24 de febrero: destellos de libertad

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En 1878, con la entrega de las armas en El Zanjón, los hombros de los cubanos cargaban un gran pesar. A pesar de las objeciones, ni siquiera la más valerosa protesta en Baraguá ni los intentos independentistas posterioresalcanzaron fuerza suficiente como para enfrentar el desgaste y las contradicciones tras10 años de una guerra que, aunque repleta de glorias, lastimó también la unidad de una nación e hizo sufrir a sus hijos carentes de libertad.

Y es precisamente uno de esos cubanos fieles, quien, en Guatemala, reacciona con tristeza a lo acontecido en su hermosa Isla. José Martí regresaría a Cuba poco después, con intenciones declaradas “Ya yo no tengo patria: - hasta que la conquiste.”

Comenzaría entonces la batalla del Apóstol por organizar la insurrección definitiva contra las cadenas del colonialismo español. Se vio alejado de su tierra una vez más y, aunque sus pies estaban bien colocados en suelo extranjero, su mente y sus manos trabajaban en crear el futuro de una Cuba soberana.

Una nueva guerra era “necesaria” y así la bautizó, apostó por la experiencia de los grandes hombres en luchas pasadas y se aferró a la unidad como estrategia segura para la victoria y la libertad.

Aun cuando el fracaso del plan de La Fernandina le jugó en contra y cayeron por la borda años de sacrificio, no hubo marcha atrás y se dio la orden de alzamiento. El 24 de febrero de 1895 fue el día escogido para levantar a toda Cuba al grito de ¡Independencia o Muerte!

Era un domingo de carnaval en La Habana. La algarabía del desfile propio de la festividad se vio opacado por gritos de los vendedores de periódicos, quienes, a viva voz anunciaban la primicia que la prensa publicaba: “¡Revolución en Santiago de Cuba!”, “¡Levantamiento en Baire!”, y así, uno tras otro, comenzaron a circular suplementos que intentaban informar sobre todo lo que ocurría, aun sin datos precisos.

A pesar de que la orden firmada en Nueva York por José Martí, Enrique Collazo y José María Rodríguez (Mayía) disponía que el alzamiento debía realizarse con la mayor simultaneidad posible en toda la Isla, el inicio del combate por la libertad no resultó según lo planificado.

El jefe del alzamiento en La Habana, Julio Sanguily, fue sorprendido por el gobierno español el día 24 y cayó preso. Juan Gualberto Gómez, alzado en Ibarra, zona matancera, fue víctima de una desconexión que impidió apoyarlo, por lo que debió presentarse a las autoridades colonialistas y Francisco Carrillo, en Las Villas, no se alzó debido a una confusión, pues esperaba la orden específica de Máximo Gómez.Sin embargo, en Oriente la realidad fue otra.

Los principales jefes se internaron en el monte varios días antes de la fecha prevista. Numerosos grupos lograron levantarse en armasal comienzo de la nueva etapa de lucha, con una participación masiva y espontánea en zonas de Santiago de Cuba, Guantánamo, Jiguaní, Baire, Manzanillo, Bayamo y Holguín, donde se destacaron, entre otros, líderes como Guillermón Moncada, Bartolomé Masó y Saturnino Lora.

En Holguín, la presencia del catalán José Miró Argenter, de reconocido prestigio en el territorio, incentivó al movimiento revolucionario; mientras, el alzamiento de un grupo de veteranos de la Guerra de 1868, como Luis de Feria Garayalde y Remigio Marrero estimularon a los más jóvenes a sumarse a la lucha por la libertad.

Aunque el 24 de febrero de 1895 no fue la ola insurreccional que se esperaba, toda Cuba vibró de nuevo al grito de libertad. Comenzó así una nueva guerra, llena de ejemplos valerosos y hazañas militares, así como desavenencias y pérdidas dolorosas. Una vez más, la Patria contemplaba orgullosa a aquellos cubanos que, retomaban el ideal de 1868 y en cada batalla llevaban la promesa de una Cuba libre.

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Susana Guerrero Fuentes
Author: Susana Guerrero Fuentes
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Licenciada en periodismo. Siempre es un buen momento para contar historias

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