De Altagracia a La Travesía: jornada de gran cariño

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Esta semana festejamos los 130 años del encuentro de José Martí con patriotas de Holguín en tierras que hoy pertenecen a los límites geográficos de la provincia. Las descripciones que al respecto escribe el Apóstol brindan un acercamiento a los hechos que hoy representan motivación y orgullo para los holguineros.

El día 7 de mayo de 1895 José Martí escribe una carta a José Miró Argenter, desde Hato del Medio, en la que le alaba su ferviente “pasión por la libertad”, llevándolo a “mirar como propia la tierra que como a propio lo mira”, y lamentando no poder disponer de tiempo suficiente para pasar y ofrecerle un abrazo.

Por alguna razón, un año antes, el Apóstol no estaba seguro de la sinceridad de este general mambí, notificando, en carta a Antonio Maseo, que era visto de reojo por la tropa. Al mando de la región occidental de Holguín, y a la vuelta de un año, Miró Argenter se había ganado el aprecio de la gente a su mando y de Martí. En la carta que le escribe el día 7 le hace notar:

“Si en algún hombre se puede fiar para que ayude a Cuba a componer, y hacer en todo viables, las fuerzas que necesita para el triunfo, y a acumular, en vez de restarle, sus elementos naturales e imprescindibles, él ha de ser de la especie poco común de hombre a que Vd. me parece pertenecer”. Y agrega de forma rotunda: “la de los que al empuje de la resolución en momentos críticos, unen la grandeza que jamás pone precio a sus servicios”.

Al saber posible que el Delegado del Partido Revolucionario, el ideólogo de la Guerra, pasará cerca de su campamento sin que pueda siquiera abrazarlo, el general mambí, de ascendencia catalana, pero injertado en Holguín por las pasiones de la independencia, galopa junto a gente a su mando hacia el encuentro de los expedicionarios de Cajobabo, donde también viene Máximo Gómez.

Martí relata en su diario que el día 9 se encuentra con los holguineros en Altagracia. Es interesante que, al describir a Miró, comenta: “llega, cortés en su buen caballo: le veo el cariño cuando me saluda”. El trato afable del General Miró será eco en su tropa, que impulsarán a Martí, caída la noche, a escribir sobre ello a Carmen Miyares: “100 hombres apiñados respiran en el casuco donde escribo, con la vela en un jarro (...). Gran cariño he encontrado en Holguín de gente toda blanca, que lee y escribe.”

Han pasado 130 años de este suceso. El Apóstol de la Independencia Americana y, con mucho (sufran los detractores por lo que diré), el hombre más grande del siglo XIX: José Martí, con fe de isla libre en los márgenes de lo que hoy conocemos como Holguín, refiere sobre el trato afable que le brindaron nuestros antepasados.

Esta expresión ha llevado a un grupo de intelectuales e instituciones a conmemorar el paso del Apóstol por nuestro territorio en lo que han denominado “Jornada del Cariño: Martí en los holguineros”, que este año asciende a su 3ra edición. El motivo es reforzar el hecho histórico que representa motivación y orgullo, pues el Apóstol, que pasó casi toda su vida en el exilio, visitó pocos lugares de la geografía cubana. El mérito se acrecienta al ser testigos de la poética de su diario, revelando el trato que aquí se le brindó. La jornada, que se extiende desde el día 9 hasta el día 11 de cada mes de mayo (donde se despiden de los holguineros para entrar en Jiguaní), vincula actividades culturales, de pensamiento e iniciativas propias de cada una de las comunidades y escenarios donde se realicen.

El día 10 de mayo de 1895, pocos días antes de su caída en combate, Martí llega sobre un caballo blanquísimo hasta La Travesía (hoy localidad del municipio de Urbano Noris) y hace campamento. Le acompañan Máximo Gómez y un grupo de expedicionarios, a los que se le han sumado, desde el día 9, los holguineros al mando de José Miró Argenter.

Tiempo lluvioso, que dejaba ver el río Cauto crecido, “con su curso ancho en lo hondo, y a los lados, en vasto declive, los barrancos. Y pensé de pronto (describe Martí), ante aquella hermosura, en las pasiones bajas y feroces del hombre.” Pasará a describir, a mi entender, una de las escenas más hermosas de la Guerra; que sin duda es un reflejo de cientos de hombres y mujeres que han entregado su espíritu a la libertad:

El capitán Pacheco, descalzo y con el pantalón hasta las rodillas, le habla sobre algunos que no hacen nada por Cuba y, no obstante, alcanzan para los demás un mérito mucho mayor que aquellos que se desgastan a favor de la causa. Sin embargo (y lo imagino erguido sobre su diálogo, tenaz, con lo ojos palpitantes) afirma: “yo no he venido a aspirar, sino a servir a la patria”. Martí repetirá varias veces esta expresión en las notas que deja ese día, como asomando para las futuras generaciones un adagio, el golpe de ajustar el corazón tambaleante de los que se acerquen a la ofrenda del servicio público con otra motivación que no sea esa de ofrecerse, con todas las fuerzas, al bien redondo de la Patria.

Bibliografía:
OC T.4, p. 162, 163.
OC T.19, p. 234-238.
OC T.20, p. 230.
María Julia Guerra y Edith Santos Montejo: Martí y los holguineros, Editorial Conciencia Ediciones, 2023, p.121-126. 


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