Ramón Rodríguez, adalid de la creatividad y la inventiva
- Por Maribel Flamand Sánchez
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Fotos: Alexis del Toro
Tuvo cuna campesina en El Rodeo, Buenaventura, cabecera del municipio de Calixto García. Allí se mantiene activa, a sus 76 años de edad, quien él asegura es su mejor inspiración: “Mi mamá es una campesina que en múltiples ocasiones ha sido la mayor productora de leche de la provincia. A las cuatro de la mañana ya está en pie, su finca está limpia, allí no asoma el marabú y sus animales están bien atendidos. Esas son las cosas que a uno lo inspiran, mis ejemplos, los valores que me formaron”.
Ahí están las simientes del trabajador consagrado, creativo, emprendedor, del directivo proactivo que es Crescencio Ramón Rodríguez Galindo y que le han facilitado conducir con éxito, desde hace cinco años, la Unidad Empresarial de Base (UEB) Conservas Turquino de Holguín.
La entidad, ubicada hacia el este de la ciudad de Holguín, muy próxima a Expo-Holguín, es referente por sus vínculos fructíferos con la universidad, del encadenamiento productivo y el empleo de la ciencia y la técnica.
En todo ello consta la contribución decisiva de Ramón, pero él no lo interioriza así, prefiere resaltar siempre el aporte colectivo. Aun así el pasado año mereció el premio Rosa Elena Simeón, otorgado por el Instituto de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) en la provincia, por ser uno de los directivos que más aporta en la utilización sostenida de la ciencia y la técnica, como herramienta para el desarrollo productivo y de los recursos humanos.
En el hacer creativo de Ramón se revela el inventor que impulsa las mejoras constante de los procesos productivos y las condiciones de trabajo: “No podría ser de otra manera, asegura, en una industria cuya vitalidad se debe totalmente a los aniristas.
“Como resultado de sus inventivas, por ejemplo, se recuperaron las máquinas tapadoras, con más de 50 años de explotación, y se construyó la planta para tratamiento de residuales, la cual reduce 10 veces las cargas contaminantes que iban a parar al río Miraderos. Actualmente tenemos en avaluación otros aportes”.
“Nuestras cuentas de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (Anir) estaban en cero y hoy tienen un millón 200 mil pesos, parte de los cuales se emplean en beneficio de los aniristas”.

El graduado de Tecnología de los Alimentos en Santiago de Cuba y Licenciado en Derecho está también entre los cinco innovadores holguineros que durante la Jornada por el Día del innovador, del primero al 30 de octubre, recibe el Premio Provincial a la Innovación de Mayor Impacto.
Sobre el aporte que respalda este estímulo explica: “La esterilización del sistema de la línea de conservas se realizaba en tanques de 20 toneladas, ese procedimiento lo adaptamos a tanques de mayor volumen, lo cual permite embazar las pulpas en caliente y extender el período de conservación hasta un año sin necesidad de utilizar las cámaras de frío.
“A partir de esa inventiva disponemos de las pulpas todo el año y se ahorra energía eléctrica al no tener que utilizar los equipos de frío con estos fines. Durante los tres años de empleo de este método se demuestra también que los productos mantienen su calidad y durabilidad”.
Le entusiasma hablar sobre La Turquino, hombre y fábrica parecen unidos por un cordón umbilical. Explica los sobrecumplimientos productivos aun en medio de adversidades, sobre la obtención de utilidades y las contribuciones con el Sistema de Atención a la Familia (SAF), la elaboración de compotas para los niños y dietas médicas…
Resalta la presencia de sus productos en industrias similares, como La Conchita, en Pinar del Río, la incorporación sistemática de nuevas líneas a su cartera de productos (46 en total) como el maní y el maíz rosita y anterior a estos la mayonesa, de la cual es esta fábrica la única productora en el Oriente del país.
“También favorecemos el acercamiento del cliente a nuestros productos, por eso creamos la ruta de la conserva con varios puntos de venta, uno acá, frente a la fábrica y más recientemente abrimos un mercado en Pueblo Nuevo, en un almacén abandonado que en cuatro meses ha vendido más de 70 toneladas de productos. Allí concurren también minindustrias que mantienen vínculos con nosotros”.
No es grandilocuencia catalogar a la industria holguinera como paradigma del encadenamiento productivo, hay certeza absoluta en las palabras del hombre alto y rostro bonachón que la comanda cuando afirma: “Fuimos pioneros en emplear este procedimiento en la provincia y hoy Turquino está encadenada con 12 pequeñas industrias.
“Hace cuatro años, por ejemplo, comenzamos el proyecto de la guayaba en una minindustria de Floro Pérez, poblado del municipio de Gibara, de la cual nos hicimos patrocinadores. En este momento podemos decir con seguridad que Holguín es, dentro de la Industria Alimentaria, la mayor productora de alimentos derivados de la guayaba en el país. Hoy están sembradas en el territorio cien mil arbustos de esta fruta y se plantan 200 mil más.
“La puerta de la agricultura es la industria, si el agricultor no tiene esas garantías no produce, por eso nos dimos a la tarea de recuperar, a partir de vínculos con productores, las plantaciones de mango del Valle de Mayabe, que estaban tomadas por el marabú. Trajimos de Ciego de Ávila las posturas de mango para su siembra en áreas escogidas”.
La perspicacia de Ramón lo llevó a advertir oportunamente las ventajas de los lazos con la Universidad: “Tenemos vinculados a nosotros 12 Doctores en Ciencia, también 12 trabajadores cursamos la Maestría en Gestión de los Recursos Humanos, que debemos terminar en diciembre. Los resultados son palpables porque utilizamos los conocimientos en función de la dirección y la mejora continua de la industria”.

La Estrella de Calixto es otro reconocimiento que enaltece a la Anir de la UEB Conservas Turquino y a Ramón como parte de este gremio: “Ese reconocimiento fue para el Comité de Innovadores y Racionalizadores (CIR) del centro por los resultados que la industria viene presentando en toda esta etapa. El CIR está integrado por 67 trabajadores y seguirá creciendo.
Sus trabajadores lo llaman Ramón, a secas, y disfruta ese ambiente fraterno que ha conseguido en su colectivo, donde no hay barreras entre el directivo y sus obreros, “porque soy uno más de ello. Cita a Martí y a Fidel cuando refiere sobre lo provecho de saber prever y encontrar en cada hombre la buena semilla que lo define.
“Tenemos fórmulas para atender y estimular al obrero, de manera que aquí la gente trabaja satisfecha, no tenemos ni interruptos ni fluctuación significativa de la fuerza. Presencialmente estoy en el centro entre ocho y 10 horas, pero pienso todo el tiempo en la industria, en lo nuevo que podemos hacer mañana, en cómo enfrentar los problemas de la cotidianidad…
“Al otro día del azote del ciclón Ian, por iniciativa nuestra mandamos 20 toneladas de productos semielaborados para Pinar del Río. Fue el segundo envío pues hicimos uno antes del huracán”.
Es amigo de la lectura: “Tengo una biblioteca con muchos textos, de todas las temáticas. También me gusta regalar libros. Visitar es algo que igualmente disfruto porque el conocimiento se adquiere también viendo a los demás. Por ejemplo, para montar la línea de mayonesa fui a Villa Clara, vi ese proceso, hice fotos…
Habla de la familia como su mayor tesoro, sobre la madre inspiradora, las hijas, sobre un benjamín de cinco años, los nietos, en fin de esos seres que “son el móvil para vivir”.
Es el directivo resolutivo que necesita la economía cubana para su despertar, por eso hay más certezas que utopías en su visión futura sobre la UEB a la que consagra sus días: “Pasará a ser una filial con muchas fábricas encadenadas.
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