La calidad

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La calidad moral de la persona debe reflejarse en sus actos y motivar para comportarse, siempre, como una buena persona, con pasión por la excelencia en sus actuaciones, aunque no sea suficientemente valorado o incluso a veces hasta ignorado por los demás.

 

Y como cualidad trata de ser correcto en su comportamiento, con toma de decisiones a favor del respeto, eficacia en el desempeño, cortesía, civilidad… con factores importantes como: reflexión, argumentación, derechos y deberes, con una elevada autoestima.

 

El arte por las cosas bien hechas, desde la más exquisita cultura del detalle, urge caracterice a nuestra sociedad, como el mejor modo de vida que corresponde prevalecer, en una lucha continua por el perfeccionamiento humano en cada acto, para que florezca desde la casa, escuela, con sus mejores frutos en el mismo barrio.

 

De ahí la importancia de planificar bien, con el arte de prever, anticiparse, evitar lo negativo o neutralizar sus efectos, incitar la ocurrencia de lo positivo, lo bueno y lo agradable en cada acción, que para Martí inicia desde la cuna.

 

Es muy importante influir en el desarrollo conductual, desde lo social, educacional y laboral, que de una u otra manera influye para que las personas alcancen sus realizaciones, desde las mejores estrategias.

 

Crear un ambiente a favor de las mejores emociones ayuda al anhelado propósito de no convivir con lo mal hecho y que predomine el buen gusto en los desempeños.

 

Es aconsejable desplegar políticas de incentivos, en entornos favorables, que minimicen: presión, estrés y permita analizar los resultados desde una perspectiva colectiva, con el correcto empleo de la crítica y absoluto respeto por los demás.

 

La desmotivación, con descuido en las subjetividades desmovilizan el noble propósito de que la “calidad es el respeto al pueblo”, como lo definió el Che.

 

La calidad, en cualquier manifestación de la vida, se garantiza mediante el absoluto cuidado y en relación con la mercancía para consumidores, requiere del total control, distribución y entrega correcta en todas sus fases, desde un verdadero amor por las cosas bien hechas.

 

El hacer o no correctamente las cosas es responsabilidad individual y colectiva de cada lugar y necesitamos desterrar, definitivamente, la imperfección no acta para convivir en nuestra sociedad y que triunfe, por siempre, el gusto por el bello detalle, el amor y la consagración por lo bien hecho, a favor del gozo y el bienestar que merecemos los cubanos.

 

Se ofende a sí mismo y a los demás quien trabaja sin calidad, que no es una línea de meta, sino el resultado de un esfuerzo de muchos, con predominio de inteligencia y respeto.

 

Hace mucho tiempo lo dijo Aristóteles: “La calidad no es un acto, es un hábito”. Estas otras dos frases son anónimas: “Las cosas de calidad no tienen miedo al tiempo” y “La calidad de una organización nunca puede exceder la calidad de las mentes que la componen”.

 Hilda Pupo Salazar
Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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