Ahorro vs. vaivenes eléctricos
- Por Liset Prego Díaz
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Foto: Granma.cu
¿Cuándo vuelve, por qué se va? ¿Cuánto durará esta pesadilla de correr a cocinar por si la moscas; de revisar una y otra vez si los alimentos dentro del refrigerador sobreviven a los cambios de temperatura; de comprobar si tiene suficiente carga el teléfono para aguantar las horas que vienen; de poner la turbina del agua antes de que se la lleven; de encender la lavadora, aunque esté “malo” el clima; de escribir ahora que está y no cuando venga la musa? ¿Cuántas horas más nos quedan de abanicar al bebé que duerme en la cuna, de dormir poco y mal, asediados por el calor, antes de ir a trabajar más agotados que un día antes, somnolientos e irritables?
Podríamos poner romanticismo al asunto de los vaivenes eléctricos y hablar de lo bien que se ven las estrellas cuando las luces artificiales faltan, o del tiempo en familia que impone la carencia de fluido eléctrico, pero eso sería irrespetar la inteligencia de los lectores, además los periodistas también somos víctimas de los mosquitos, el calor, los planes rotos, la inquietud cuando se va la corriente.
Los apagones generan malestar, angustia, merman nuestra capacidad productiva si estamos en teletrabajo, retrasan trámites en horarios de oficina, perjudican procesos productivos en ramas esenciales de la economía. Nadie quiere que ocurran. A muchos nos recuerdan momentos realmente duros de la historia reciente y vienen a completar un cuadro desalentador en medio una epidemia, restricciones económicas y presiones externas al país.
Entonces pareciera un dislate a algunos venir a hablar de ahorro energético en estos días “oscuros”. Habrá quienes dirán que su aporte a esta causa son las horas de “apagón”. Pero estas horas serían menos si todos colaborásemos en el empeño de disminuir consumos innecesarios. No se trata de mantener una penumbra voluntaria o limitar el confort en nuestras viviendas. Ya que el sector residencial es el de mayor demanda energética, corresponde hacer ajustes aquí. Ser responsables también y contribuir a que el “apagón” no ocurra o dure menos.
El confinamiento por la COVID-19, la propia pandemia; los meses de verano tórrido; la permanencia de personas enfermas o convalecientes en casa disparan los consumos de un recurso de difícil obtención: la electricidad. Vivimos en un país que atraviesa cuantiosas vicisitudes para generarla y en los últimos tiempos nos golpea demasiado seguido su ausencia por averías y déficit en la capacidad de generación.
Las razones de este inconveniente comienzan en la obsolescencia de las centrales generadoras del servicio, las dificultades para el mantenimiento adecuado y en tiempo, las agravantes que impone el bloqueo, el empleo del crudo nacional y su agresividad sobre máquinas de más de tres décadas, y la urgente demanda de buscar energías limpias, un impostergable asunto en Cuba, donde energías como la solar rendirían tanto y harían un bien inconmensurable en tantos aspectos.
La autorización para importar paneles solares a personas naturales, el propósito de expender estos dispositivos en el mercado nacional son pasos en esa dirección, pero que deben acelerarse y sumarse a otras iniciativas que impulsen el propósito de incrementar el uso de energías limpias en el archipiélago.
Por si fuera poco, se acerca el habitual cambio de horario en el que retornamos al que por nuestra región nos corresponde, los días se acortan y las noches son más largas, incrementando el consumo eléctrico, de ahí que sea perentorio incrementar medidas que garantizan un uso adecuado de la electricidad.
La necesidad del uso racional de la energía no es exclusiva de Cuba, pero aquí más que en muchas otras naciones, el momento es crucial.
Pues sí, hace falta ahorrar, no como una campaña, sino como algo en lo que nos va la vida y la luz. Porque las horas de servicio, mientras duren los esfuerzos por estabilizar la generación energética, pueden alargarse si no tenemos luces prescindibles encendidas en los hogares, si evitamos la cocción de alimentos en horarios picos, si seguimos las recomendaciones que durante años los medios se han encargado de difundir como vía para el ahorro y el desarrollo de una conciencia en este sentido.
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