Convicción desde la moral revolucionaria
- Por Rodobaldo Martínez Pérez
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Foto: Estudios Revolución.
Lección de total valentía para hacer que nuestro Partido sea cada vez más democrático y participativo distinguió el II Pleno del Comité Central, efectuado, recientemente, como prolongación para consolidar la unidad y la continuidad, de su VIII Congreso.
Resaltó el énfasis en la importante y decisiva conciencia revolucionaria, que en nuestra sociedad, siempre debe robustecerse, cada día, en el complejo quehacer rebelde, sin descuidarla, en ningún momento, desde la cuna, escuela y la misma sociedad, para siempre saber analizar el valor de lo que tenemos, para no admitir dudas.
Fidel, en el IV Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, 4 de abril de 1982, dijo: “Tengo la convicción de que no es solo la riqueza y el desarrollo de la base material lo que va a crear una conciencia, ni mucho menos…”
Mientras Ernesto Che Guevara, en una entrevista con Jean Daniel, en Argelia, 1963, expresa: “El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación. Si el comunismo descuida los hechos de conciencia puede ser un método de repartición, pero deja de ser una moral revolucionaria”.
Cada quien debe ser libre y actuar como dicte su conciencia, como parte de la razón de su ser. No se puede apelar al sentido de la disciplina y ni debe ser una consigna, sino una convicción. Hay quienes dicen que cada ser humano es un mundo y Lenin asevera: “En la revolución, cada revolucionario, individualmente, es responsable de la totalidad de la revolución”.
El Presidente de Cuba, Díaz-Canel, sentencia: “Los revolucionarios creemos en el ser humano, en todo lo que pueden lograr su inteligencia y su voluntad cuando hay conciencia ".
El trabajo con las mentes o la llamada guerra sicológica es una de las estrategias de lucha del vecino del norte, que trata de introducir, sutilmente, plataformas de pensamiento neoliberal y de restauración del capitalismo neocolonial, manipulan la historia nacional y hacen creer en la inutilidad de nuestra ideología y apuestan por la desideologización, ahora con un bloqueo recrudecido por Trump y que Biden, fríamente, mantiene.
De esta forma sus objetivos son acrecentar las dudas sobre las nuevas generaciones que hoy conducen la Revolución, menoscabar los genuinos valores por los cuales adquirimos fortaleza, favorecer el individualismo, egoísmo y el interés mercantilista por encima de la moral crítica individual, desde una intensa, descarnada y perversa guerra comunicacional.
Como parte de sus artificios presentan las ventajas de vivir en su sistema y la inutilidad de defender el nuestro, para ello argumentan un pasado edulcorado, solo existente en mentes impregnadas en la ideología de la clase burguesa derrotada por la Revolución de 1959. Incluso circulan datos con la intención de demostrar la superioridad de Cuba, en la mal llamada República, al absoluto amparo del poder imperial desde 1903.
Su nuevo discurso, en las redes sociales, completamente manipulador, con frases dichas, a veces por la izquierda, les introducen, entre líneas, su veneno, para dar la impresión de querer ayudar al “pueblo cubano” sin ningún interés y esconden su verdadero rostro imperial.
Es constante el acercamiento con recalcitrantes que solo desean nuestro mal, para tratar que perdamos la percepción del riesgo, como con esa “defendida marcha pacífica”, para que subestimemos el peligro.
Existe intencionalidad nociva en las formas de ataque. La estrategia de la propaganda burda, el mensaje grotesco y la farsa vulgar, las sustituyen por una avalancha de informaciones, concebidas en laboratorios, dirigidas a impactar directa y positivamente en las mentes de nuestros ciudadanos, para crear el espejismo de no ser tan fieros como lo pintan.
El objetivo final sigue siendo vencer, en el terreno de las ideas, cualquier vestigio de la opinión de que el capitalismo es malo, lograr el deslumbramiento, la persuasión, la manipulación para sus fines, hasta comprender y compartir la lógica de los “verdugo” sobre sus víctimas.
Esta guerra es muy peligrosa con bombas silenciosas, que irradian en todos los campos y de poco a poquito, de ahí la jerarquía de actuar conscientemente en la importancia de la ejemplaridad de los revolucionarios, la eficiencia de las instituciones y de nuestra sociedad en su conjunto, “que es hacer bien las cosas, que cada quien se pregunte, cada día, cuáles son los mejores modos de ayudar a Cuba en cualquier circunstancia”.
Uno de los retos es tener más originalidad, cotidianamente, que la maldad constante del imperio e impregnar mayor capacidad de resistir y crear a cada labor diaria que avala la continuidad de la presente generación de mantener a Cuba socialista y siempre libre.
Nuestra heterogénea sociedad, con más participación popular desde un constante análisis crítico de la realidad, correcto uso de la autocrítica, diálogo, rápida solución a los problemas, lejos de complacencias, con una comunicación eficaz enfrentaremos mejor el objetivo declarado del imperio de derrocar a la Revolución Cubana.
Como reitera Díaz-Canel: “Una sociedad socialista democrática, próspera y sostenible podrá alcanzarse a partir de una profunda conciencia revolucionaria…”
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