Paz desde el respeto

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Algunos seguidores, de esta columna, nos envían manifestaciones de ascendentes faltas de respeto, desde la misma familia hasta en las importantes y cotidianas relaciones sociales. Algunas terminan en violentar la ansiada y necesaria paz, al reinar la violencia.


Desde la casa debe enseñarse a saludar siempre,  hablar, a los demás, amablemente, ofrecer disculpas, cuando corresponda, ceder el asiento, en lugares públicos, a personas necesitadas, ceder el paso, ser muy conducente con ancianos, o sea comportarse, para con los demás, como te gustarían que te tratasen.


Como valor es la capacidad de los seres humanos de vivir en calma, con una sana convivencia.  Saber tener un adecuado manejo de los conflictos. Todos y cada uno de nosotros debemos de entender que, para lograr la paz, debemos de tomar decisiones propias, siempre desde el respeto. 


El respeto es una cultura por la  paz en todas sus dimensiones, de ahí la importancia desde la misma cuna  dominar su  concepto, para conocer su trascendencia e importancia, desde la igualdad entre personas  y saber ¿Qué hacer cuando hay falta  de respeto? ¿Cómo aprender a respetarse a uno mismo? ¿Cómo hacerlo con los demás?


Es toda una práctica de un proceso de socialización, a través del cual se asimila un sistema de valores, habilidades, actitudes y modos de actuación, que reflejan rectitud ante la convivencia, cualquiera que sea, con rechazo hacia la violencia.  


Hay que respetar lo ajeno, la dignidad, el medio ambiente, enseñar  el saber participar en diferentes escenarios, valorar y convivir en armonía, ser crítico y autocrítico, emitir cualquier criterio en el lugar adecuado, no participar en cadenas de mentiras, invenciones, con buenas  relaciones comunicativas,  pláticas correctas y favorecedoras del desarrollo de relaciones empáticas entre  personas y colectivos, para fomentar una cultura de paz, posible y deseable para cualquier ambiente.


Como todas las facetas de nuestras vidas, la convivencia necesita un aprendizaje para saber tender puentes de amor, amistad, solidaridad, cooperación, ayudar a los más necesitados, como hacen nuestros héroes de batas blancas, tanto aquí, allá, hasta en los lugares más recónditos y oscuros del mundo, que tanto molesta al “democrático imperio”, sin esperar nada a cambio, solo gratitud.


Todo esto difunden la idea, introducida por la Unesco y desarrollada por las Naciones Unidas que plantea, entre otras cosas que, la propia creación del sistema de naciones unidas, basado en unos valores y objetivos universalmente compartidos, ya fue un acto de gran importancia para una transformación que permitiera pasar de una cultura de guerra y violencia, a una cultura de paz y no violencia, que consiste en la asimilación de valores, actitudes y comportamientos, que reflejan e inspiran la interacción social y la redistribución, basadas en los principios de libertad, justicia y democracia, respeto de todos los derechos humanos, tolerancia y solidaridad en un mundo más justo para todos.


Reflexionemos con: “Ser uno, ser único, es una gran cosa. Pero respetar el derecho a ser diferente es quizá más grande”. Mientras  Bono, músico irlandés defiende: “Ser uno, ser único, es una gran cosa. Pero respetar el derecho a ser diferente es quizá más grande”…  para  Benito Juárez: “el respetar el derecho ajeno es la paz”.  Mahatma Gandhi,  luchadora social por la no violencia y muy importante en el movimiento de la independencia de la India: “No puedo concebir una mayor pérdida, que la pérdida del respeto  hacia uno mismo” y “El obrero tiene más necesidad de respeto que del pan” de Karl Marx.

 

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 Hilda Pupo Salazar
Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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