Mi frágil mamá de acero
- Por Rubén Rodríguez González
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Cuando nací sin sol, mi madre no dijo “flor de mi seno, homagno generoso, fruto de la creación suma y reflejo”; en realidad, no dijo nada porque casi se muere al parirme. Cuenta que, durante los días en que duró su inconsciencia, enrollaba un interminable hilo dorado, quizás la urdimbre de mi vida, de la suya, de todas nuestras vidas, que aún no ha dejado de trenzar.