Las malas costumbres
- Por Hilda Pupo Salazar
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Una vecina, apurada, bota la basura de su casa antes de llegar al microvertedero y, contribuye a la mala higiene del barrio, otros rompen una cerquita frente a un restaurante, acabado de inaugurar, por las calles vocea sin ningún recato, maltratan en una cola, prolifera la violencia física, indisciplinas de todo tipo.
Las malas costumbres, lamentablemente, crecen, casi sin frenos, como poner música a altos decibeles, no respetar la luz roja de los semáforos, manejar en contra del tránsito como algo normal ya y, quien proteste pobre de él, transgreden espacios privados y ocurren disturbios en cualquier lugar.
Son algunos ejemplos de falta de civilidad y como tal entendemos la carencia de las pautas mínimas de comportamiento social que nos permiten convivir en colectividad. Hay un deterioro de las buenas formas y eso atenta contra la organización de la sociedad en contra de la convivencia pacífica.
Al irrespetar a los demás, actuamos sin urbanidad ni cortesía y contribuimos a convertir la cotidianidad en una inmensa selva, extremadamente peligroso para nuestros sueños y aspiraciones.
Alguien decía: Con tantas escuelas en Cuba y proliferan los déficit de cultura. No quiero restarle responsabilidad a los planteles en tan importante cometido, como la correcta formación de niños, adolescentes y jóvenes, pero sigo defendiendo la idea que lo enseñado en casa, como el reflejo de la cuna, se reafirma en los centros escolares, porque instrucción no es lo mismo que educación.
Mientras lo primero representa conocimientos, lo segundo trata sobre los modales y valores inculcados por la familia y afianzados en la escuela. Esos chicos, que desde las primeras edades, los mismos padres contribuyan a crecer irrespetuosos y sin obligaciones, quienes no aquilatan a las personas con canas, para comportase con tremenda irreverencia.
El síndrome de las aceras ocupadas es otro caso extendido de incivilidad, porque se invaden esos espacios y se obstruye el paso de la gente, ya sea con mesas, para jugar dominó o parqueo de bicicletas y motorinas.
Las calles son objetos de ilegalidades al picarse, sin ningún permiso, solo para instalar una acometida de agua o utilizarse como campo deportivo, mediante dos tanques y una soga en cada esquina, para impedir el paso. Todo lo hacen inconsultamente.
Palabras como gracias, permiso, buenos días, discúlpeme o perdón perdieron su uso y las malos hábitos se generalizan. Hay un deterioro de los buenos modales y necesitamos, por la tranquilidad de nuestros días, ponerle coto a ese desbarajuste.
De autor anónimo: “Mucho dinero y poca educación, es la peor combinación.”
Del italiano Giorgio Nardone: “Ser amable desarma no sólo al desconfiado, sino también al maleducado, porque es el modo de matar la serpiente con su propio veneno.”
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