Vocacional de Holguín: memorias del regreso
- Por Rosana Rivero Ricardo
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Ya no somos los mismos. Ni nosotros, ni ella. El tiempo, el implacable, es todo culpa del tiempo. Será difícil reconocernos en estos nuevos rostros, con 10, 20, 30 o 40 años y libras de más. Pero pesan más los recuerdos, las ganas de volver a donde hemos sido felices.
Allí donde empezamos a robarle horas al sueño para preservar los 85 puntos en las asignaturas de ciencias, que garantizaban la permanencia en la escuela; mientras los más aventajados lo hacían para ganar medallas en concursos y olimpiadas. Allí, en aquel balcón donde ensayamos la rueda de casino para la recreación de los miércoles, en los cinco minutos entre turnos de clases.
Allí, donde aprendimos el valor del trabajo en el huerto que nos hizo sudar la gota gorda y la flaca también; pero que nos proporcionaba la ensalada en la bandeja. Allí, en el temido recinto de fregado del comedor, que no ha cambiado, con su cancha para sacudir bandejas y su temido primer fregadero cuando había calamar en su tinta.
Allí, en el llamado “Paraíso”, donde nos robaron o robamos ese primer beso y “apretamos” como si se fuese acabar el mundo, viviendo las maravillas del primer amor que creímos era para siempre. O en el alero contiguo al balcón del albergue de los varones, a través de los cuales ellos, temerariamente, desafiaban las alturas para colarse sin ser vistos por el baño de las hembras, con la valentía que dan los ardores de amor de la primera juventud. O en los edificios deshabitados donde fumábamos a escondidas.
Allí, donde aprendimos a bañarnos con un pomo de litro y medio de agua, por tal de no cargar un cubo desde el popular “Cero cero” que, por cierto, no requería llave, como pretendían hacernos pagar la novatada los de años superiores. Allí, en los pasillos aéreos que limpiábamos con un cubo de agua y quedaban super brillantes, con un reflejo casi de espejo, para “lograr un pase”. Y si no había pase, pues lo cogíamos a nuestra cuenta y riesgo, a través de cualquier hueco de la cerca perimetral ya casi inexistente.
Allí, donde le pusimos apodos a casi todos los profes, nos reímos de las leyendas y ocurrencias del maestro más bruto o le suplicábamos por un repaso salvador antes de la prueba “a libro abierto”. Allí, donde en las horas de autoestudio nocturno bajábamos intencionalmente el “breaker”, para darnos a la fuga o lanzarnos jabones a oscuras en una batalla épica dentro del aula.
Por eso, egresados de la Vocacional de Holguín, nos reencontramos este 11 de junio para protagonizar el II Encuentro Intergeneracional de Graduados del IPVCE José Martí. Así lo bautizó la promotora principal del evento, Hilda Rosa Santiesteban, quien ya había tenido la experiencia previa en 2019 organizando el primer capítulo de esta iniciativa.
Llegaron ipeveceros de muchas partes de Cuba: La Habana, Cienfuegos, Camagüey, Las Tunas y Granma. Incluso, María Isabel, vino desde España. Unos madrugaron. Arribaron a la una de la mañana al centro que se engalanó para recibirlos.
Todos firmamos el Libro de Asistencia y el Mural de Egresados. Algunos se hicieron la foto de rigor con los globos metálicos que representaron los 45 años que el IPVCE José Martí cumplirá en este septiembre. Hubo mucha algarabía. Era difícil callarnos entre tantas nostalgias, tantos recuerdos y noticias que compartir.
Como si volviéramos en el tiempo a las clases de IME PPD, entiéndase Instrucción Militar Elemental Preparación Para la Defensa, cedimos un poco ante la voz de Firme y “A la Bandera, vista, centro”. Entonamos el Himno Nacional. Colocamos la ofrenda a José Martí y sembramos la postura de Palma Real, Atributo Nacional, que recordará este suceso. Al joven director de la escuela, Fidel Alejandro Cruz, entregamos el Libro de Memorias del primer encuentro de ipeveceros.
La generación más nutrida fue la de “Los Mojados”, promoción que inició en la Vocacional en los años 1976 y 1977 y protagonizaron “la mojada” inauguración del centro en septiembre de 1977, bajo la pertinaz lluvia, pero con la privilegiada presencia de Fidel. Bautizados como “Los igualitos”, la generación 1978-1984 estuvo bien representada en número y con iniciativas.
Rogelio Polanco, uno de los egresados más reconocidos de la Vocacional holguinera y actualmente jefe del Departamento Ideológico del Partido Comunista de Cuba, envió un mensaje a los asistentes:
“La Vocacional nos hizo mejores seres humanos, forjó valores y definió actitudes ante la vida. Aquí crecimos, aprendimos, soñamos, amamos. A 45 años de aquella gran mojada fundacional, el porvenir radiante está en cada uno de los mejores estudiantes y trabajadores que continúan el legado del Comandante”.
Lien Serrano Mulet habló en nombre de su familia, toda de ipeveceros. En la escuela conoció a quien sería su esposo. Cada uno vivió su vida al egresar de la vocacional. El destino los juntó de nuevo y tuvieron dos hijos, a través de los cuales –cuando comenzaron a estudiar en la Casa Azul- revivieron las emociones de transitar por los pasillos de esta escuela.
En la jornada reconocimos al profe Rafael Espinoza, quien por más tiempo se ha mantenido en activo en el centro. También, a quien es hoy la profesora más joven: Sara Teresa Aldana, quien imparte la asignatura de Inglés. Dijimos ¡Presente!, en homenaje a los maestros y compañeros de estudios que se nos adelantaron en el viaje a otra dimensión. Recordamos al personal del servicio que nos hicieron la vida más llevadera entre los rigores de una escuela interna: el piscinero, la tía del comedor, el turbinero… y, por supuesto, a La Taconúa, cuya presencia conocimos todas las generaciones.
Varias entidades entregaron reconocimientos a la dirección del centro, por su aporte en la formación de profesionales, como la División de Copextel en Granma; la Cámara de Comercio de la región Las Tunas-Holguín; la Dirección Provincial de Cultura, a través de sus dos subdirectoras Bárbara Yarruh y Náyade Smarth –ambas egresadas del IPVCE- y Ediciones Holguín, en la persona de Fidel Fidalgo, otrora profe de Geografía de la Vocacional, quien listó los alumnos que pasaron por la escuela y hoy son prestigiosos escritores.
“El encuentro devino una avalancha de emociones. Todos mostraban su alegría y gratos recuerdos. Llegaron con sus mochilas de los años vividos en su Casa Azul. A quienes fuimos profesores, encontrarnos con ellos nos llenó de satisfacción”, expuso en sus redes el hoy presidente de la Unión de Informáticos de Cuba en Holguín, Carlos Parra.
Al salir de la vocacional, Tania Batista se hizo enfermera. Por cuestiones de salud, no pudo seguir ejerciendo su profesión. Hoy trabaja en la CMKE Radio Holguín, medio de comunicación desde el cual ayudó a difundir este encuentro que le inspiró a escribir: “Siento orgullo del bueno, del mío, del ajeno. Orgullo de cada minuto que viví aquí… Estoy segura de que todo lo que soy en la vida y de lo que he logrado, es fruto de esa semilla que se sembró en esta maravillosa casa que nos acogió siendo unos niños adolescentes y nos dejó ir llenos de sueños con la certeza de que los haríamos realidad”.
Yanet Hidalgo Marrero hoy forma parte del reputado equipo de cirujanos de Hospital Pediátrico de Holguín Octavio de la Concepción de la Pedraja. Tiene, como siempre, mucho por hacer, pero no podía perderse este encuentro. Tras la actividad inicial, recorrió la escuela. Visitó la que fuera su aula, su albergue y la plaza de ese lugar maravilloso donde nacieron sus sueños. Compartió con los estudiantes que hoy tienen el privilegio de ser ipeveceros.
Dagnar Cordovés, de la generación 206-2009, llegó hasta el edificio F, el cual fungía como dormitorio de su unidad durante sus años de estudio. Hoy está deshabitado, desvencijado, sucio. Dicen, desde hace unos cuatro años, que van a hacer en él un complejo de Círculo Infantil y Escuela Primaria. No se avizora nada todavía.
Allí, frente al F-55, recuerda sus “indisciplinas de la época” cuando fue Jefe de Albergue y se “volaba los turnos” por tal de quedarse limpiando junto a otro colega. Se turnaban la limpieza de los baños y competían por ver quién dejaba el pasillo más reluciente.
Ya las áreas verdes y los pasillos no están tan pulcros. Los muchachos no limpian, ni atienden el huerto como antes. Ya la Vocacional no es el mejor preuniversitario de la provincia, desde que abrieron los pre en la calle. Ya la escuela, devenida centro mixto entre secundaria, pre y escuela formadora de educadoras de círculos infantiles, no es tan grande. Ya la matrícula nada tiene que ver con la de antaño, aunque es un gusto que mejoraran el Bloque Central, la carpintería y los baños y que renaciera de sus cenizas el Teatro José Martí.
Fotos: Cortesía de los participantes en el II Encuentro.
Ella, como nosotros, es distinta. Pero sigue despertando esos recuerdos, evocando nostalgias, ese orgullo de ser ipeveceros, como si el monograma rojo se nos quedara impregnado en el brazo izquierdo como un tatuaje para toda la vida. Solo por eso, valió la pena el reencuentro.
Memorias del I Encuentro de Egresados
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Comentarios
Me llamo Isabel Ferrer. Soy de Holguin pero sali a estudiar al extranjero y despues hice mi vida en Suecia estoy aqui 35 anos. No tengo casi familia en Cuba producto de que muchos estan en USA y otros han muerto.
Me hace falta conseguir el record de nota de la vocacional de Holguin desde el 7mo al 9no grado. me hace falta saber si la vocacional de Holguin tiene algun email o algun telefono si esos documentos de mas de 30 anos estan archivados o no. Vivo sola en Suecia y me van a botar del trabajo de maestra si no consigo ese papel, antes no era requerido pero ahora ha aumentado considerablemente la cantidad de gente que viene aqui de otros paises y ya la gente no cree solo en los papeles a pesar de que tengo el titulo universitario de aqui.
Por favor ayudenme a ver si hay alguien que viva en Holguin que pueda ir a buscar los papeles a la vocacional de Holguin por favor se los piod en nombre de Jesus todopoderoso de que me ayuden.
mi email es:
isabel_ferrer@hotmail.com
Saludos y gracias por anticipado