Mancillan democracia
- Por Rodobaldo Martínez Pérez
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“Estados Unidos es paradigma de democracia y faro del mundo. Dios los escogió y les dio la misión de exportar los valores de su democracia al resto del mundo. Al menos, así lo cree la mayoría de los estadounidenses…”, dijo Martí en carta al Director de La Nación de Nueva York, en mayo de 1884.
José Martí vive durante casi 15 años en los Estados Unidos de América, desde enero de 1880 hasta que parte hacia Cuba para combatir en su Guerra necesaria, organizada con honor, patriotismo y absoluto valor para “impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.
Conoce como pocos las entrañas del Gigante de las siete leguas y sabe que nacieron de padres que emigraron de su patria por exceso de amor a la libertad y austeridad en la virtud, se inclinan a mancillar esa valiosa herencia, compeliendo a pueblos menores a que existan para el provecho y acomodamiento de la Unión Americana.
Ahora, en el 2025, los actuales emigrantes son expulsados de la gran democracia. Desde el 5 de abril hay continuas manifestaciones de resistencia pública a nivel nacional.
Los recuerdos de los últimos movimientos de acusaciones en Estados Unidos sucedieron por asuntos como derechos civiles, guerras, soberanía, desigualdad financiera, preocupaciones ambientales, justicia racial, entre otros.
Sorprende, a grado exagerado, que una manifestación, absolutamente pacífica, en el centro de Los Ángeles, donde radica la población latina más numerosa del país, se trasforma en incoherente cuando la policía a caballo carga contra la multitud, golpeando a algunos con varas de madera y porras mientras despejan la calle frente al edificio federal.
Los agentes lanzaron gas lacrimógeno y proyectiles de control de multitudes al numeroso grupo, haciendo que manifestantes, vendedores y peatones huyeran. Algunos se reagruparon, ignorando una orden de dispersión del Departamento de Policía de Los Ángeles.
Enormes y bulliciosas multitudes marcharon, bailaron, tocaron tambores y corearon hombro con hombro en Nueva York, Denver, Chicago, Austin...
Los pilares de las libertades democráticas estadounidenses: el sistema legal, los medios de comunicación y las universidades son enflaquecidos.
El sistema de contrapesos y salvaguardias en los Estados Unidos se delineó para asegurar que ningún poder pudiera dominar el proceso político.
Cómo entender entonces que la Corte Suprema de Justicia, órgano superior del Poder Judicial que, conjuntamente con los poderes Ejecutivo y Legislativo descansan el sistema político estadounidense, echa por tierra la muy presumida Primera Enmienda que garantiza, entre otras cosas, el derecho a reunirse y manifestarse pacíficamente.
Según la doctora Terry Lynn Karl, profesora emérita de Ciencia Política en la Stanford University y especialista en democracia y desarrollo comparados, argumenta que el declive de la democracia liberal en los Estados Unidos y la emergencia de un populismo de derecha –racista, sexista, xenofóbico– se deben a dos factores fundamentales: la extrema desigualdad y un sistema electoral extraordinariamente manipulable y excluyente.
La actual realidad nos permite volver a Martí: “Ni pueblos ni hombres respetan a quien no se hace respetar… Los norteamericanos posponen a la utilidad el sentimiento…”, quien conoció a profundidad las virtudes de su sistema socioeconómico junto a las grandes carencias que, desde entonces, ponían en entredicho su tan ilustre democracia.
En esa época, los Estados Unidos era una potencia emergente donde, junto a las bondades de una economía en expansión, empezaban a mostrar las grandes deudas de una lastimada democracia, que proliferan hoy en vertiginoso ascenso para la decisión de la política: el dinero y los intereses oligárquicos.
Martí, en ese escenario, escribe unas 300 crónicas las que, calificadas por especialistas como Juan Marinello Vidaurreta, notable intelectual cubano, son: “el más completo retrato del Imperio de su tiempo”. Y para José Antonio Portuondo, historiador literario cubano, el Maestro es el mejor crítico de la vida americana, y sus "Escenas norteamericanas" constituyen un brillantísimo panorama de lo que era Estados Unidos en los años finales del siglo XIX.
Hoy los latinos, mayoritario grupo étnico, protagonizan las actuales protestas en los Estados Unidos y, una vez más, están en la primera línea para la defensa de la democracia, los derechos civiles y humanos de todos los estadounidenses, ante las actuales redadas migratorias, que violan, no solo la Constitución, sino también el espíritu de la democracia liberal.