Ser agradecido

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ser agradecidos


Una amiga profesional, con constantes relaciones humanas, dice que hay quienes leen un libro, pero solo recuerdan el último capítulo y, a veces, nada más que los párrafos finales, como una analogía con actitudes de algunas personas que borran, con total facilidad, el pasado.


Son esos quienes tienen muy mala memoria, te pasas la vida ayudándolo y, un día, por cuestiones circunstanciales, no lo haces y lo asumes como la última página en sus relaciones.


La gratitud es un valor que para muchos viene en los genes y para otros se cultiva en el ambiente social. Hay formas de labrarse: Toma conciencia de las cosas buenas, busque cuáles son y valorarlas, disfrútalas, asimilarlas y, realmente, presta atención a esas cosas caritativas. Exprésalo para ti mismo, practícalo y debes ser capaz de retribuirlo a otras personas, en cualquier acontecimiento.


Todas tus expresiones deben ser acciones sin baches, desde la más justa comprensión, para analizar el porqué no responde en ese momento y cuáles causas obligan a una condición que otros no esperan, precisamente en esos instantes, antes de hablar, criticar, sancionar u ofender.


Realmente en esta vida están los agradecidos, siempre con una positiva actitud de reconocimiento por algo que recibes, algún beneficio, un buen gesto o un favor a ti a los tuyos. Es saber apreciar, siempre, lo que otros hacen por ti, ser conscientes de su actitud y ayuda creando un compromiso de confianza y reciprocidad para con ellos.


Los agradecidos disfrutan plenamente la vida, cultivan el amor, sin aferrarse al odio o a otras pasiones nocivas que alejan el sueño al llegar la noche. Son quienes ven siempre lo mejor de cada acción y saben, con mucha bondad en el corazón, botar todo lo que puede creer maléfico, tanto por él como por otras personas malignas.


Debemos saber retribuir lo que somos, lo que hemos conseguido, lo que tenemos gracias a los aportes y, hasta sacrificios, de muchas de las personas que nos rodean en la vida, capaces de abrigarnos, en noches frías, sin importar quedarse sin manta.


Uno de los valores más importantes se llama apreciar lo dado y eso se fundamenta, no sólo en saber medir un apoyo por las cosas recibidas como regalos o favores, sino en el apreciar los más pequeños detalles que con amor se ofrecen solo del buen corazón.


Regalar es una de las muchas emociones positivas que se pueden sentir. Dar es detenerse al percatarse y valorar las cosas que solemos emitir, como tener educación, salud, un lugar donde vivir, comida, agua limpia, amigos y familia.


Podemos reflexionar con esta parábola: “Una cierva perseguida por unos cazadores se refugió en una viña. Cuando los hombres empezaron a alejarse, la cierva, creyéndose bien escondida, empezó a saborear las hojas de la viña que la cubrían. Los cazadores, al ver que las hojas se movían, pensaron, que allí se escondía algún animal. Dispararon sus armas y la hirieron mortalmente. Sus últimas palabras fueron: ¡Lo tengo merecido, pues no debí haber hecho daño a quien me estaba salvando de una muerte segura!”


La moraleja es: Se agradecido con quien te ayuda.

 

 Hilda Pupo Salazar
Author: Hilda Pupo Salazar
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Periodista especializada en temas de educación y valores. Autora de las columnas Página 8 y Trincheras de ideas.

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