Asuntos casi resueltos
- Por Rosana Rivero Ricardo
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Los cubanos volvimos a hacer las paces con las telenovelas de producción nacional, a juzgar por el éxito de Asuntos Pendientes, actualmente en pantalla. Es lo justo y lo lógico, si tenemos en cuenta que las raíces más profundas del género están en nuestra tierra, donde germinó la radionovela El derecho de nacer, que luego se llevaría a la televisión.
Tuvimos una época difícil en que ningún dramatizado de este horario estelar caló en la mayoría del público. Más consumidas resultaban sus homólogas brasileñas, con la cual alternaban en la televisión, o las mexicanas, colombianas y turcas que empezaron a llegar por El Paquete.
El reinicio de la pasión por la telenovela cubana comenzó con Entrega, la del maestro de Historia, protagonizada por Ray Cruz. Después llegarían El rostro de los días, que abordó los conflictos de la maternidad; Vuelve a mirar, centrada en los dilemas de la tercera edad y Los hijos de Pandora, con otros temas de la realidad cubana contemporánea, a partir de las historias de cuatro hermanos.

Menos suerte tuvo Tan lejos y tan cerca, quizás por abordar el tema de la pandemia de la COVID-19, con recuerdos demasiado dolorosos y recientes para los cubanos.
Por su parte, Tú, también conocida como la novela de Lester -su director-, dividió a partes iguales al público, que amó u odió la trama, sin términos medios. Aunque resulta sospechoso que este sea el único dramatizado con guion del reconocidísimo Amílcar Salatti que no alcanza niveles astronómicos de teleaudiencia, como en el caso de Zoológico y Calendario. Por algo será.
Amén de sus tramas, directores, actores o índices de popularidad, todas tienen algo en común: las nuevas formas de consumo de este género, con la llegada de las redes sociales.
La novela no solo se espera a las nueve de la noche, en días alternos, frente a la pantalla del televisor. Su transmisión en vivo en Youtube favorece a los cubanos que, fuera de la Isla, aguardan por el estreno de cada capítulo, aunque la diferencia de horario los obligue a estar en vilo de madrugada. La red social también es panacea para quienes, dentro de la Isla, no quieren perderse una entrega en día de apagón, claro, si la conexión es buena.

Los cubanos somos, por naturaleza, guionistas y críticos de arte. Por tanto, es común que se comenten en el barrio los conflictos y probables soluciones de la telenovela de turno, la calidad de las actuaciones, el apego de las escenografías a nuestras realidades, el impacto de las bandas sonoras...
Sin embargo, el análisis ahora es más multitudinario al surgir grupos en Whatsapp y Facebook, chats en Telegram y hasta en los propios comentarios en Youtube, donde la gente expone sus puntos de vista, sus elogios o sus críticas.
La dinámica ha propiciado el intercambio directo de los televidentes con los actores y el equipo de producción. Las redes han determinado además el nacimiento de populares generadores de contenidos como la usuaria Ashly La novelera de Cuba, quien hace un análisis de cada capítulo y le habla en primera persona al director, Felo Ruiz, para revelarle las emociones que le genera su obra, presenta a los personajes y sus actores. A ella se suman El memero holguinero y Los memes de Carlitos, creadores de este formato de humor gráfico, inspirados en cada capítulo.

En el termómetro de la popularidad en redes sociales, una alta temperatura ha alcanzado Asuntos Pendientes. Ello habla de la calidad del resultado que vemos en pantalla, con unos cimientos sólidos en el guion de Yamila Suárez, que coloca como protagonista a la mujer y algunos de sus conflictos más acuciantes como la violencia doméstica, el acoso laboral y su lucha por alcanzar su realización personal, pero también profesional.
No obstante, hasta el sol tiene manchas y las de Asuntos Pendientes no escapan al ojo agudísimo de los televidentes. Resaltaron, en algunos capítulos, prolongadas y repetidas escenas, cuando el personaje de Adriana, interpretado por Flora Borrego, rememora su relación con Bruno; Rebeca (Yia Caamaño) piensa en la relación con su hija; los bailes de rumba en el solar o las imágenes de transición de La Habana, por demás antiguas, ya que fueron notables las chapas anteriores de los carros.

Muchos le achacaron tales descuidos a la suspensión del rodaje por un alza de la COVID-19 y que, por tanto, en edición trabajaron con los materiales que tuvieran a mano para alcanzar la duración de cada capítulo.
Para reafirmar que hasta el mejor escribano se le va un borrón, no faltan gazapos como balances que se movían al entrar Rebeca o Gerardo a casa sin que hubiese nadie, los cambios -en el mismo capítulo- del tono de rojo en el cabello de la protagonista, porque las escenas en su trabajo y hogar no se grabaron al unísono, y el cambio de modelo del carro de Cosme (Ulyk Anello).
La banda sonora no tuvo el mismo protagonismo que en El rostro de los días o Vuelve a mirar, aunque hay que destacar la labor de la cantante y compositora Teresa Yanet, a quien encomendaron la música original y, aunque no pudo terminar la obra por otros compromisos de trabajo, dejó canciones como las de presentación, despedida y Yo soy una mujer que identifica el personaje de Rebeca.
Mención aparte merece la edición de sonido que sí dejó mucho que desear con un ambiente de solar demasiado falso, ruidos y diálogos que apenas se escuchan.
Al escrutinio popular no escapan los actores. El consenso popular resalta el trabajo de Fernando Hechavarría -Urbano- y Manuel Porto -Mauricio- con su último trabajo para televisión, al tiempo que las opiniones se dividen en cuanto al desempeño de Andro Díaz, quien encarnó a Bruno; un rostro muy lindo, pero inexpresivo e inorgánico en sus diálogos.

El premio de la popularidad es para “Los Pichingos”, asumidos por Mirtha Lilia Pérez (Dayana) y Kelvis Sorita (Eliseo), por representar los rasgos identitarios del cubano con su histrionismo, el amor en pantalla, la jocosidad y los deseos de “echar pa´lante”.
Vale destacar cómo Flora Borrego y Andro Díaz han aprovechado la popularidad de sus personajes para llegar muy cerca del corazón de los televidentes, en las afueras de La Habana. Lo hacen tocando a sus puertas, justo en el horario de transmisión del dramatizado, proceso que grafican y comparten, por supuesto, en las redes sociales.
La implicación de los televidentes en las tramas, evidenciada a través de sus comentarios en los grupos en Facebook, Whatsapp y Telegram, indica que en algún momento -cuando la casa productora de telenovelas tenga la solvencia prudente para rodar, editar y estrenar casi al unísono- los realizadores tendrán el reto de escribir los guiones sobre la marcha, de acuerdo a lo que indique la opinión popular.
Por cierto, la resolución de algunos asuntos pendientes, como el paso de la dirección de Terrazo a manos de José Manuel, interpretado por Teherán Aguilar, también ha causado ronchas en la teleaudiencia. Algunos justifican que el personaje tuvo una transformación positiva. Otros piensan que se premió, en tan solo cuatro meses, a un hombre machista que no creyó que Rebeca pudiera dirigir Hormigón por el hecho de ser mujer, puso a Adriana -la adiestrada- en una plaza de secretaria por la misma razón, incumplía los planes de producción y en su administración hubo casos de robo.

Ni hablar de las reacciones en cuanto a la actitud de Rebeca de cuidar de Regina, una estelarísima Alicia Hechavarría.
Restan pocos capítulos para que no queden Asuntos Pendientes y los noveleros cubanos estamos pendientes al próximo estreno: El derecho de soñar, que rendirá homenaje a la famosa radionovela: El derecho de nacer.

Su primera parte ocurre en 1948, por lo cual la producción tiene el reto de recrear la época desde la escenografía. Contará con las actuaciones de Yaremis Pérez, Niu Ventura, Roque Moreno, Denys Ramos, entre otros.
Lo que ocurre en la segunda parte, ambientada en la actualidad, puede leerla en la siguiente entrevista, realizada a su guionista:
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