Educar en valores
- Por Hilda Pupo Salazar
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En el restaurante, una chica, de unos 3 años, quería dulce de coco, pero no había, tremenda perreta forma, una camarera, con total amabilidad, trata de consolarla y recibe una fuerte patada en la pantorrilla, sus padres rieron al encontraron gracioso.
Por ser tan permisibles, muchos progenitores crían a sus hijos de manera insoportables y no respetan ni a los abuelos, mucho menos al resto de los adultos, ni a nadie en la escuela, al pensar que: “Deben saberse defender desde pequeños”.
La idea de “haz lo que yo digo, no lo que yo hago” no funciona con los menores. No se puede pretender que los pequeños no griten, si los padres alzan la voz continuamente o no mentir si escuchan falsear la verdad. La clave radica en ser la persona ideal para nuestro gusto.
Debemos recordar que cuando se trata de educar en valores, los ejemplos valen más que mil palabras.
La comunicación, el dialogo y la comprensión son importantes. Engrosan esa lista los limites, la disciplina y reforzar las buenas costumbres. Nuestros criterios deben ser de autoridad no de autoritarismo, de afectividad no de agresividad, apoyo emocional, empatía, seguridad y total confianza.
Nunca decidas por ellos es necesario que aprendan a tomar sus propias decisiones. Si los padres siempre resuelven, no tendrán la oportunidad de desarrollar sus gustos o cometer sus propios errores, para saberlo rectificar.
Como resultado, se convertirán en pequeños dependientes e inseguros. Por tanto, es conveniente que, desde pequeños, les preguntemos y, en la medida de lo posible, respetemos sus preferencias y decisiones.
Los errores no son fracasos, sino oportunidades de aprendizaje. En cada equivocación se volverá a intentar y poder desarrollar la perseverancia, abnegación, solidaridad, proactividad, resiliencia… La infancia es una etapa preciosa y no debe caracterizarse por las preocupaciones, malcriadez y las tensiones deformadoras.
Los últimos años avanzan en un estilo de insistente protección, para estar encima de los ascendientes organizándoles la agenda o sobreprotegiéndoles de manera excesiva, para tratar de evitarle cualquier sacrificio.
No se trata de imponer límites excesivos y de prohibirles todo, pero es necesario que existan ciertas reglas, en la cual los pequeños identifiquen lo bueno y lo malo, para saber recriminar y educar desde la misma cuna, para luego no pasar penas en público o recoger malas cosechas.
Recordemos, en cada momento, que la educación es la vida en sí misma y jamás debemos violar esa absoluta realidad.
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Comentarios
La observo cada, día, se para frente al espejo, toma el crayón, lo destapa, lo mira por un instante, sonríe, lo tapa y la mirada se pierde en el espejo.
Yo la contemplo, ella mantiene la sonrisa, satisfecha.
No pudo faltar mi pregunta.
----Abuela ¿Por qué sonríes mientras observa el crayón?
----Mi nieta, en este crayón, están guardadas varias facetas de los valores humanos.
La bondad, el respeto, la amabilidad, en si el amor; los heredé de mi madre, ella también los heredó, yo los conservo.
---- ¿Puedo mirarlos?
----Claro que si mi amor.
La nieta lo tomó en sus manos, lo destapó y exclamó.
¡Pero abuela, está vacío!
----No mi nieta, ahí dentro hay muchas cosas buenas que debemos tener los seres humanos, solo te mencioné algunas, las que faltan, las llevo por dentro.
----- ¿Y yo puedo tenerlas abuela?
-----Claro que sí amor mío, solo tienes que proponértelo para que de esta manera nunca mueran estas cosas que se están olvidando con el tiempo.
Yo nunca las he olvidado.
De. El Marciano de la tierra.