en Salud Pública y el Tribunal Municipal, que abandoné por enfermedad, pues padezco un asma severo, y estuve un tiempo en un contingente de la construcción en Sancti Spíritus”.
“Lo de barrendero fue otra historia”, explica el quinto de nueve hermanos e integrante de la estirpe de los Leyva de La Aduana, en esta ciudad, aunque actualmente vive en la carretera vía al Mirador de Mayabe: “Me pasé tres meses pensándolo por tratarse de un trabajo que no todo el mundo mira bien, ni mi esposa, que es Licenciada en Enfermería.Cuando empecé me decía a mí mismo, ´que va, no puedo, mañana no vengo´, pero iba. Era así todos los días.
“Honestamente, me daba pena pasar por las paradas, que me vieran las personas conocidas, pero fui perdiendo ese temor hasta convencerme de que se trata de un trabajo común, como otro cualquiera, tan importante como el de un médico o un ingeniero. Eso sí, desde el primer día lo hice bien porque me gustan las cosas hechas correctamente para que no se me requiera ni se me señale”.
“Me dirán que estoy loco, pero me gusta mi trabajo”, dice sin titubeos cuando inquiero sobre las satisfacciones, que proporciona este oficio no siempre bien valorado. “Trabajas para ver las calles limpias y todo lo limpio luce bien;ves el resultado de lo que haces y la gente te lo agradece, cosas que me gratifican, me llenan.
“Me molestan las indisciplinas sociales que no se acaban. Limpias un lugar y cuando miras hacia atrás ya han tirado papeles y escombros en cualquier parte, también vacían los sacos de basura en plena calle, son esos los momentos cuando digo para mí las cosas que no debo decir a los demás”.
“Aun así me siento orgulloso, llevo seis o siete años siendo el mejor de mi zona, llegué a serlo del municipio en el 2018 y ahora de la provincia, lo que dio pie a este reconocimiento que es un reto, un compromiso con mi colectivo de trabajo, un estímulo también a todos los barrenderos”.
Luego de nuestro diálogo me fui a caminar por donde El Rápido consagra su quehacer, calles que ciertamente parecen susurrar:“Aquí labora un barrendero que hace bien su trabajo”.