La triste historia de una calle holguinera
- Por Rosana Rivero Ricardo
- Hits: 10070

“Mártires” puede ser todo, menos una calle triste. Es una de las arterias más céntricas y bulliciosas de la ciudad de Holguín. Sin embargo, muchas veces ajena a los cientos de peatones y choferes que a diario la transitan, se esconde una lúgubre historia.
Tras el estallido de la Guerra de los Diez Años, en octubre de 1868, las autoridades coloniales en la jurisdicción de Holguín actuaron con saña implacable. La apacible y fiel villa de San Isidoro no podía convertirse en un dolor de cabeza.
No obstante, la toma de la ciudad y el sitio de La Periquera los convencieron de que la insurrección no era un juego de jóvenes aburridos, sino un movimiento fuerte y bien estructurado.
A partir de esos sucesos intentaron quebrantar la voluntad de los holguineros, mediante una sistemática operación de terror que no respetó a niños, mujeres y ancianos. Por el solo hecho de residir en lugares considerados como zonas de operaciones, eran pasados por las armas.

Entre el 12 de febrero de 1870 y el 20 de diciembre del propio año, fueron fusilados 34 patriotas holguineros capturados en combate o en la zona de operaciones. Eduardo Casas fue el primero de las víctimas. Cerró la lúgubre lista Antolín Varela.
Rápida era la ¿justicia? militar española en aquellos años. Entre la captura, el juicio de guerra y el fusilamiento, mediaban de tres a cuatro días. Durante ese breve tiempo permanecían fuertemente vigilados en la Real Cárcel de la ciudad, situada donde se encuentra hoy la arena de boxeo Henry García.
El portalón con rejas daba hacia la calle trasera que llevaba por nombre “Cárcel”. Temprano en la mañana del día señalado para la ejecución, los condenados y el pelotón encargado de su custodia y eliminación salían a pie de la cárcel calle arriba, hasta la Salida de San Andrés, en los lejanos suburbios de la ciudad, más allá del cuartel español, hoy sede provincial de la Central de Trabajadores de Cuba.

En una explanada donde se levanta hoy el preuniversitario Enrique José Varona eran asesinados los prisioneros. Además de los 34 holguineros fusilados, se sumaron a la triste lista otros tres patriotas: uno pasado por las armas en abril de 1871 y dos más en enero de 1872.
No se ejecutaron más personas durante la Guerra del ´68, ni en el breve lapso de la frustrada guerra Chiquita. Tampoco durante la Guerra del ‘95 o Necesaria, en la que hubo una masiva incorporación de holguineros.
Mas sería ingenuo pensar que se acabaron espontáneamente los fusilamientos. En realidad, cesó el teatro legalista. Los crímenes continuaron. Las víctimas caían bajo la metralla o al filo de los sables en los montes. Sus cuerpos masacrados se convertían en pasto para los animales.
En los años iniciales de la República Neocolonial, la calle “Cárcel” fue llamada “Mártires” por los sobrevivientes, en honor a las decenas de patriotas que no claudicaron de sus ideales independentistas y transitaron, por esa vía, el camino de la inmortalidad.
Fuente: Un año de sangre en Holguín. Por Pedro Ortiz Domínguez. Periódico ¡ahora!, 10 de septiembre de 1988.
Artículo relacionado:
Comentarios