Todas las voces, todas o cuando el Código suena
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- Por Liset Prego Díaz
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Cuando Yuliet Pérez Calaña, la Yuli de Cuba, la reina de Facebook en este archipiélago, lanzó la convocatoria junto al realizador Claudio Peláez Sordo, fue una avalancha. Había mucha gente dispuesta a hacer llegar el proyecto de código de las familias a cuantas personas desearan o necesitasen enterarse del contenido de esta propuesta, esencial para la configuración de la sociedad cubana.
Buscaban que el código entrase por el oído y llegase al corazón, facilitar el dominio de los temas que en esta ley se abordan para asistir a las consultas populares más preparados, para llegar al referéndum con claridad sobre aquello por lo que se votará.
Unidas, 51 voces de cubanos y cubanas desde dentro y fuera del país conforman este coro solidario, la iniciativa ciudadana de casi 7 horas de audio por la inclusión, la equidad y la justicia y por otorgar, al fin, todos los derechos para todas las personas.
El audiolibro El código sí suena, es solo una parte de la pluralidad de contenidos que bajo esta etiqueta y voluntad se distribuye en redes sociales. La creatividad es la esencia de todas las ideas que desmenuzan, clarifican, hacen potables conceptos legales, enrevesados términos; desde videos, infografías, post en distintas plataformas, se derrumban mitos, esclarecen dudas, se convoca a un debate desde el conocimiento.
Para Claudio “lo más complejo fue hacer la convocatoria, temíamos a cuál iba a ser la acogida y, sorprendentemente al momento fue una ola de entusiasmo e interés. Lo que pensábamos que sería lo más difícil fue lo más fácil: que las personas estuvieran dispuestas a dar su voz para el audiolibro.
Después lo más complejo fue el proceso de edición, montar todas esas voces, corregir algún que otro error, chequear que el texto se hubiese leído con las pautas establecidas para que fuera lo más coherente posible y tuviera el tono coloquial que queríamos lograr en el audiolibro y que las personas lo sintieran cercano. Creo que eso fue lo más difícil la coordinación de qué leería cada cual, la edición, después todo fluyó.
Editarlo todo me llevó cerca de una semana. Le pusimos música de Lecuona para seguir remarcando la cubanía del Código. No logramos que fuera todo lo armónico que hubiésemos querido porque algunos grabaron con móviles, otros en estudio y se nota la diferencia, creo que esa es una característica del producto, el que se note lo manufacturado, lo cual es una de sus características. Es un producto artesanal donde esta cualidad habla de la voluntad de muchas mujeres y hombres de apostar por este código inclusivo y justo para la sociedad cubana.
El audiolibro abre con una voz de lujo: Marino Luzardo, luego Bárbara Sánchez Novoa, figuras muy visibles y mediáticas, y eso nos da tremendo placer. También está el actor Luis Alberto García.
Contamos con activistas por los derechos de la comunidad LGBTIQ, periodistas y locutores. Hay un cúmulo de personas que son más mediáticos que otras y algunas que son súper talentosos en el ejercicio de la locución y el periodismo, aunque menos conocidas, y eso hace que el audiolibro sea bien peculiar. No sé si antes se había hecho algo así, creo que es un lindo intento de converger y de soñar el país que queremos”.
Dailene Dovale, periodista y podcaster, rememora: “Recuerdo que una tarde estaba en la parada, esperando una guagua y vi el post de Yuli y la convocatoria conjunta con Claudio y me pareció una idea bellísima, sobre todo porque se basa en cómo podemos defender un código de las familias para todos, y lo podemos defender precisamente con la pequeña colaboración de muchas personas. Es decir, cómo este código que está pensado desde y para las familias, también puede ser defendido desde las comunidades, desde lo colectivo.
Dailene Dovale, periodista y podcaster.
Cuando vi que no solo podían participar locutores sino también personas a las que nos interesa lo sonoro, no tanto desde la radio tradicional, me sumé al proyecto que es súper interesante y que ha servido como articulación entre personas que defienden el código desde visiones y posturas diferentes y eso es lo que ha hecho de este espacio una experiencia de mayor aprendizaje. Es un esfuerzo colectivo para tener un código que va a ayudar a todas las personas y todas las familias”.
Arletis Saragoza.
Otra profesional de los medios, Arletis Saragoza, dio su voz para este ambicioso proyecto y cuenta sobre cómo llegó a ser una de las 51 voces: “ni siquiera pensé que pudiera clasificar, y para mí fue un gusto toparme con personas conocidas y otras que no conozco pero que admiro muchísimo. Esto me dio mucho gusto. Igualmente, que cuando empezaron a repartir me tocó nada más y nada menos que la responsabilidad parental, lo que me ha ayudado bastante para explicarle a las personas de qué se trata y cómo a nadie le van a quitar los hijos porque cambie el término”.
Marcos Vallejo Aguilar.
Un joven estudiante de la Universidad de Holguín, Marcos Vallejo Aguilar, es otro de los que acudieron al llamado en las redes: “la experiencia de trabajar en la lectura colectiva del Código de las familias es gratificante porque conocí a personas del país, reconocidas y otras de las que no había escuchado nunca. Es una oportunidad de intercambio y aclaración de ideas.
La necesidad de que exista este código es obvia. Hay que cambiar lo que deba ser cambiado, no hay mejor manera de decirlo. Porque no podemos admitir que vivamos en una sociedad donde la discriminación y la violencia de género sean algo común.
De que este código suena, suena. Y de que va, va.”